Iatrarquía
Poder, Iatrarquía / Enfermedad, Violencia
Aplicar. Aplicar la ENFERMEDAD a todo. Aplicar todo a la enfermedad. La enfermedad como un hecho completamente técnico. Interceder a favor de la enfermedad, todos y cada uno, en todo momento y en todas partes. Y lo que es ni más ni menos: ponerlo todo al revés, sacudir y agitar [umkrempeln]. Enfermarse de risa de todo lo que se encoge reduciéndose por salud [gesundschrumpfen]. Estigmatizarse uno mismo a favor de la enfermedad. Encoger reduciendo por enfermedad [krank schrumpfen] al Frente de Pacientes hacia un Paciente de Frente.
¿De qué enfermedad estamos hablando? Estamos hablando precisamente de esa FUERZA que, doblándose y plegándose en sí misma [in sich verschraenkte Kraft], salta a sí misma como BARRERA [(die sich als Schranke ueberspringt), véase Hegel: Límite=Grenze, barrera=Schranke, fuerza=Kraft]. Entonces estamos hablando de toda enfermedad. El así llamado "cáncer", arrastrándose y yendo para atrás como los cangrejos, actúa justamente como la así llamada locura [die krebsende macht es nicht anders als die waehnende] y la enfermedad letal actúa igual que la enfermedad por hambre. Es mortalmente serio, factible y tiene que ser hecho en el acto, urgentemente.
A quien se atreve con la enfermedad como arma, la violencia (raíz: muerte) [Gewalt (Wurzel: Tod)] se le convierte en un valor sin fuerza y el poder (raíz: magia) [Macht (Wurzel: Magie)] en una charlatanería y una farsa sin barreras [schrankenlos fauler Zauber]. Enfermedad es la palanca hecha de fuerza y barrera [Krankheit ist das Brecheisen aus Kraft und Schranke]. Iatrarquía (el poder violento de la clase médica que es la violencia del HEIL como tal) es la palabra apropiada superflua, en tanto que pleonástica, más allá y a la derecha de la enfermedad y la raya de quebrado.
Los campos tácticos de aplicación de la enfermedad (topoi patoprácticos) son: Devenir [Werden, Prozess, Hegel], Mundo [Welt] y Palabra [Wort]. La patopráctica consiste en doblar y retorcer en sí mismos la fuerza y la barrera del Devenir, del Mundo y de la Palabra hasta el punto en que saltan y estallan:
LA ENFERMEDAD ES EL PUNTO QUE SALTA (punctum saliens, lat.) si convertimos
el Devenir de "seguir sano" en trastorno [Wirre],
el Mundo en enfermar,
la Palabra en ataque [Widerstreit].
Hasta ahora Devenir, Mundo y Palabra están constituidos como poder violento de la clase médica, como violencia de la salus [SALUD, HEIL].
Devenir es, naturalmente, por no decir iatrárquicamente: continuar con salud;
Mundo es violencia del valor sin barreras [schrankenlose Wertgewalt];
Palabra es rodillo terrorista y prensa blindada contra enfermedad (terapia).
Y la enfermedad misma: hecha pedazos en somatosis, psicopatía, reacción, mal (Uebel), culpa, psicosis, neurosis y desviación de la norma, es el fuelle y la inyección fortificante para la Iatrarquía y la metafísica, en pocas palabras: es el hinchado almacén de las fuerzas de lo que se encoge reduciéndose por salud [aufgeblasener Kraftspeicher der Gesundschrumpfung].
Esta "enfermedad" debe ser tomada como la vida misma: para enfermarse de risa sobre ella.
La patopráctica está igual de lejos de la táctica militar como lo está de su producto encogido [Schrumpfprodukt] que es el tacto médico. La patopráctica ignora el ajuste a medios técnicos, ignora la adecuación. Por no hablar de la equivalencia, el valor, la salud, el matiz, el beneficio y daño, no sabe nada en absoluto sobre ellos. La patopráctica remite a y se funda en la enfermedad [setzt auf Krankheit], la materia que es tan ligera como la luz y tan pesada como el mundo [lichtleichte und weltschwere Materie Krankheit], remite a y se funda en la negación elevada a la potencia y no en el matiz. Se funda en la enfermedad en el arma, no en las armas.
La huelga de hambre es una patopráctica practicada por el paciente del Frente de Pacientes que, en unos pocos días, pone al descubierto y en evidencia a la Iatrarquía como violencia sin valor alguno y como charlatanería y farsa impotente liberándose así de ella; debido al hecho de que la enfermedad por hambre, en la huelga de hambre ilimitada e incondicional, rompe la solidaridad entre magia y muerte que reside en el núcleo de todo poder violento de la salus [SALUD, HEIL] [Heilsgewalt].
Pero dondequiera que la huelga de hambre esté vinculada con reivindicaciones y ya sea sólo por apariencia, dondequiera que su objetivo consista en conseguir pequeñas ventajas, a ser posible "la libertad", allí priva a la enfermedad de su fuerza y su barrera y permite a la Iatrarquía el celebrar nuevos triunfos secretos en lugar de liberar el terreno completamente de la Iatrarquía, una y otra vez, echando fuera tanto a la Iatrarquía como al terreno. [anstatt das Terrain total, wieder und wieder von Iatrarchie zu saeubern, Iatrarchie samt Terrain.]
Hace tres años, al forzar un así llamado depósito conspirativo de armas, fueron encontrados la anamnesis y antiguos documentos de identidad de un paciente. Desde hace mucho las armas están abandonadas en algún depósito de pruebas. De ellas se olvidaron pronto. Pero la anamnesis hizo aparecer a la Iatrarquía. Durante más de año y medio médicos clínicos bombardearon la anamnésicamente fijada enfermedad con órdenes de comparecer en sus clínicas. Finalmente hicieron arrestar inesperadamente al patopracticante en medio de la calle por la policía para arrastrarle, a pesar de sus protestas, a radiografiar su codo. A través de "medidas de identificación" tomando huellas dactilares y fotografías, sin embargo, se averiguó en el cuartel de policía cuánto dolor puede soportar quien no contesta ninguna pregunta y quien no mueve un dedo en lugar de obedecer a la Iatrocracia. Y en el abultado carpetón de actas relacionado con su caso resaltaba la etiqueta "delito político" en un lugar prominente, para mofa y escarnio de toda democracia.
Pero no hubo ninguna manera de realizar una radiografía porque desde el mismo comienzo, en lugar de los cachivaches de la anamnesis, una huelga total de hambre, es decir la enfermedad, figuró en el orden del día. Cinco traslados de una prisión a otra durante los primeros dos días separaban a los médicos de sus metas, medidas, mesuras y actividades: Iatrarquía reactiva a un lado y al otro enfermedad hiriente, reflexión activa. En el decimoctavo día de la huelga de hambre un médico cualquiera entregó al paciente, para su futuro tratamiento con tortura por nutrición forzada, precisamente al mismo médico de prisión contra quien este paciente había hecho tres años antes una denuncia penal por asesinato perpetrado mediante tortura por nutrición forzada contra otro prisionero. En vano, claro. Pero exactamente dentro de esta zona de muerte la Iatrarquía, atacada como tal, se perdía en cosas de poca importancia. Las visitas del abogado defensor fueron imposibilitadas; en la cárcel el abogado del paciente del Frente de Pacientes fue dejado medio muerto por una paliza hasta tener el aspecto de un caso para el hospital [krankenhausreif geschlagen]. Pero nada hacía el efecto deseado. Después de la séptima tortura por nutrición forzada durante la cual el médico dejó abrir con una palanca las mandíbulas del paciente, quien había sido atado previamente a una silla para inmovilizarle y durante la cual el médico protegiendo sus dedos con dedales de metal, empujó la sonda hacia el estómago; después de esa séptima sesión de tortura por nutrición forzada, el vigésimo primer día de la huelga de hambre, el mismo médico dio orden a la policía de liberar al paciente del Frente de Pacientes, a 150 km del lugar del crimen y después de un transporte de más de dos horas y media en una ambulancia, flanqueado por dos coches de policía y de abandonarle sin techo y despojado de sus documentos de identidad, en condiciones impuestas por la resistencia colectiva de los pacientes: exactamente en el mismo lugar donde los esbirros dieron el golpe tres semanas antes.
La patopráctica es acción que supera y sobrepasa todo, girando y enroscándose alrededor de enfermedad, el eje de esta rosca [ueber-windende Aktion rund um Krankheit, der Achse dieses Gewindes].
La enfermedad es más poderosa que la Iatrarquía y más violenta que la muerte. La enfermedad es actividad reflexiva, doblada y replegada en sí misma y no es un reaccionar fisible y divisible a esto o a aquello.
Pesado como plomo fue el camino a la enfermedad; ligero como una pluma y empedrado con médicos rotos fue el camino de salida de la tortura. La trampa puesta al paciente, urdida por la policía usando muchos trucos, alcanzó y destruyó a la Iatrarquía dentro, al lado de y por encima de la policía.
Y es justo como en la Fábula de la liebre y la tortuga: La enfermedad es más rápida que la Iatrarquía. Dondequiera que uno llegue, la enfermedad ya está allí.
Otro rasgo distintivo de la patopráctica es su carácter ofensivo que excluye cualquier reactividad. La autodisolución del SPK, el 13 de julio de 1971, fue una tal práctica ofensiva desde la defensiva (retirada estratégica).
A mano armada, la Iatrarquía intentó reconquistar el terreno que le fue arrebatado por la huelga de hambre colectiva de los pacientes desde marzo del 70 y, sobre todo, intentó recuperar los cuerpos de los pacientes para "entregarlos al tratamiento que merecen y necesitan urgentemente, por ser mala hierba que no puede ser tolerada más tiempo".
Pero llegado el momento la Iatrarquía no pudo prohibir al SPK ni aplicar a ninguno de los pacientes el tratamiento coercitivo; tampoco pudo ocupar ningún cuerpo ni garabatear en ningún papel: porque le fue imposible encontrar un fichero, informes y apuntes y, por consecuencia, la magia de la medición y del conteo se encogió reduciéndose a hipocresía y la violencia valorizante a enfermedad.
Dondequiera que durante los siguientes años la Iatrarquía tocada y marcada por el SPK intentaba ganar terreno, la Iatrarquía se vio atacada por la enfermedad de todos los cuerpos esparcidos a los cuatro vientos, de todos los cuerpos a los que no había sido capaz de recapturar. Clínicas, aulas, cátedras y la propiedad privada correspondiente de bienes inmuebles, sin olvidarse de los escaños parlamentarios en los parlamentos federales y locales, así como las carreras en los partidos en Heidelberg como en Bonn, en Berlín como en Karlsruhe fueron HECHAS REVENTAR. Altos funcionarios policiales y jueces que se habían comprometido activamente como apéndices vermiculares de la Iatrarquía, se vieron trasladados a puestos de reposo. El uno o el otro inclusive para siempre y por toda la eternidad.
Los 150 metros cuadrados de espacio que el SPK fue forzado a ceder de nuevo a la Iatrarquía cuando ésta última, armada con 800 policías, metralletas, sabuesos, autoridades de salud pública, forzó los locales universitarios vacíos, donde la Iatrarquía supusiera también niños pequeños, se han contrapesado más que suficientemente: con el cuadrado de metros cuadrados de pérdida de terreno en detrimento de la Iatrarquía.
La patopráctica consistió aquí en la autodisolución (retirada estratégica). Los archivos, estos estigmas "naturales" de los pacientes, habían desaparecido. La enfermedad había encontrado y se había dado a sí misma el habla y la eficacia.
Como fuerza elevada a la potencia y replegada en sí misma, capaz de poner barreras y crear espacios, la patopráctica llega a ser eficaz exactamente cuando es empujada por la Iatrarquía a la defensiva más extrema. Independiente de los medios técnicos de los que hace uso, continúa siendo ofensiva en tanto que la enfermedad sea la substancia de la reflexión.
Al haber alcanzado el máximo despliegue de sus poderes [Machtentfaltung], el poder violento de la clase médica [Heilsgewalt] se ha revelado como impotencia real: es la fuerza no frenada de la naturaleza en estado de autocatálisis.
La inundación con agua y la fiebre consuntiva, bajo las condiciones de tortura por aislamiento celular y nutrición forzada, son los productos de la impotencia del mismo poder violento de la clase médica que una vez ha quemado y ahogado a los herejes cuando fuego y agua evocaban y producían, como por arte de magia, el infierno y el cielo por medio del purgatorio y del bautismo. Hoy día la Iatrarquía ejecuta el ahogo y la cremación de los herejes directamente, es decir médicamente, pero no por eso menos mágicamente. Ahogan al prisionero en sus propios líquidos corporales (edemas pulmonares, cerebrales, etc.) y le fuerzan a producir un exceso de hormona tiroidea (TSH) para quemarle del todo, así como de hormona antidiurética (ADH) para ahogar sus tejidos corporales desde dentro en su propia orina. De esta manera el milieu intérieur se vuelve exterior total. El cuerpo entero del prisionero se convierte en una completa señal de quemadura (estigma) y una marca de agua. Mientras que en los tiempos de la inquisición clásica los cuerpos de los herejes que iban a ser quemados y ahogados todavía estuvieron sustraídos a la percepción al estar ocultados detrás de las llamas y el humo o bajo la superficie del agua, hoy día es esto correcto solamente respecto a los laboratorios y talleres [Werkstaetten] pero ya no respecto a los lugares de los efectos y de la ejecución [Wirkstaetten], que son los cuerpos maltratados y abusados.
Porque los laboratorios, los talleres y las herramientas del poder violento de la clase médica [Heilsgewalt] no son de este mundo. El componente de violencia de la Iatrarquía va mucho más allá de todo lo que la violencia de la naturaleza en su estado primordial es capaz de lograr.
La cuarentena (deprivación sensorial, etc.) en la celda de aislamiento es equivalente a la estancia en el espacio ingrávido; el componente terapéutico bajo las condiciones de nutrición forzada es equivalente a la comida de los astronautas, cuyos efectos dinámicos específicos no son sino aceite añadido al fuego de la consunción y agua para los molinos de la formación de edemas.
Aquí el poder violento de la clase médica [Heilsgewalt] pone al descubierto su tendencia general: en todo futuro volver al más remoto y lejano arcaico. Pero lo que le importa no es el anfibio capaz de superar la barrera entre el océano y la tierra firme. De lo que se trata es del poder violento de la clase médica [Heilsgewalt] como tal, que está a punto de sacudirse su barrera absoluta que es la ENFERMEDAD, para volverse universal como bio-ingeniería.
Pero a través de la patopráctica la enfermedad se está oponiendo desde el principio a las cabriolas espaciales del médico como su barrera impenetrable. La enfermedad arranca al poder violento de la clase médica [Heilsgewalt] de su anclaje tan pronto comience como una central energética concentrada en la patopráctica a desgastar al cuerpo del médico, a la corporación médica, en otras palabras: a la lugartenencia de la nada aniquiladora, en una lucha cuerpo contra cuerpo. Porque no es así que la enfermedad y la Iatrarquía solamente chocan fuertemente la una contra la otra en el espacio. La patopráctica es más bien la enfermedad rompiendo todas sus barreras, que arrebata su cuerpo al campo de operación táctico de la Iatrarquía.
Para ello el patopracticante antes que nada tiene que adoptar el punto de vista del paciente, determinando y localizando en cada tipo de aislamiento a la Iatrarquía, que es mensurable en unidades de cuarentena. Desde la óptica médica la unidad básica de cuarentena es medida, como su nombre lo indica, en 40 días. Pero en el contexto al que nos estamos refiriendo aquí *, se trató de 41 x 40 días.
* Aquí y en los pasajes siguientes el texto se refiere a Huber PF/SPK(H) WD, Dr.med., ass.prof.
Iatrarquía es, desde el mismo principio, abundancia (pleonasmo), poder y violencia, muerte y magia, ilimitación [Schankenlosigkeit] e impotencia. Impotencia para juntarse a la cuarentena e ilimitación para llevar adelante la cuarentena hasta el momento de ejecución.
A este lado, la enfermedad en aumento continuo, al otro lado ("extra-muros") el poder violento de la clase médica [Heilsgewalt] que no se arredra ante ninguna charlatanería y no omite esfuerzo ni truco para ocupar y apoderarse de lo que pretende entender como enfermedad. Y sea en la mesa de disección (así el médico de la prisión al funcionario sanitario, en el cuadragésimo día de la huelga de hambre en Stammheim, en 1973: "Si él no se somete a un examen médico mientras está vivo, nosotros lo haremos en la mesa de disección ").
Pero en cada escalón de la cuarentena la enfermedad es suficientemente fuerte como para encoger por salud [gesundschrumpfen] la táctica del poder violento de la clase médica [Heilsgewalt] reduciéndola a tacto médico, la enfermedad es suficientemente fuerte para destruir la Iatrarquía.
Primer escalón: Deprivación de movimiento y de percepción sensorial, desde 1971 hasta 1973; luego, el mismo tratamiento es aplicado alternadamente (como si se sumergiese al prisionero alternadamente en agua caliente y fría), hasta que cualquier contacto (con otros prisioneros y con el mundo externo, incluyendo abogados defensores) es prohibido por completo, desde 1975 hasta 1976; por añadidura, disminución de la ración alimenticia hasta la mitad ("dieta-cero ") desde mayo de 1975. Ésa era la táctica médica de poder y violencia. Oferta de negociación en 1972: Enfermedad se confina a sí misma y voluntariamente en el manicomio y a cambio obtiene la suspensión de la sentencia (compárese: los archivos de la policía política con respecto a la táctica del "Círculo de Psiquiatras Progresistas de Mannheim").
Ése fue el tacto médico.
Último nivel de la escala: disminución de la media ración alimenticia, a partir de mayo de 1975. Pero esto no era todavía la táctica médica completa. Por añadidura, el personal de la prisión procedió a colgar y ahorcar del cuello muñecas de trapo. La planificación táctica del lado médico se disfrazaba así en la magia de una ejecución simulada, con el objetivo de hacer pasar el asesinato por un suicidio.
Y ésta fue la patopráctica liberadora, el principio del movimiento en dirección de poner la cuestión de poder [Bewegungsprinzip in Richtung Machtfrage]: Huelga de hambre a partir de noviembre de 1975, a la cual las vísceras que mientras tanto se habían encogido por enfermedad, complementaron espontáneamente por una huelga de sed.
Siguieron: 82 torturas por nutrición forzada durante 71 días. Todavía varios meses después, el nivel de azúcar de la sangre estaba entre 0 y 30mg%, en lugar de estar a 120 mg%. "Espesamiento de la sangre." "Disminución" del colesterol y de la capacidad de coagulación sanguínea. "Reducción drástica" de la función hipofisaria. Peso corporal: "15 kg por debajo del valor estándar".
Si bien el poder violento de la clase médica [Heilsgewalt] había embutido -por vía nasal- al estómago con cantidades considerables de dieta de astronautas. Operaron en una oficina de la fortaleza Hohenasperg. Durante la tortura por nutrición forzada, esta oficina pretendía inclusive funcionar como unidad quirúrgica de cuidados intensivos. Al principio, la sonda nasal que habían escogido era tan gruesa que se cubrió de sangre cuando fue sacada. La dosificación de psicofármacos que se añadió secretamente era superabundante: convulsiones, sensaciones corporales erróneas [Missempfindungen], sequedad bucal y vértigo.
Pero entretanto, la táctica médica se encogió por salud reduciéndose a tacto médico, la Iatrarquía fracasó a causa de la patopráctica, y la táctica médica de privar al patopracticante de todo y todos se estrelló bajo el ataque llevado a efecto por la enfermedad. El médico, un cirujano, como señor de la tortura, había escogido cuidadosamente el lugar y las herramientas, y también a los esbirros para la tortura. Pero mientras que los últimos golpeaban, amarraban y arrastraban al prisionero hacia el potro de tortura, él, el médico, herido y ofendido por la fuerza de la enfermedad [gekraenkt], se mantuvo alejado, tras puertas cerradas, mientras lloraba y fumaba un cigarrillo tras otro.
Sadismo, amor y compasión se agotaron al final. Enfermedad era el orden del día. Inclusive se propagaba entre el personal de la prisión. Las bajas por enfermedad se amontonaban. La tortura por nutrición forzada se ejecutaba ahora sólo esporádicamente.
Allí donde la resistencia del paciente es un hecho material, allí se puede aplicar la patopráctica como palanca. En consecuencia, también detrás de los muros del asilo y de instituciones similares. De lo que se trata y lo que importa es de convertir la Iatrarquía misma en un caso clínico y criminalizarla desde el exterior [die Iatrarchie von aussen klinisieren und kriminalisieren]. El blanco de la clinización atacando con categorías médicas [Klinisierung] es el complejo judicial; el blanco de la criminalización [Kriminalisierung] es el complejo médico. De esta manera, la Iatrarquía es dividida y derribada. El poder es rearcaizado a magia y la violencia a un "valor" insano (!).
El paciente hospitalizado rechaza intransigentemente tomar cualquier medicina. Él ha hecho transmitir una declaración por escrito a la administración según la cual denunciará al médico ante la justicia penal por grave lesión corporal, en caso de un tratamiento coercitivo.
Tarde o temprano la autoridad judicial reaccionará abierta y públicamente de
una manera médica, y el médico abierta y públicamente de una manera criminal. La
enfermedad por tanto ha conseguido romper la estructura de valor, la completa
charlatanería de la Iatrarquía, en un importante punto de costura; ha conseguido
retransformar a los juristas en casos clínicos y a los médicos en perros
sanguinarios blancos .
Al respecto el siguiente ejemplo: Desde octubre de 1976 14 pacientes confinados
detrás de los muros de un manicomio hacen una huelga colectiva contra las drogas
médicas [Medikamentenstreik]. Pacientes de Frente, apoyando su huelga
desde el exterior, fueron informados de que ellos mismos estaban siendo espiados
dondequiera que iban, desde un apartamento arrendado secretamente con el
propósito de espiarles usando instrumentos y aparatos transportados en un
camión. El jefe de psiquiatría, debilitado por la resistencia de los pacientes y
mantenido en jaque continuo por la fuerza liberada y desencadenada de la
enfermedad, había persuadido al Ministerio de Justicia de la región de que era
urgentemente indispensable la detección precoz, a través de diagnósticos del
comportamiento, de la resistencia "afirmativa a la violencia" de los pacientes
fuera de los muros del hospital y el almacenamiento de los datos
correspondientes. El parlamento y la prensa no tenían nada que objetar.
En vista de aquello, en el día de San Valentín un paciente pasó por las calles y
los edificios públicos distribuyendo flores. Como era de esperar la policía le
arrestó temporalmente por llevar puesto un hábito de monje. La prensa y el clero
hicieron investigaciones dondequiera indicado, provocando un inmenso escándalo a
la policía. Porque todo el asunto no guardaba relación reconocible con la
política. Pero los informantes y los espías de los perros sanguinarios blancos
guardaron su basura diagnóstico en furgonetas y desaparecieron huyendo a la
desbandada. Su escondite había reventado [geplatzt]
irremediablemente.
Desde ese día los dos abogados que trabajan en llevar adelante la resistencia de los pacientes, son persistentemente amenazados cada vez más y más con una prohibición oficial de ejercer la profesión [Berufsverbot]. Les han citado ante el tribunal disciplinario del Colegio de abogados por ofender a autoridades judiciales [Ehrengerichtsverfahren wegen Kraenkung der Justiz]. Para construir esta ofensa bastaron 11 "injurias" en 4 años: así, por ejemplo, que los abogados escriben "casa de locos", en lugar de clínica psiquiátrica; que atacan a las autoridades judiciales como "apéndices vermiculares del poder médico", en lugar de atacarles, por lo menos, como monopolio estatal de violencia, etc.
El sitio [Platz] de los dos abogados del lado del Frente de Pacientes sigue. Sigue cerrado para la Iatrarquía.
Comparado con esto, los barullos contra las plantas nucleares y la destrucción del medio ambiente, desde el punto de vista de los pacientes, parecen iatrárquicamente limpios de patopráctica [heilsgewaltig rein von Pathopraktik]. Aquellos contestatarios tienen en sus cabezas su salud individual, la cual en realidad no es más que vida explotada y violentamente oprimida que, por tanto, no es en absoluto vida: por el contrario, es valuta de la muerte en los campos de batalla [Walstaetten] * del actual poder violento de la clase médica [Heilsgewalt].
Incluso expertos interesados en la etimología, podrían haberse sorprendido antes que nosotros: de lo que se trata aquí es de cadáveres, que sin embargo no son nuestro tema en el presente texto. Según la raíz indoeuropea de la palabra Gewalt ("Violencia"), todo, es decir todo "-wal-", todo "valor", es decir todo "-wert-", y toda "Ver-wal-tung" (administración), todo "in-vál-ido" , no es más que un requisito de casa mortuoria. Por consiguiente, desde la óptica de la Iatrarquía autocrática y omnidominante, a lo largo de la historia real entera la vida se reduce, desde la cuna hasta la tumba, por ejemplo, a "la obediencia de cadáver". "Amigos, la vida vale la pena ser vivida". ¿Así es? ¿Realmente? ¿Y vuestro orgullo, vuestra omisión de sacudir y de lanzar fuera el yugo de esta tiranía, para que realmente tengáis derecho, por primera vez, de hablar de libertad, sí, dónde ha quedado vuestro orgullo?, ¿en qué "walstatt (campo de batalla), en qué fábrica-de-adaptación, en qué "Wa-h-l-Urne" (urna electoral) , en qué urna "democrático-liberal" de "su" "votación" ("Wa-h-l") "secreta" ha quedado vuestro orgullo? El secreto es: ¡No hay secreto alguno! (Nota añadida en 2002)*
En la cabeza de los defensores y responsables de aquellas centrales nucleares está la salud universal, el mismo fantasma nazi-biologicista. Ambos lados están basándose objetivamente en la misma ética médica redoblada, un conflicto que ningún médico, enfrentado con la patopráctica, puede soportar: se basan en la incompatibilidad fundamental entre bienestar individual y salud pública. Ambos lados tienen sus médicos y ambos están sujetos a su magia. Ambos lados cuidan su "salud" y glorifican el poder violento de la clase médica [Heilsgewalt]. De momento, el médico es quien todavía les aleja sus preocupaciones por su "salud", es el super-dispositivo-de-eliminación [Superentsorgungsanlage] de sus preocupaciones. Pero bajo mano ya está aplicando la biotecnología; es el criador que de fragmentos de coli-cromosomas y de cristales* sintetizados está cultivando material humano tan duro como el acero de Krupp y tan sano como una manzana [kern-gesund]; es el domador y castigador [Zuechtiger ] que corta, hierve y envenena, traspasa los límites y las fuerzas [entkraeftet und entgrenzt] de cerebros, corrientes cerebrales, lo hipnótico y lo hipofisiario.
Escrito en 1977*
Pero quien ataca en el ético del absurdo o en el aplicador de la ciencia y en el responsable de la biotecnología al médico [Arzt], no sólo le retira la confianza. Sino que le separa, en primer lugar, de la enfermedad en la cual toda práctica médica tiene su pretexto; en pocas palabras: retira el suelo de los pies de la clase médica infligiéndole así una ofensa mortal [kraenkt sie toedlich]. Y el médico por su parte, obligado a retirarse y a buscarse pretextos acudiendo a la biotecnología y a la ética médica, contribuye, sin quererlo, decisivamente a la derrota del sistema y de su clase. En similares dificultades se metió la clase aristocrática en los tiempos de la Revolución Francesa de 1789. Viéndose obligada a rendir cuentas de sus actos por los empobrecidos, la aristocracia podía aportar únicamente la bio-ingeniería, en aquellos tiempos la cría de animales, como prueba a favor de su descendencia de sangre azul. Justo como el clero hizo con su ética de fabricación casera, con el objetivo de derivar de Dios el derecho divino de reyes y clérigos. Eso fue el principio del fin.
Ya sea la que aplica la cultura de la salud [Heilskultur] o la que
supuestamente aleja los daños a la salud: solamente al dirigir los ataques
contra esa clase médica, las plantas nucleares pueden volverse un punto de
ataque antagónico-material [gegen-staendlich], solamente así la
bio-tecnología puede ser destruida y la violencia y el poder pueden ser
derribados. El ataque contra la clase médica llega al corazón del asunto, a su
núcleo, siempre que y debido a que la batalla se libra con y por la enfermedad.
Porque la enfermedad tiene la fuerza requerida para causar un cambio
revolucionario, la fuerza como momento de giro [Krankheit hat Kraft zum
Drehmoment]; enfermedad es la fuerza omnímoda que se extiende sobre y supera
todas las barreras, la materia, la energía, el espacio y el tiempo: la
enfermedad es aceleración absoluta, velocidad de la luz, tanto en el interior
como en el exterior, fisicalmente tan abstracta como concreta con respecto a la
sociedad entera.
Fuerza no es ilimitadamente (schrankenlos) masa multiplicada por la
aceleración (F = m x a) [Kraft = Masse x Beschleunigung, K = m x b], no
es nada mecánico, no es nada maquinal, ni siquiera está ya en casa en la Física.
El hogar de la efectividad real, el que engrapa y engancha fuerza y
barrera inseparablemente una con la otra: la central a-tómica como tal, es
enfermedad. El resto es, en el mejor de los casos, un pretexto para las
técnicas, políticamente camufladas, de la toma total del poder por etapas y es
Iatrarquía ya desde el comienzo.
Por consiguiente: callejón sin salida o patopráctica.
Aplicar enfermedad. Herir por enfermedad, [kraenken]- a sí mismo, a quién, con qué, a través de qué – de eso trata este texto. Los fundamentos estratégicos respectivos se encuentran en IATROCRACIA A ESCALA MUNDIAL. Con respecto a las conexiones políticas, económicas y teóricas, dan una orientación las Documentaciones del SPK y SPK – HACER DE LA ENFERMEDAD UN ARMA. Allí, el enfoque principal se puso en el iatrorracismo y en la expropiación de la enfermedad. Aquí de lo que se trata es de hacer de la enfermedad un hecho material, de materializar y de realizar la enfermedad [Krankheit zu ereignen, das heisst Krankheit zu realisieren].
¿Pero, puede la enfermedad hacer otra cosa que herir [kraenken]? Si
herir por enfermedad no se toma como una expresión vacía de
contenido, sino como palabra con contenido, como verbo [Zeitwort] para
actividad cumplida, unitaria y coherente, es decir: como verbo de la actividad
de la enfermedad, entonces herir por enfermedad es una realidad llena
hasta el borde [randvolle Wirklichkeit] [pure Wirksamkeit,
Aristóteles]. Eficaz ha sido cada vez únicamente lo que continúa hiriendo por
enfermedad.
Una advertencia al respecto: sospechosos de enfermedad, o por lo menos preñados
de materialismo son todos los procesos de la especie, de nutrición e incluidos
los procesos sensoriales [Gattungs-, Ernaehrungs- und Sinnesprozesse],
todos estos "casos-límite", en pocas palabras: todo lo malo [alles Schlechte],
por no hablar de todo lo que está relacionado con los asuntos sexuales [Geschlechtliche]
(compárese: malattia, maladie). Y esto incluso desde
una óptica médico-filosófica y por consiguiente desde la óptica "sana" (véase V.
von Weizsaecker y Ludwig Feuerbach).
Sin enfermedad no existe ningún mundo, ninguna realidad, ninguna orientación.
En todos los ejemplos mencionados antes, lo que hiere y ofende por enfermedad,
lo que hace de la enfermedad un hecho material, lo que materializa y realiza
la enfermedad, no es otra cosa que la confrontación física cuerpo a cuerpo
en la cuarentena de la prisión y del hospital, una confrontación hiriente
dirigida contra el médico. Llegando más allá de los muros, es decir,
atravesando los muros completamente.
Donde se ahorra o se evita dicha confrontación directa, no existe enfermedad activa [ist es mit Krankheit nichts]. Es decir: En lugar de herir, la enfermedad fallece en salud: fallece, formando parte en la eterna muerte del proceso capitalista de explotación y valorización [kapitalistischer Verwertungsprozess]. De esta manera la enfermedad es de la muerte, i.e. es del médico [sie ist des Arztes, i.e. sie ist des Todes]. El médico es el ejecutor, el producto y el administrador de la enfermedad que se muere [Verweser der sterbenden Krankheit]. Como valor que da forma a todo [alles ueberformender Wert ], como arché tes archés (¡Aristóteles, hijo de un médico!), el médico es el productor universal de la muerte. El lugar de la confrontación corporal está ocupado por el juego libre de los valores, el cual es un juego arcaico, metafísica tangible, pero que todavía es determinado como violencia, siendo así subdeterminado. El lugar del hecho material (y no existe ningún hecho material, ninguna materialización ni realización sin enfermedad activa) está ocupado por el poder [An die Stelle des Ereignisses tritt die Macht]. El poder, bien entendido, es lo sano como un producto artificial (¡y no existe ningún otro!), es el enorme artefacto fantasmagórico, no es ningún hecho material, sino que es expropiación de la enfermedad hiriente [Enteignung der kraenkenden Krankheit]. "La violencia" es, contrario a todas las reglas de la física, el potencial de valor de este poder. Más allá de su sobrevalorización, el poder no hace nada en absoluto.
Toda productividad viene de la enfermedad. Tanto la casualidad [Zu-fall] como la basura, los desechos [Ab-fall]. El espacio y el tiempo matan al ser humano, podría pensar el médico incluso con Hegel y viene prescribiendo la cuarentena. Pero si el camino de salida de la tortura está empedrado con médicos rotos, entonces la enfermedad fue más fuerte.
Cada cual que saca la consecuencia patopráctica de estos hechos materiales, elimina las palabras poder y violencia de su vocabulario, sabe que poder y violencia son sustituidos por Iatrarquía, convierte la palabra en ataque [Widerstreit], activa la enfermedad y destruye la Iatrarquía, en lugar de reaccionar a poder y a violencia, sea únicamente en sus pensamientos.
Hay antiquísimas reacciones a enfermedad, e inclusive las habrá todavía más
antiguas.
La guerra, la más antigua Iatrarquía, cuyos orígenes se remontan a unos 60.000
años atrás. El Consejo Genético Mundial, la Iatrarquía incluso todavía más
antigua, logra la perfección sólo a partir del año 2000.
Entretanto, la enfermedad ha resistido [verkraftet] el Estado primitivo,
el Estado Ur [Ur-staat: estado primitivo ], el poder ejecutivo del
Estado [Staatsgewalt] y las superpotencias, el comercio mundial y muchas
cosas más.
No sólo los ha resistido [verkraftet], sino que los ha creado como su
contra-proyecto [im Gegenwurf hervorgebracht], y, lo que es más y pesa
más, porque hace todo más ligero, facilita todo: se está convirtiendo en el
principio omnipresente del cambio revolucionario, se está convirtiendo en
especie humana [menschliches Geschlecht].
No porque las condiciones de vida estén siendo más "humanas" [nicht, dass es
menschlicher zugeht], sino para desmarcarse y distanciarse contra la
Iatrarquía y para materializar la enfermedad patoprácticamente en todo contexto
y en todas condiciones. Hacia la ubicua solidaridad en y por enfermedad, una
solidaridad que realmente incluye a todos y a cada uno, y por tanto inclusive al
mundo y al cosmos [das All und das Alles]. Esta solidaridad es la
fuerza-en-tensión en el desgarramiento [ist Spannkraft in der Zerrissenheit],
es intensidad de cabo a rabo; una intensidad demasiado intensa para ser aún
"humana". Demasiado humana para ser capaz de degenerarse, de salirse de la
especie [zu menschlich, um aus der Art zu schlagen].
Porque el crecimiento y el fortalecimiento continuos de la enfermedad ha de
añadir una nueva variante a la Iatrarquía para superarla: el sexo clonal [unmenschliches
Geschlecht].
Ante esta variante de la Iatrarquía, el poder, la violencia y las guerras no son sino moscas efímeras y atavismos, es decir el retorno mutacional, pero completamente sin consecuencias, retomo de lo que, desde la óptica médica, ha sido una mala costumbre sin tacto de los antepasados y que sería un desacierto finalmente ineficaz incluso como una nueva guerra mundial.
Desde el punto de vista patopráctico, es decir: en realidad, la guerra ha sido, comenzando con las más antiguas rivalidades tribales, Iatrarquía, un arma asesina contra la enfermedad en manos del mago "de turno", el poder violento de la clase médica [Heilsgewalt] contra la solidaridad creciente en la enfermedad, el medio de reproducción del potencial arquiátrico de valor (violencia [Gewalt] desde el campo de batalla [Walstatt] hasta Walhalla) y de su efecto de sanación [HEILswirkung] (magia), la reversión de la fuerza fusionante de la enfermedad hiriente [Verkehrung des fusionierenden Kraenkens, fusionierend: compare: Jean-Paul Sartre] en repercusión y reacción, en la disposición del morir solidario.
Las más reciente hipótesis etnológicas (compárese P. Clastre), que pretenden ser crítica fundamental y según las cuales la guerra y la agresión impiden el desarrollo de un orden social de valores (sistema de caudillos y jefes de tribus, etc.), mientras que el Estado y la economía por su parte impedirían las guerras y por consiguiente promoverían el desarrollo de jerarquías, no ha podido, sin embargo, evitar mencionar y destacar explícitamente al chamán como el detonador inicial de estos procesos sociales. Pero ni una palabra sobre el propulsor de esta cadena de reacciones, ya sea la enfermedad o ¿qué si no?, ya que no han podido evitar mencionar al chamán. Ni una palabra al respecto. Pero sí, al margen se habla de patología social al estilo de "pueblo sin espacio" [Volk ohne Raum].
Por consiguiente un ejemplo de neomalthusianismo iatrárquico en el conjunto de hallazgos que, patoprácticamente, ni siquiera son aptos para ser generalizados en una teoría, e insinuaciones cuyo hilo conductor es el cambio sucesivo de un modelo de salud a otro. Pero como queda dicho: Acabado con la dichosa santa guerra, que fue la guerra como sanación y salvación porque solucionó y saneó los problemas de la clase médica gobernante [der Heilsgewaltigen], acabado incluso con lo in-santo, dicho in-sano (Un-Heil). Considerándolo todo, el poder ya no puede conseguir nada, e inclusive la violencia tiene su valor sólo en el nombre [Gewalt hat ihren Wert nur noch im Namen].
Malos tiempos para los epígonos de Nietzsche, si la Iatrarquía no puede más ocultar su apariencia [Schein] reactiva a la enfermedad, cuando la enfermedad es reflexiva, doble afirmación. Es como para ablandar piedras, así de malos son los tiempos para los epígonos de Nietzsche, cuando con el diablo en el cuerpo predican promiscuidad con cristales y ponen a la especie humana, en forma de Madame Maladie, en el rincón derechista [... und das menschliche Geschlecht in Gestalt von Madame Maladie in die rechte Ecke zu stellen], pero que en cambio, ¡ay de Nietzsche! hacen la calle para la Iatrarquía. Ésa es la consecuencia de no querer admitir que es la Iatrarquía la que, sólo desde unos siglos, es forzada por la enfermedad a buscar su salvación en la demonización de la especie humana. ¿Dónde si no ahí? (El proceso de crear la especie humana es factible por medio de la enfermedad y únicamente puede realizarse de esa manera). Después de todo, el sexo clonal todavía no es completamente sintetizable. El proceso de la especie todavía no puede reducirse a la salsa primordial de material cristalino genético, rayos y corrientes, yendo atrás de y descartando al ser humano social. (El proceso de crear la especie humana es factible por medio de la enfermedad y únicamente puede realizarse de esa manera).
De todos modos ya está moviéndose algo. E incluso sin pulsar botones de
electrodos.
Con cuarentenas durante largo tiempo y sin ningún esfuerzo, el médico consigue
aparear gravedad con ingravidez, calor con escalofrío y disecación con
hidropesía. Y sucede el milagro metafísico: los elementos inhumanos paren
crías. Se multiplican como si se hubieran vuelto locos. O como el dinero
invertido, cuando, como si "por obra de la fuerza", se multiplica e incuba
plusvalor. Este juego sexual desviado (de la especie humana) y por lo tanto
perverso, una de las más recientes adquisiciones médicas, y al menos ya años-luz
y eras-cósmicas vuelto atrás de la historia humana, es, pero no sólo y
exclusivamente por esta razón, Iatrarquía. Para ser salud pura –porque ésta es
una condición indispensable de la Iatrarquía– la Iatrarquía no debería tener a
la enfermedad delante de sí, enfrente suyo, ni mucho menos debería tener la
enfermedad en contra de sí, sino que debería ser inmune contra las ofensas y las
heridas que le hace la enfermedad [muesste sie gegen Kraenkung gefeit sein].
Quien ha podido seguir –aunque sea superficialmente– la casuística expuesta
en la parte central de este tratado, tendrá al menos un vago presentimiento de
que todavía no es de ninguna manera así.
Pero, lo que caracteriza a este juego sexual de los elementos no obstante como
Iatrarquía, -un juego sexual que, superficialmente, parece nazi, pero que,
mirándolo bien, sorprendentemente no tiene nada de ario –, son los "hallazgos
clínicamente poco llamativos". Pero son poco llamativos sólo gracias a los
efectos de la enfermedad. La prueba para ello es la posibilidad de la
patopráctica, la enfermedad singular apareándose con la especie humana*, la
enfermedad hiriente y la rehumanización superando y sobreponiéndose a la especie
clonal. [Der Beweis dafuer ist die Moeglichkeit der Pathopraktik,
Selbstbegattung in der kraenkenden Krankheit und Wiedervermenschlichung in
Ueberwindung des unmenschlichen Geschlechts.]
El lograr de la especie humana está vinculado con el cómo de colectividades basadas en la enfermedad … porque, ... en las palabras de HEGEL, deletreadas a mi propia manera: "Krankheit ... das INDIVIDUUM, sich gleichsam mit sich selbst beGATTEND", para añadir: .. unTEILbar unHEILbar. ("Enfermedad… el INDIVIDUO apareándose (ESPECIE) en cierto modo consigo mismo", para añadir: .. noSEPARABLE, noCURABLE). (Compárese el prólogo de Hacer de la Enfermedad un Arma, por Huber PF/SPK(H) WD, Dr.med., ass.prof.)*
Si, por lo demás, del lado médico no se pueden efectuar ningunos o sí cualesquiera hallazgos, entonces no es necesariamente debido a la buena o mala voluntad. Que guerras, campos de concentración, prisiones, manicomios y así llamados "escondites clandestinos" son sanos, o, en cualquier caso, más sanos que todos sus esfuerzos, el médico no es renuente a admitirlo. Porque no se atribuye a sí mismo el mérito de este tipo de poder violento de la salus [Heilsgewalt]. Pero está completamente equivocado, a propósito, como se ha expuesto antes.
Pero que esta salus es socavada y minada por la clínicamente intangible enfermedad, por la enfermedad por antonomasia, la cual a despecho del dinero, de las buenas palabras y del amor, se impone y mantiene la ventaja, este hecho él lo ha reconocido desde hace más de 30 años. Se trata del cuerpo en cuarentena (no krank, no enfermo, sino patopráctica, celta y marcialmente: cranc), del cuerpo en cuarentena del que se dice que "ya no recurre a, ya no recae en las normas de conducta que están a disposición de aquellos que son definidos como enfermos por el médico".
A aquel cuerpo la Iatrarquía le estigmatiza como impertinente, atrevido, roto y repugnante, porque la deja sin habla, sin su terminología médica. Éste es el caso, a más tardar, cuando el cuerpo en cuarentena -estigmatizándose a sí mismo- confronta a la corporación médica con una lucha cuerpo a cuerpo.
Contenido:
PF/SPK(H)
Huber
1977
Traducción:
PF/SPK EMF Colombia
PF/SPK EMF Espa
Redacción final: Huber
KRANKHEIT IM RECHT