La clase primigeniamente médica del eutaNAZIsmo moderno, después de su derrota ignominiosa en Luxemburgo busca evadirse a Bélgica, a pesar de todas las reminiscencias a los más viejos complejos de Herodes de infanticidio.

 

La clase primigeniamente médica del eutaNAZIsmo moderno, después de su derrota ignominiosa en Luxemburgo busca evadirse a Bélgica, a pesar de todas las reminiscencias a los más viejos complejos de Herodes de infanticidio. Y eso que Bélgica había establecido uno de los primeros campos de concentración alemán poco después de comenzar la guerra. Por tanto no habría faltado ninguno. Esta clase médica busca ahora la ley para el infanticidio impune a escala masiva, la que para los luxemburgueses ha llegado a ser una debacle y ya hace eones para aquellos del abolengo de Herodes y Herodías, malditos hasta hoy día y por toda la eternidad, con y sin sermones de púlpito.

 

Sí, por cierto: los jurídica y legalmente bendecidos tienen el derecho a la materia prima (Rohstoff) niño. Pero los niños tienen el derecho a morir, como ya en los años 60 del siglo pasado con su alevoso asesinato del inolvidado presidente del Congo. Sí, la clase médica tiene muchas caras. Su mueca asesina estaba suficientemente clara ya en aquel entonces en Bélgica.

 

Sedientas de sangre y hambrientas de tortura, las tribus belgas han inoculado horror y miedo ya a un Julio César. Santos Papas todavía no estaban de moda en aquel entonces. Solamente hace poco, como se sabe, enfermeras búlgaras, junto con un médico palestino como cómplice, anduvieron en lenguas por infanticidio y pasaron muy de cerca la horca.

 

En una de las clínicas fortificadas de Bélgica estuvo un Jean Améry bajo el protectorado alemán. Contra y en oposición a toda razon médica, ante la pregunta capciosa de un tal Werner Hoefer en la tele en 1974, ha llamado a prisioneros en huelga de hambre, sometidos a tortura por nutrición forzosa, a que: no se rindan. Después de todo fue necesario que su colega de profesión Sebastian Haffner se adhiriera a él, que también ya tenía detrás de sí –y más allá del Benelux- Auschwitz, Buchenwald y Bergen-Belsen, y eso varias décadas después del fin de la guerra también para los países del Benelux.

 

Otra vez: el infanticidio se castiga con la pena de muerte y en toda Europa es así y no de otro modo. Desde Luxemburgo continúa persistiendo una victoria más de la clase de pacientes sobre la clase médica. Clase de pacientes es y sigue siendo el primer deber ciudadano. Clase de pacientes en las duras y en las maduras atravesando lo grueso y lo delgado (Patientenklasse durch dick und duenn). Ahí no sirve ningún intento de evadirse, ningunas querellas ni regateos jurídicos.

 

PF/SPK(H)

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07.04.2008