Octavilla:
¡Pacientes rechazan los medicamentos!
Desde el lunes pacientes en el manicomio [Jagdschein-Knallburg]
Wiesloch rechazan la medicina, oponen resistencia a un vegetar de por vida, un
vegetar preprogamado por los médicos, en el cual toda tiranía (obligación de
trabajar, tratamiento forzoso con medicamentos, aislamiento y desarraigo,
privación total de derechos de los pacientes) es declarada terapia médica.
Sufridos en carne propia, los pacientes saben exactamente de los efectos y las
consecuencias de la ingestión diaria de pastillas y de las inyecciones:
insensibilidad, cansancio, ojos muertos como un pescado, mortificación de la
sexualidad, destrucción lenta del pensar, obesidad, aparte de los numerosos
efectos secundarios todavía no investigados.
Quien opone resistencia a esta "curación" (= violencia) tiene que parecer
"loco" solamente a aquellos que relacionan con la medicina todavía salud, vida,
felicidad y no violencia, terror y explotación.
El poder médico [Heilsgewalt] psiquiatriza las fábricas y las viviendas
(desde valium hasta estimulantes y anfetaminas) e industrializa los manicomios
(desde la obligación de trabajar hasta el trabajo forzoso), condiciona las
crisis y las guerras con píldoras y eslóganes, aisla, desarraiga, tortura y
aplica la camisa de fuerza consistiendo de química con eficacia de larga
duración. El poder médico es la silenciosa forma, penetrando a todos y todo, de
la guerra civil desde arriba, la exigida y forzosa sumisión con la magia de los
miligramos y el ABQ de las megatoneladas bajo el signo del terror mortal en bata
blanca. Los psicofármacos son el perfeccionamiento de la sociedad de súbditos
como química, como complemento prolongado con efectos crónicos de la bomba de
napalm con efectos más agudos y de la guerra bacteriológica.
¡Valium aquí --- napalm en Vietnam
las mismas multinacionales, el mismo sistema – a escala mundial!
¡Pero el poder médico tiene un inmenso talón de Aquiles! A diferencia del poder como "policía: tu amigo y ayudante" con el tiro mortal anticipado [Todesvorschuss], el poder médico depende y cae con la CONFIANZA ANTICIPADA [Vertrauensvorschuss].
Si falta la confianza de la población y de los afectados, el tiro les sale por la culata.
Por lo tanto el rechazo de los medicamentos por parte de varios pacientes da exactamente en el blanco. No solamente rechazo a trabajar y con ello todavía explotables y valorizables por los médicos, sino negación absoluta de la explotación por el capital y la medicina –por consiguiente totalmente indigeribles para el sistema. Si los pacientes incluso en el manicomio, como el último y más brutal bastión de los médicos, descubren su fuerza, entonces la seguridad de los polizontes en bata blanca está sumamente en peligro. Una vez rota la línea de demarcación entre la razón [Verstand] y la locura, que es el último anzuelo de la ideología el cual echan los dominantes para uniformizar forzosamente [gleichschalten] a todos con sus intereses, entonces la lucha va a por todas. Los pacientes dejan la lucha parcial y ¡en su rechazo como negación absoluta de lo existente está la voluntad por todo!
¡Los médicos necesitan a los pacientes,
pero los pacientes no necesitan a los médicos!
Wiesloch, 27.11.1976
Los médicos como raíz del dominio de clase
Cada sociedad se fundamenta sobre la base de la carencia (= imposibilidad de
satisfacer las necesidades de todos, una imposibilidad hoy día artificialmente y
por fuerza producida y mantenida). Esta carencia incorporada en la sociedad se
manifiesta como enfermedad (carencia de vida), como lucha de todos contra todos,
cada uno una amenaza para la existencia del otro, cada uno potencialmente de
más, a saber: supernumerario.
La solución practicada por los dominantes del problema: eliminación de la
carencia a través de la exterminación de los supernumerarios.
Los selectores de los supernumerarios fueron y son desde siempre los médicos.
–Ellos mismos enfermos (improductivos), por consiguiente supernumerarios, podían
sustraerse a su eliminación solamente al erigirse ellos mismos en señores de la
horca y el cuchillo ("Yo soy el Señor, tu médico", Éxodo 15, 26), determinando
como dueños y portadores del monopolio de asesinato lo que son las necesidades,
lo que le falta a uno, quién y qué no está en el orden establecido definido por
ellos mismos (quién y qué está dis-loc(o)-ado) y poniendo a los supernumerarios
en el presupuesto de la muerte.
Tan vieja como la Edad de Piedra es la línea política de los pacientes que
descubre la enfermedad como algo palmario y palpable, la concibe y la sobrevive
mientras ataque a los médicos.
También J. Boehme (alrededor de 1600) había concebido esto cuando escribía, que
todo "sufrimiento" [Leydenheit] busca "el cumplimiento revolucionario".
Donde según esto desde y a partir de la enfermedad se desarrollan protesta y
ataque contra el ser condicionado por los médicos, allí se inventan mentiras
medicínicas sobre la enfermedad revolucionaria y sus enemigos médicos la
eliminan [da wird revolutionaere Krankheit medizynisch umgelogen und aus der
Welt geschafft].
En el manicomio Wiesloch esta línea política de los pacientes es continuada:
La lucha contra el poder médico (iatrocracia) administrado en forma de
miligramos, iniciada hace 7 semanas por un pequeño grupo de pacientes detrás de
los muros de hormigón de Wiesloch, ya no se puede suprimir. Cada vez más
pacientes descubren en el médico, cuya terapia mortal han tragado a
regañadientes durante años poniendo su confianza en la "salud" y en la "pronta
puesta en libertad", al verdadero causante y administrador de su sufrimiento y
se percatan de que el rechazo a los venenos es el primer paso para romper el
bando médico de sangre.
El dr. Bechtold espera en balde que su "terapia" haya destrozado a los pacientes
de tal manera que ya no pueden vivir sin drogas y que son obligados por síntomas
de abstinencia a volver a someterse a su poder (médico). Pero los pacientes
pueden arreglárselas muy bien sin la alfombra de drogas que destruye todos los
sentimientos y las emociones e impide toda actividad intelectual. Se las
arreglan tan bien que el dr. Bechtold tiene que hacer uso de mentiras y
difamaciones ("Los pacientes vienen arrastrándose de rodillas y quieren
medicamentos"). Pero también esto recae sobre él mismo: ningún paciente se
rinde, -por el contrario: ¡más y más pacientes se adhieren al rechazo a la
medicina!
Su idea de mitigar y parar la resistencia por parte de los pacientes con medios
de la psiquiatría reformista, como son practicados p.ej. en el Instituto Central
para Higiene (racial) Psíquica en Mannheim con su jefe el dr. Haefner, implica
solamente un cambio de armas. Los pacientes se han percatado desde hace mucho de
que la psiquiatría reformista es una estrategia de reconquista por parte de los
dominantes con la determinación de suscitar confusión para conseguir que los
"disidentes" ya no puedan distinguir entre amigos y enemigos. La esencia de la
enfermedad administrada médicamente de ajustar y adaptar al paciente al valor y
al poder [Gewalt], se ha manifestado en el fenómeno de los manicomios. A
los ataques por parte de los pacientes extendiéndose contra esto quieren mitigar
y parar con una red finamente urdida de técnicas bien meditadas (dinámica de
grupo, terapia de Gestalt, terapia de pintura). Un lavado de cerebro, basándose
en la colaboración del paciente, que significa su destrucción total.
Para romper el frente de los pacientes que rechazan la medicina, el dr. Bechtold
no vacila en embalar a pacientes en una mortaja (así llamada camisa de fuerza)
para encerrarles en la cámara malfamada de gas: Esta habitación de 2 × 3 metros
sin ventana, el cubo abierto para las deposiciones, ningún aflujo de aire
fresco, todo esto pertenece a la tortura moderna que no deja cicatrices, sin
embargo está produciendo trastornos metabólicos a través de la desoxigenación
que a la larga tienen efectos mortales. La envoltura de momia, que no admite
movimiento alguno, produce un estancamiento de la agresividad: quieren que el
preso dirija la ira contra sí mismo: que "solucione" "su" problema él mismo
cometiendo "sui"cidio. Pero tampoco con esto pueden romper la resistencia de los
pacientes.
A propósito la carta de una paciente:
Actualmente se "elimina" todavía al enfermo, pero vendrá el día en el cual ¡la piel de un psiquiatra ya no tenga peso en la balanza de la vida! Tal vez haya llegado ese momento pero la prensa se guardará de escribir sobre ello y los "médicos" sofocarán tales noticias porque ya tienen MIEDO. Piénsenselo tranquilamente.
Una enferma que está harta de ello.
Declaración de huelga contra los medicamentos
Con la presente niego el consentimiento para el tratamiento con medicamentos neurolépticos y otros psicofármacos por los médicos y los enfermeros de
(nombre de la clínica) ....................................................................................................
Llamo la atención sobre el hecho de que un tratamiento farmacológico
efectuado forzosamente sin mi consentimiento, sea a través de un inyección
intramuscular, sea a través de añadidos escondidos en la comida, cumple los
resultandos de la lesión corporal grave [gefaehrliche bzw. schwere
Koerperverletzung] según el codigo penal, lo cual puede ser castigado con
una pena contra la libertad de hasta cinco años.
Pero también todo intento de obligarme con amenazas a la ingestión de los
susodichos medicamentos puede ser castigado según el código penal como coacción.
Lo que sabe cada cual, yo lo he vivido como objeto de experimentos en mi propia
carne: Los medicamentos que se me han administrado, que –como se sabe-
estabilizan el cuadro clínico de la enfermedad o encubren y ocultan los
síntomas, no pueden curar mi enfermedad, porque no van dirigidos a las causas de
mi sufrimiento.
Por el contrario: El punto principal de ataque particularmente de los
medicamentos neurolépticos es, como se sabe, la vía cerebro intermedio
(diencéfalo) – glándula pituitaria (hipófisis), que a través de un tratamiento a
largo plazo es destruida irrevocablemente. Con ello soy privado de toda
posibilidad de unir mi sentir, mi desear, mis esperanzas y mi voluntad con mi
intelecto pensante, una vez dejado aparte los efectos secundarios no menos
importantes (p.ej. síntomas extrapiramidales). Yo sé que la camisa de fuerza
química, que se me administra tres veces al día, me debería convertir despacio
pero seguro en un robot sin propia voluntad que sirve justo para dar vueltas a
tornillos o para cepillar tablas.
Por la acción diaria de envenenamiento por parte de
(nombre de la clínica) ....................................................................................................
disminuye año tras año la perspectiva de ser puesto alguna vez en libertad (condicional). Refrenada del pensamiento, obesidad, impotencia, ojos como un pescado muerto: esta no es mi enfermedad, sino el resultado del tratamiento asesino. El desconocimiento imperdonable de este contexto puede reforzar a los jueces, que tienen que decidir todos los años formalmente sobre mi permanencia, en su irresponsabilidad de no poder hacerse responsables de y no poder justificar una puesta en libertad condicional; los jueces están de todos modos preprogramados por la estereotipada afirmación de los médicos contraria a la verdad de que "desde la última inspección judicial la estructura de la personalidad del paciente no hubiera cambiado".
Mi rechazo a seguir ingiriendo las sustancias químicas, que destruyen la vida, es un primer paso en el camino para mi puesta en libertad de
(nombre de la clínica) ...................................................................................................,
porque al menos de este modo se impide en mí la extensión de la enfermedad
(nombre de la clínica) ....................................................................................................
........................................................................................................................................
lugar / fecha / firma
Allí donde la resistencia del paciente es un hecho material, allí se puede aplicar la patopráctica como palanca. En consecuencia, también detrás de los muros del asilo y de instituciones similares. De lo que se trata y lo que importa es de convertir la Iatrarquía misma en un caso clínico y criminalizarla desde el exterior [die Iatrarchie von aussen klinisieren und kriminalisieren]. El blanco de la clinización atacando con categorías médicas [Klinisierung] es el complejo judicial; el blanco de la criminalización [Kriminalisierung] es el complejo médico. De esta manera, la Iatrarquía es dividida y derribada. El poder es rearcaizado a magia y la violencia a un "valor" insano (!).
El paciente hospitalizado rechaza intransigentemente tomar cualquier medicina. Él ha hecho transmitir una declaración por escrito a la administración según la cual denunciará al médico ante la justicia penal por grave lesión corporal, en caso de un tratamiento coercitivo.
Tarde o temprano la autoridad judicial reaccionará abierta y públicamente de
una manera médica, y el médico abierta y públicamente de una manera criminal. La
enfermedad por tanto ha conseguido romper la estructura de valor, la completa
charlatanería de la Iatrarquía, en un importante punto de costura; ha conseguido
retransformar a los juristas en casos clínicos y a los médicos en perros
sanguinarios blancos .
Al respecto el siguiente ejemplo: Desde octubre de 1976 14 pacientes confinados
detrás de los muros de un manicomio hacen una huelga colectiva contra las drogas
médicas [Medikamentenstreik]. Pacientes de Frente, apoyando su huelga
desde el exterior, fueron informados de que ellos mismos estaban siendo espiados
dondequiera que iban, desde un apartamento arrendado secretamente con el
propósito de espiarles usando instrumentos y aparatos transportados en un
camión. El jefe de psiquiatría, debilitado por la resistencia de los pacientes y
mantenido en jaque continuo por la fuerza liberada y desencadenada de la
enfermedad, había persuadido al Ministerio de Justicia de la región de que era
urgentemente indispensable la detección precoz, a través de diagnósticos del
comportamiento, de la resistencia "afirmativa a la violencia" de los pacientes
fuera de los muros del hospital y el almacenamiento de los datos
correspondientes. El parlamento y la prensa no tenían nada que objetar.
En vista de aquello, en el día de San Valentín un paciente pasó por las calles y
los edificios públicos distribuyendo flores. Como era de esperar la policía le
arrestó temporalmente por llevar puesto un hábito de monje. La prensa y el clero
hicieron investigaciones dondequiera indicado, provocando un inmenso escándalo a
la policía. Porque todo el asunto no guardaba relación reconocible con la
política. Pero los informantes y los espías de los perros sanguinarios blancos
guardaron su basura diagnóstico en furgonetas y desaparecieron huyendo a la
desbandada. Su escondite había reventado [geplatzt]
irremediablemente.
Desde ese día los dos abogados que trabajan en llevar adelante la resistencia de los pacientes, son persistentemente amenazados cada vez más y más con una prohibición oficial de ejercer la profesión [Berufsverbot]. Les han citado ante el tribunal disciplinario del Colegio de abogados por ofender a autoridades judiciales [Ehrengerichtsverfahren wegen Kraenkung der Justiz]. Para construir esta ofensa bastaron 11 "injurias" en 4 años: así, por ejemplo, que los abogados escriben "casa de locos", en lugar de clínica psiquiátrica; que atacan a las autoridades judiciales como "apéndices vermiculares del poder médico", en lugar de atacarles, por lo menos, como monopolio estatal de violencia, etc.
El sitio [Platz] de los dos abogados del lado del Frente de Pacientes sigue. Sigue cerrado para la Iatrarquía.
(Tomado de Poder, Iatrarquía / Enfermedad, Violencia; 1977)