Es la primera vez que se nos pregunta por el SIDA. Por supuesto hemos leído los informes y artículos acerca del SIDA y hemos escuchado con atención cuando se hablaba de ello. No sólo desde hace siete años mucha gente viene a nosotros para buscar una solución a sus problemas vitales que están relacionados con los médicos. Hasta ahora nunca hemos visto a alguien con SIDA. En un informe de una revista sobre un simposio sobre el SIDA, hace unos años, se ha escrito que a un participante, empeñado en una ayuda práctica, se le había ocurrido el hace mucho ya una vez existente COLECTIVO SOCIALISTA DE PACIENTES, pero nada más con respecto a nuestra dirección. En eso se ha quedado y así resulta que ahora a toda prisa no tenemos a mano ninguna toma de posición elaborada especialmente sobre este tema. Pero pudimos recoger nuestras ocurrencias apuntadas en ocasiones y nuestras primeras reflexiones que se produjeron suscitadas por otros preparativos colectivos.
Nuestra impresión general (allgemein) es la de una impresión general (allgemein = implica también algo que tienen todos en común). Nada más. Ahí está algo que está totalmente en las garras de la clase dominante que es la clase médica; ninguna información, sea del lado del que provenga, sirve, y ahí estamos nosotros que nos hemos desacoplado ya desde hace mucho, con respecto a la ideología, sexualidad y economía, de los imperativos y de las usanzas del sistema. Para el primer entendimiento interno hemos hecho por consiguiente con respecto a este tema dos lemas de los cuales el primero dice: AIDS = Arzt in den Sarg (SIDA = Sepultad Inmediatamente a los Doctores en el Ataúd); el segundo: AIDS (= SIDA) como Aetsch (= ¡Fastídiate!).
Pero lo que forma también parte de la impresión general es la palabra clave: cambio (Veraenderung = revolución en virtud de la enfermedad). Porque los cambios relacionados con la expresión SIDA son demasiado generales en su extensión empírica para ser irrelevantes. Después de todo lo que creemos que se puede suponer como seguro es que muchas personas al principio envejecen antes de tiempo en pocos años de una manera inusual y se mueren de una manera usual (¡ y esto no sólo no a consecuencia de, ni mucho menos del "SIDA"! – ).
Como comparación: Se puede conservar la leche sólo cuando está estéril, calentita como de vacas recien ordeñadas (kuhwarm), se vuelve rápidamente ácida. La gente puede tomar posición con respecto a los cambios, entonces está enferma. La leche no, porque en el caso de la leche se trata de prácticas de contagio y del impedimento del contagio y no se trata de enfermedad en relación consigo misma. Lo que es llamado SIDA es un cambio fuera de toda relación, por consiguiente un cambio absoluto, pero también sin relación alguna con enfermedad. Conforme a esta impresión general el SIDA sustituye a la enfermedad y a la revolución y lo que resulta de esta sustitución es exclusivamente para el médico. También por eso no podemos decir ni siquiera con seguridad si lo que se llama SIDA pertenece a la enfermedad. Sí, más bien quiza' para algunos de la clase médica que reaccionan ante ello como si se sintieran afectados por la fuerza de la enfermedad. Son entonces estos cuantos médicos los que, preocupados por su propio estatus médico y por la conservación de esta clase en general, aconsejan a pacientes, por ejemplo a no ir al oftalmólogo y a preferir perder la vista en un ojo en vez de recibir un "trasplante contaminado"; a no ir al dentista por estar en circulación coagulantes de sangre contaminados. Pero esto no quiere decir nada en absoluto. A lo sumo se trata del hecho de que la clase médica sigue siendo también en este asunto iatrocracia mundial, mucho antes de que haya existido siquiera una clase de pacientes entre cuyos variopintos comienzos, en abigarrada mezcla, nos contamos también nosotros. Los pacientes por sí solos no tienen con ninguna enfermedad una autorrelación que no sea una relación médica, y tampoco tienen relación alguna con el concepto de la enfermedad en general. Todavía menos, por consiguiente, con el asunto llamado "SIDA".
Sólo en dos casos ha venido gente, y precisamente por algo muy distinto, tratándose, eso sí, de temores en dirección al SIDA. Una de las dos mujeres temía contagiar a sus niños, pero al mismo tiempo le habría gustado tener SIDA una vez, es decir: permitirse "esta experiencia vital". La otra mujer, unos años antes de conocer algo sobre el SIDA, se había dejado interrumpir un embarazo, en su consultorio, por un ginecólogo del cual no podía excluir que hubiera sido "gay" y en el cual ella como mujer tenía, exactamente por eso, confianza.
A las dos en un principio no les hemos disuadido en nada, no les hemos sugerido nada, sino que, después de haber averiguado el momento exacto de la duda de si tenían SIDA o no, hemos hecho lo que se llama usualmente un horóscopo. Después les hemos explicado en términos de la enfermedad que y por qué desde la perspectiva de las estrellas y según la llamada teoría de ritmos del astrólogo muniqués Wolfgang Doebereiner, estaban bajo exigencias de cambios revolucionarios exactamente durante los tiempos cuando se dieron cuenta de eso con el SIDA. Seguimos explicándoles que sus temores, sus fobias y sus deseos extraños eran absolutamente fundados, pero que y por qué en su caso particular sin embargo no podían producirse los cambios corporales específicos correspondientes al SIDA. A cada una de las mujeres hemos dicho las correspondencias sustanciales de su patrón básico astropático correspondiente, y a continuación ellas se procuraron por decisión propia de lo necesario para encauzar el asunto por el buen camino, lo que al mismo tiempo ofrece una protección que es una protección iatrócida, y sólo esto es lo que importa. Los escándalos con las transfusiones de sangre todavía no eran conocidos en aquel entonces. A una de las mujeres, por lo demás, le esperaba un examen médico forzoso con una toma de sangre, un examen obligatorio para el ascenso profesional. Por eso hemos hecho más de lo necesario y hemos organizado bajo los criterios rigurosos del control por pacientes, la realización de un test de SIDA. El resultado del test fue, como era de esperar, negativo, es decir que ha confirmado nuestro método astropático. De todo esto hace ya muchos años y las dos mujeres se dedican mientras tanto a sus intereses habituales y parece que tampoco con respecto al SIDA se haya añadido algo más.
Hasta aquí acerca del tema del SIDA nuestro saber seguro que hemos aprovechado la ocasión para contactar con tal de que sea fiable y auténtico. Por último las frases siguientes de nuestros apuntes que tal vez puedan ser igualmente una orientación: