An die
Staatsanwaltschaft
am Landesgericht Korneuburg
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A-2100 Korneuburg

A la Fiscalía
de la Audiencia Provincial de Korneuburg
Hauptplatz 18
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Austria

                                                                                                                                                       09.05.1999

En relación con la acción de expulsión el sábado 1.5.99 durante la cual el Sr. Marcus Omofuma fue asesinado, presento yo una
                                                                                denuncia
e interpongo una
                                                                            querella

respectivamente contra el médico/la médico de policía responsable.

Por los medios de comunicación, respecto al suceso arriba mencionado, he sabido que el Sr. Marcus Omofuma de 25 años de edad, se asfixió de una forma atroz en la tarde del sábado 1 de mayo de 1999 durante el así llamado vuelo de expulsión de Viena a Lagos vía Sofía, después de haber sido amordazado con cintas adhesivas en la boca por los tres funcionarios de policía vienesa de extranjería que le escoltaban, porque supuestamente el Sr. Omofuma había mordido a uno o varios de ellos.

Según se dice las heridas habían sido atestadas por parte del médico oficial. De esto no se puede deducir de quién provienen los mordiscos atestados. En general es así que los médicos no hacen pesquisas sobre cómo se han producido las heridas que ellos atestan. La fórmula tipo correspondiente en atestados médicos dice más o menos así: "Aparece el Sr. M. Declara que su mujer le haya pegado. En la parte de la mejilla llama la atención una ligera abrasión y rubefacción".

Esto significa: el médico se limita a protocolar una declaración oral. Ni más ni menos. De todos modos el atestado del médico oficial no excluye en el caso presente la posibilidad de que los funcionarios de policía se hubieran mordido ellos mismos mutuamente. Aunque ésta parezca una posibilidad lejana, sin embargo no se puede excluir. Precisamente y sobre todo refiriéndose al atestado del médico oficial.

Según los medios de comunicación un médico oficial ya había comprobado en la prisión que el Sr. Omofuma tenía una enfermedad respiratoria crónica, es decir, asma. Desde el principio la policía sabía entonces durante toda su acción que en el caso del Sr. Omofuma se trataba de un paciente. Además a esto se añade que según una respuesta reciente del ministro del interior a una interpolación de los Verdes, los presos expulsables en Austria con bastante frecuencia se ponen ellos mismos en peligro* . Evidentemente el Sr. Omofuma tenía que ser considerado enfermo, y en consecuencia como paciente un médico tenía que preocuparse por él.

*Por no hablar de que esto es una sangrante tergiversación de los hechos que camufla las humillaciones, malos
  tratos y torturas a los que están expuestos tanto aquí como muchas veces en su país de origen.
¡La superación de situaciones médicas de urgencia va mucho más allá de la competencia de las policías de extranjería! ¡En asuntos médicos es exclusivamente competente el médico!

Se requería entonces urgentemente a un médico, y éste fue en el contexto presente de una "expulsión", sin duda alguna , el médico de policía competente. Sin embargo yo no podía enterarme en ningún sitio de que un médico de policía hubiera estado presente desde el principio durante la acción o hubiera sido llamado. ¡Precisamente esto habría sido requerido irrefutablemente!

El médico de policía es en primer lugar un médico, y como tal tiene obligaciones para con el paciente y nadie más según el reglamento profesional, código deontológico y el Juramento hipocrático.

En la opinión de los funcionarios, el Sr. Omofuma era alguien a expulsar, de quien desembarazarse, y en el interés del orden y de la seguridad, dado el caso, también alguien a asfixiar. Pero para el médico él era un paciente, su paciente, por cuyo bienestar él, el médico, era responsable, a quien tenía que proteger y en caso de urgencia -¡y esa urgencia sin duda alguna existía aquí!- protegerle también contra la policía.

De sucesos como éste el médico de policía es responsable. El es responsable igualmente si no hace acto de presencia, él es responsable igualmente si participa durante la operación en el lugar o no. Es él quien dirige la operación y decide el procedimiento, no importa que esté presente o esté ausente y haya dado previamente ya mano libre a los policías mediante declaración de conformidad en blanco incluso para matar al paciente (haciéndole callar).

El "taponar" la boca con cintas forma parte de la rutina diaria de los policías desde hace mucho tiempo. Esto lo saben también los médicos de policía, quienes en toda irresponsabilidad son responsables de todo, y que son la buena conciencia por decirlo así para cada "legítima defensa", "sucesión de circunstancias lamentables", etc.

Según la ley el médico de policía tiene una así llamada posición de garante. Esto significa: el médico tiene que encargarse de que la policía tratando con un enfermo trate a este enfermo conforme a su enfermedad. Si alguien está enfermo, lo que evidentemente era así en el caso del Sr. Omofuma, únicamente su enfermedad es lo  determinante para el proceder correspondiente.

En general es así que puntos de vista de persecución por vía penal, puntos de vista de la seguridad y del orden y otros, están en este momento sin vigor. La enfermedad rompe el monopolio estatal de emplear la fuerza. Incluso sólo según las leyes, la enfermedad ha de ser el criterio prioritario y decisivo en todo proceder estatal y policial y no, como en el presente caso, la imposición y consecución del monopolio estatal de emplear la fuerza en forma de una expulsión sin reparar en los medios. La prioridad de la enfermedad ante los puntos de vista de persecución por vía penal y de la llamada defensa contra peligros, tiene vigencia no sólo en situaciones como ésta. Como es sabido la enfermedad tiene prioridad absoluta tanto en la policía como en la fiscalía y también en los tribunales* , donde por ejemplo, nadie puede depurar responsabilidades por vía penal en cuanto a sus actos si durante ellos se encontraba en un estado de enfermedad. Está absuelto de toda responsabilidad penal, no se le condena.

* A nivel jurídico se muestra esta propagación de criterios sanitarios, es decir médicos, actualmente en España: El
  control jurídico sobre la continuación o no del internamiento psiquiátrico dimite por ley, para ofrecer sitio al criterio
  médico (El País, 24.5.1999) Que esta medida priva a los enfermos entre otros de la posibilidad de interponer
  recurso,  ¡de eso no dicen nada! Es como si encomendaran las ovejas al lobo. Pero no se equivoquen, algunas 
  veces se esconde bajo la piel de oveja un cazador.
En el caso del Sr. Omofuma una enfermedad crónica respiratoria (Asthma bronchiale) había sido diagnosticada. ¡Por consiguiente había peligro de muerte! Fundamento de esta declaración: El Asthma bronchiale está relacionado con ataques de disnea. Estos ataques pueden durar días y terminan no pocas veces con la muerte del paciente (el así llamado Status asthmaticus).

Fue por consiguiente el Sr. Omofuma quien estaba en peligro de muerte desde el principio. De una manera bien conocida la víctima es una vez más convertida posteriormente en el culpable: decían que el peligro hubiera provenido del Sr. Omofuma, que hubieran tenido que contar con que al morderles infectara con "sida" a los funcionarios. Esta afirmación es puro invento. El Sr. Omofuma había sido reconocido por los médicos que le habían diagnosticado una enfermedad crónica respiratoria. Sin duda habían hecho un análisis de sangre al Sr. Omofuma como es de rigor. Si hubiera sido comprobada la así llamada por los médicos sintomatología "sida", se les habría comunicado a los funcionarios de expulsión. Nada es sabido de esto. Las conjeturas publicadas sobre el "sida" del Sr. Omofuma demuestran por consiguiente exactamente lo contrario, es decir, que en ningún momento al Sr. Omofuma le había sido diagnosticado el "sida".

La peligrosidad imputada al Sr. Omofuma -que fuera el portador de una epidemia mortal y contagiosa ("sida")- fue reforzada por el Director general de la seguridad, el Sr. Michael Sika, por sus habladurías respecto a "hechicería del vudú" de las cuales no se puede desprender si el Sr. Director general mismo cree en esta "hechicería del vudú" o no, tal vez porque él como centro europeo ilustrado, no cree de todos modos en nada en absoluto. Esto, en el presente contexto, puede quedarse en el aire. Pero lo que sí es cierto es que todos los involucrados en este asunto han aprovechado con mucho gusto la mentira podrida de una peligrosidad proveniente del Sr. Omofuma. Una "peligrosidad", que no es más que el fantasma de una infección de "sida", un fantasma invocado al fin y al cabo por los médicos mismos.

Por eso hay que preguntarse seriamente si las alucinaciones por parte de la policía al fin y al cabo no habían dado lugar a la mordaza del Sr. Omofuma y han causado por ello su muerte por asfixia -alucinaciones que en última instancia fueron y son producidas y puestas en circulación por los médicos, moneda corriente de todos los que se fijan en la salud, que produce efectos mortales.

Este efecto mortal tiene tendencia a propagarse al igual que una epidemia. En este contexto se cita a un funcionario que participó en la expulsión diciendo que él se iba a suicidar inmediatamente porque no aguantaba tener una vida humana sobre su conciencia. Demos por supuesto que este acto de desesperación hubiese tenido lugar en realidad: ¿Que sería de los familiares, qué efecto tendría esto sobre los colegas, amigos o conocidos? Por consiguiente hay que contar con más actos desesperados y seguramente aumentará la necesidad de terapia dentro del círculo de los afectados.

¿Hechicería? ¿Brujería? Da igual. Lo que sin duda sí es cierto: También esto les viene a los médicos como agua de mayo.
Nota: La franqueza quizá inusual de mis declaraciones se debe simplemente al asunto. Considero que la envergadura de la cuestión va absolutamente más allá del caso individual. La enfermedad bajo cualquier forma ha llegado a convertirse hoy en día para todos nosotros en el estado normal, y para muchos en el momento determinante de su vida. Es cruel, inhumano y una vergüenza que si ya se puede ir a la Luna, la sociedad en cambio no sea capaz de tratar con los enfermos -y eso de algún modo cada uno lo es- de otra manera que matándolos.

Seguramente tampoco es ninguna solución el pedir más médicos, más intervenciones médicas. En el caso del Sr. Omofuma no ha faltado la intervención médica porque había un reconocimiento médico. Y cómo funciona la "solución " médica de una expulsión han enseñado hace poco los médicos de un país sur europeo: envenenamiento con neurolépticas y somníferos, lo que significaba para muchos expulsados la "solución final" médica, porque a muchos de ellos les esperaba una muerte segura. Pero los médicos podían lavarse las manos, ¡al menos esto! Así pues los médicos no forman parte de la solución del problema, sino más bien son el problema mismo. Esto ya empieza con que los médicos convierten los efectos de la opresión y de la explotación colonial, por ejemplo en los países de donde provenía el Sr. Omofuma, en problemas de "desnutrición", "higiene", "diarrea", etc, -todos éstos son diagnósticos médicos. En base a estos diagnósticos se interviene en estos países de modo médico, desde la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud) hasta la Cruz Roja y los departamentos médicos de la O.N.U. Es un hecho archiconocido que por ejemplo el aumento llamativo de los casos de "asma" se deba al envenenamiento del aire y de los alimentos básicos por pesticidas y fertilizantes cuyo "grado de tolerancia" se basa en las "normas y parámetros sanitarios" elaborados por los médicos y sus huestes. Sin ir más lejos (los detalles se pueden leer en la bibliografía correspondiente), consta que la formulación de problemas políticos en términos médico-diagnósticos impide la solución sociopolítica del problema. Hay que recordar en este contexto también el hecho de que el descenso aparente de las llamadas epidemias populares en los países occidentales no se debe a los artilugios y a las intervenciones médicas, sino más bien a las luchas sociopolíticas de la gente oprimida, así pues de la mayoría, por mejores condiciones de vida -y todo esto a pesar de y en algunos casos contra los médicos. Pero lo que resulta de todos modos evidente es que en todas partes donde convive gente, la comunidad tiene que enfrentarse con perturbaciones y tiene que ser capaz de vivir con la enfermedad. En la medida en que una comunidad consiga esto o no, cada uno tiene un criterio para poder juzgar para qué sirve la sociedad correspondiente.

Hacia los prójimos que están necesitados de ayuda, existe por parte de todos la obligación de prestar auxilio. Pero -y esto ya sucedió- cuando en casos comparables amigos o conocidos querían comprometerse para una solución incruenta, aquéllos fueron rechazados. La razón: se decía que esto era asunto de los especialistas, es decir de los médicos que tampoco en aquella ocasión estaban en absoluto presentes. Esto significa: Por un lado los médicos reclaman encargarse de la enfermedad exclusivamente para sí mismos para explotarla, pero luego dejan al paciente colgado, por decirlo así, mientras que los demás, amigos/as, conocidos/as, solícitos/as bien intencionados están forzados a quedarse al margen.

Una resignación encogiéndose de hombros sería frente a todo esto una evasiva demasiado barata. De todos modos es conocido desde hace casi 30 años que esto puede ser también de otra manera. Bajo todo punto de vista es posible tratar con la enfermedad de totalmente otra forma. Desde 1970 el trabajo del Colectivo Socialista de Pacientes (SPK) es conocido públicamente tanto en Alemania misma como en el extranjero, y eso no solamente por el gran número de sus publicaciones desde entonces.

Desde aquella época y de forma creciente hasta hoy, hay para el trabajo del SPK un amplio apoyo de todas partes de la población que habían experimentado en carne propia la diferencia entre el tratamiento médico en la clínica y la consulta, y el trabajo totalmente distinto del SPK y que por interés propio se habían decidido como enfermos por el SPK. También existen documentos de terceros que certifican al Colectivo Socialista de Pacientes resultados que rayan -así literalmente- en curaciones milagrosas, lo que es, a decir verdad, una óptica que desacierta tanto la teoría y la práctica como la intención del SPK ("Hacer de la enfermedad un arma"), pero que tendría que ser como "éxito terapéutico sobresaliente" desde la óptica médica el único criterio determinante de juicio.

También es significativo que el filósofo francés y Premio Nobel  Jean-Paul Sartre hubiera invitado al SPK, tanto por escrito como públicamente, para que siguiera con su trabajo respecto a la enfermedad como lo más importante aquí y hoy en vista de la alienación total del ser humano, la cual es inteligible y superable solamente como enfermedad.

Por lo demás Jean-Paul Sartre rechazó el Premio Nobel tan sólo porque de no ser así se habría corrompido forzosamente con la mala compañía correspondiente. Pero buscar la compañía de enfermos, eso no lo rechazó, sino todo lo contrario, vio en el trabajo del SPK el criterio también filosófico para toda sociedad por venir, en la cual el ser humano es verdaderamente la medida de todas las cosas, y precisamente el ser humano enfermo.

En suma: Considero de gran importancia hacer hincapié en la responsabilidad penal del médico/la médico de policía respectivamente, y en mi opinión la exposición un poco más amplia forma parte, bajo todo punto de vista, de esta denuncia. En los medios públicos de comunicación casi nada de esto se publica. Porque los unos están en la oscuridad / y los otros están en la claridad / y se ven a los que están en la claridad / y no se ven a los que están en la oscuridad.

Le pido confirmar la recepción de esta denuncia y comunicarme el número de referencia bajo el cual se le da curso.
Las exposiciones presentes deben también ser cursadas bajo el punto de vista del Derecho disciplinario.
 

Quien quíera participar de una forma activa en esta denuncia, que la firme y la mande a la dirección mencionada.