Resultados provisionales en la guerra electrónica de clases
Italia retoma la enfermedad, |
Italien greift die Krankheit auf (Huber, 19.07.1984) |
En aquel entonces el mundo ya sabía mucho de la iatrocracia. Mientras tanto nuestro periódico electrónico (PF/SPK(H) en internet):
Un megaespectáculo médico-político fue eso. Un Tercer Reich nunca ha existido. En aquel entonces 275.000 niños inocentes (Unschuldskinder) asesinados. Hoy día 600 al año en Holanda. Dicen que estos niños pequeños (Kleinkinder) han dado voluntariamente su acuerdo a su asesinato. Esto es nuevo, nada más. ¿Para quién? ¡Para los médicos! (La Stampa).
El eutanazismo moderno es la religión experimental de los tontos. La enfermedad infantil se llama clase médica; habría que añadir a esto.
Como dicho, como escrito:
Italia retoma la enfermedad,
ya lo sabíamos, la SALUD (HEIL) palma.
La norma médica nociva como veneno mortal.
Los niños responden por sus padres.
PF/SPK(H), 25.03.2006
La con-siguiente pregunta de principios sobre lo iatroclástico [die Frage nach dem Iatroclastischen]: concerniente príncipe-idad [Prinzenschaft], príncipes y princesas, evoca al cuerpo flotando en suspensión [Schwebekoerper] de calor, mímesis y masas. En ningún caso al bufón de la corte, ni al mundano, ni al de Dios, ni Augusto ni Job. Porque: ésta, nuestra príncipe-idad, está dispuesta por enfermedad contra la Gestalt [ist der Gestalt abhold], y eso por principio. Así pues podemos suponer nuestra príncipe-idad en todas partes y en ninguna parte, pero en ningún caso individuada en la Gestalt y en los que representan la Gestalt [Sachwalter = administradores]: los arqu-iatras, en cualquier esquema de cultura y príncipe-ría. Nuestra exigencia consiste en incrementar el calor hasta tal punto que se convierta y se rebele en un estado de fiebre, superando los límites de cualquier estructura [Gestalt]. Incluso la tiesura y la rigidez [Starre] tienen que ser libres de la Gestalt, o al menos deformadas, pero nunca rigor mortis (rigidez cadavérica), más bien parecidas a una mueca sardónica [risus sardonicus, sardonische Grimasse], en caso necesario.
Nuestra príncipe-idad, nuestros cuadros, héroes y vanguardias, si se quiere, consisten en los monstruos termomiméticos, precisamente en los que exceden la capacidad de la computadora central y tanto más el poder de imaginación [Vorstellungskraft] del cartel de búsqueda y captura. El impulso interrogativo, el impulso mitomaníaco [der mythomane Fragetrieb], en tanto que piensa excepcionalmente (¡campo electro-magnético!, actualidad ignífera), en todo caso no piensa en absoluto en separar la príncipe-idad de las masas. Por ser enfermo [krankhaft] se alimenta de y consume todas las diferencias de forma, hasta el punto de olvidarse de sí mismo [zehrt er sehr selbstvergessen von allen Formunterschieden], fundiéndolas y convirtiéndolas, y, lo que es lo mismo, sigue alimentándose de ellas [zehrt auf], se olvida de la respuesta, quiere permanecer en la pregunta, hasta el rebosar hirviendo, y no responde pero respondede todo [antwortet nicht, verantwortet], está pre-cisando una realidad DIFERENTE, a despecho de la realidad existente [prae-zisiert das ANDERS dem So-Sein zum Trotz].
El calor no es sólo infrarrojo. Es inclusive iatroclastia en contra de toda luz externa: de color carne como el ardiente núcleo de la Tierra hecho de hierro niquelado, color encarnado hostil al frío, carne centelleante y oscilante, aquella con las rayas transversales en las células del músculo del corazón y aquella lisa en el estómago, que genera y disemina su propia luz. Ninguna pantalla, ningún oscilógrafo de rayos catódicos pueden capturarla y detenerla. Un cuerpo telúrico iluminando desde su propia fuente, un cuerpo que se libera a sí mismo de cualquier estructuración [Gestalt]: intelecto iatroclástico.
Está permanentemente en danza, pero es algo que se sale de la rutina, que no cuadra, en lo cual es perceptible esta revolución. [Er ist dauernd auf der Walz und in Dauerumwaelzung].
Para los ciudadanos sanos, atentos a su imagen y que prestan mucha atención a las calorías, aquello es una señal de alarma, para los políticos es un precio-para-el-progreso hasta ahora todavía pagable, para los médicos una oportunidad lo suficientemente buena para lanzar una campaña de eutanasia detrás de otra, al estilo WFMH (Federación Mundial para la Salud Mental): alevosamente, y a través de publicidad encubierta, aquí, por tanto claramente dicho: deben ser dejados tiesos-fríos, deben ser matados [kaltmachen], primero porque son costosos, y segundo porque son monstruos [erstens sind sie teuer und zweitens Ungeheuer].
¿Quiénes son "ellos"? Antes que nada son los que no tienen nada para ofrecer, nada para diseminar, a no ser que sea un pedazo de calor de fusión, hecho frío, inofensivo e inocuado por el mito de movimiento molecular Browniano, los engendros, los abortados [Missgeburten], los monstruos, los deformes, los displásticos, precisamente los toscos y groseros, trinchados y bífidados [grob-schlaechtig, cf. a-syn-métrico] del tipo constitucional así llamado ictafino y de-caído [hinfaellig]. Pues aquellos con las dimensiones duplicadas [zwie-schlaechtig], aquellos con los hinchazones enormes por encima de sus traseros, aquellos con la cabeza ránula sin cerebro, aquellos con demasiada mano y pie, demasiado poco y sin, con mascarones gárgolas [Wasserspeier, ingl. "waterspouts"], los mongoloides y siameses, etc., brevemente: todos aquellos a cuyo intelecto caliente como la Tierra es atribuido el nombre becerro lunar [Mondkalb] para hacernos olvidar que su intelecto todavía sabe del calor terrestre. Según experiencias no aún tan viejas, hasta el humanismo más inteligente, el intelectual humanista, prefiere relacionar el intelecto, caliente como una vaca, como se acaba de esbozar, con todo, excepto con la Tierra. Y mucho menos desde luego, consigo mismo, pero más bien con la tierra sucia y fangosa.
PF/SPK(H), 13.03.2008