Cuatro años aislamiento celular,
ahora casi la fecha exacta. Sin todos aquellos que pagan obedientemente
de común esfuerzo sus impuestos directos e indirectos -realmente
una cosa imposible (Ding der Unmöglichkeit).
Por consiguiente, apenas hay quien no
tenga participación en ello.
Suponiendo todo esto, se puede juzgar a los jueces. A ellos les parece, basándose en experiencias de muchos siglos y en principios de su así llamada filosofía del derecho, que tres años de prisión son precisamente la medida justa para "romper la personalidad". En todo este contexto ni siquiera hablan -¡bien entendido!- de aislamiento celular.
Pero la buena conciencia, flotando libremente por
encima del contribuyente y la magistratura, es el cuerpo médico,
inclusive todas las asignaturas auxiliares, particularmente cada clase
de higiene hasta la parapsicología [¿existe también
otra psicología? -como es sabido, ninguna acierta (bekanntlich
geht jede daneben)].
Lo que es para el "público en general", es
decir para una minoría dominante la buena conciencia, a saber, el
"privar" sólo "de la libertad" (¡¿acentuando al parecer
el privar?!), pero por lo demás "tratar" al prisionero "dignamente
y como ser humano" [véase acerca de este artificio exorbitante los
comentarios introductorios para la Ley de Enjuiciamiento Criminal (StPO)
etc.], es decir: la medicina, que está por encima de todo, y es,
si no evitando todos los daños pero sí reparándolos,
en realidad el manto de camuflaje y el gorro de bufón más
perfectos del poder estatal particularmente en la crisis cuando éste,
excediendo la medida de sus propias leyes ilegales, se pone a romper aquel
destilado más puro de la enfermedad capitalista: la personalidad,
un conglomerado de egoísmos y neuroticismos, Bolsa y valor en el
mercado, entre todo ello -alargando la vista- nada más que síntomas.
Suponiendo que los médicos pusieran veto -según la ley están "al servicio de la Salud del pueblo"-, no habría más allá de la así llamada prisión preventiva, limitada a semanas y hasta como máximo a meses, ni un día de aislamiento celular, ninguna así llamada agravación del arresto, en pocas palabras: ninguna privación de la vida dentro del marco de lo que la ideología del derecho burgués etiqueta como privación de la libertad; porque como se sabe, los médicos protegen la vida de cada uno sin consideraciones personales (inclusive la propiedad, la edad, la posición social, etc. ...), y para proteger su propia vida, p.ej. contra un solo paciente en la cárcel, les secunda el poder estatal en porciones de hasta doce guardas macizos, cuando se trata de escudar la "salud del pueblo", en forma de la consulta, contra un preguntón molesto operado de estómago o cuando se trata de sacar líquido de la médula espinal a un "objeto", que no muestra manifestaciones clínicas, de un examen pericial forense (con palabras más rimbombantes: hacer una punción medular diagnóstica).
Los médicos prefieren tapar la boca a los prisioneros hasta la intoxicación con neurolépticos y psicofármacos, en vez de abrir ellos mismos la boca, y sea sólo un resquicio, al comprobar, tomando la presión arterial, situaciones circulatorias en serie muy cerca al colapso, después de haber excluído con la exactitud inculcada un defecto de sus instrumentos de medición y no pudiendo pasar más por alto, a pesar de empeñarse con mucha obstinación, el defecto del aparato, del cual ellos forman parte con la principal responsabilidad.
Como corporación obligatoria autoorganizada del sistema, la responsabilidad principal de la medicina, cuya determinación ajena enfocada penetra sin resistencia y desnaturaliza todas las estructuras y funciones del organismo -porque como "poder estatal" no está frenada por ninguna barrera ejecutiva, judicial o legislativa-, dentro de esta responsabilidad principal de la medicina del Capital, hay que ver los cuatro años de aislamiento celular con todos los demás contenidos como la tortura por aislamiento y las deportaciones, el encegamiento dosificado y el gasear (véase: celda de seguridad), la privación absoluta de todo durante meses y años. A todo esto volveremos en las páginas siguientes.
Con estos cuatro años se trata solamente de una parte minúscula de una guerra civil mundial en la cual el capital es medicina, es decir remedio, a saber, remedio alienado a favor del aparato dominante y veneno mortal para los demás. Muchos están cautivos, sea bajo el pretexto que sea, porque han caído y siguen cayendo en la trampa del Capital como el remedio para una minoría que es la minoría dominante.
La iniciativa de la Medicina de urdir trampas a toda
fuerza -sí, a toda fuerza: desde el culto hasta las balas- contra
pacientes revolucionarios que no se dejaron coger en la trampa del Capital,
va por el séptimo año y está dimitiendo una y otra
vez sin retirarse. ¿Y a dónde? Su último pedo se llama
"explosión de los costes de la Sanidad Pública". Y quien
debe encargarse de éstos, -teniendo que pagarlos bajo el pretexto
de ser el causante- es también en este caso el proletariado bajo
la determinación de la enfermedad. ¿Acaso a cambio de y,
como consuelo, para "calidad de vida", "conciencia creciente de la salud
en responsabilidad propia" y una tasa de suicidio por año incrementada
en cuatro años de 16.000 a 20.000 pero en cambio menos técnica
para los manicomios pero tanto más inversiones de capital en vista
a una demanda crecida rápidamente?
Las contradicciones en el ámbito cultural
resuelve el experimento. Casi nadie comprenderá de golpe que el
aislamiento celular tenga que ver lo más mínimo con cultura.
Y nadie que haya aprendido a contar, y sea solamente hasta dos, creerá
que aislamiento celular, mirándolo de una manera aislada y prescindiendo
de todo y de cada uno, sea ya una contradicción. Si piensa en cultura
-incluso a riesgo de haber leído a Freud-, pensará en algo
de alguna manera bonito, placentero, dispendioso, pero pensará en
todo caso en valores superiores y no en tal aislamiento celular rancio
durante todo el tiempo. Y quién no sabe que para una contradicción
son necesarios al menos dos (momentos, lados, personas o sea lo que sea).
Y no obstante -eso nos enseña concluyente e irrefutablemente el
dichoso experimento-:
No solamente porque está allí entre
otras cosas para convertir el pensar en gratitud, lo que es por añadidura
no sólo falso, sino algo accesorio, a saber psicología. Aislamiento
celular es más bien una cosa condicionándose a sí
misma, con otras palabras y como fue bosquejado al principio -y aquí,
donde nos hemos propuesto prescindir de todas las circunstancias médicas
y jurídicas-, el aislamiento celular hay que precisarlo como algo
imposible (Ding der Unmöglichkeit). Y esto en todas las circunstancias,
lo que -en vista de que tiene lugar y está reviviendo sin duda alguna
(stattfindet und urständet)- no puede ser y significar otra
cosa que la realización de lo imposible. Después de cuatro
años de duración se caga -con su permiso- en todas las facilidades
en cuanto al caso singular al que se refieren estas exposiciones. De lo
que se trata es del concepto, de la responsabilidad y de la liquidación
total, y sin sustitución, de esta institución. El resto es
complicidad.
El teorema (= una conclusión no probada pero
fundada por la experiencia) según el cual normalmente lo que se
realiza es siempre sólo lo imposible, tiene su origen en la metafísica
de la enfermedad (Patosofía). Con ello todavía no está
probado nada, pero la tesis según la cual el aislamiento celular
está relacionado con cultura, gana -exactamente por la explícita
imposibilidad- terreno y probabilidad.
Siguiendo la recomendación de entender
la cultura como reflejo de la base, entonces el aislamiento celular se
convierte en el prototipo de la cultura por antonomasia: sus raíces
son el contrato y el tratamiento médico (Verarztung), con
una palabra: arquiatría. Y para seguir con la imagen: el todo es
una planta palustre submarina, envuelta en su base, en su suelo nutritivo,
mediándose -en la servidumbre y en la cosificación (Verdingung)
de la relación recompensa-castigo- con lo mismo a través
de la enfermedad como supercosa que se condiciona a sí misma, -esto
es el aislamiento celular. Así el aislamiento celular es directamente
comunidad, negando todos los términos medios malos de la metafísica,
negando todas las artimañas y mediaciones, es cultura de la cultura
pura, comunidad más original hecha del espíritu común
de violencia y de arquiatría, la artificiosa reproducción
en abreviatura del exterior inclusive del antes y el después.
Quien intuye estos contextos, y sea sólo
medianamente, pero no obstante da firmas a este aparato, rellena listas
de cosas deseadas, informes y partes, escribe atentamente solicitudes,
acepta escritos oficiales y cuanto más los responde en vez de romperlos
inmediatamente sin leerlos y echarlos delante de la puerta o al menos lo
devuelve al remitente, a ser posible, pero sobre todo quien quiere ser
en el aislamiento celular el objeto de una relación médico-paciente,
puede legarse a sí mismo sin demora a la anatomía para la
vivisección. Esto tanto más cuanto que hoy día gracias
a la anestesia, puede contar con que allí, en la dichosa anatomía,
está de todos modos más seguro contra dolores, dudas, fallos
funcionales y otros fallos, que en los laboratorios vejatorios de vergüenza
y de exterminio de la violencia establecida por los médicos, dando
lo mismo detrás de qué máscara se esconde y detrás
de la máscara de quien sea.
Pero en todo caso, esta violencia se define
como comunidad, como quintaesencia de la cultura, se descubre, si uno arremete
contra ella largo tiempo y tenazmente en la situación experimental
descrita. En escritos a abogados el aparato no se harta de caracterizarse
a sí mismo en relación con el afectado como comunidad de
la cual se excluye el prisionero al que el aparato tiene en aislamiento
celular: ¡en efecto, directamente comunidad en cultura pura es lo
que es el aislamiento celular! Ninguna "zona gris en nuestro Estado de
Derecho". Sino más bien apoyándose en Goethe, "la cultura
más alta dentro de la cultura".
Ya la etiqueta aislamiento celular es
suficientemente traidora. Arresto (Haft, significación doble:
arresto y responsabilidad hacia) es una relación, es un contrato,
por tanto no es asunto de una persona singular en cuanto siga siendo el
sujeto de la ruptura, sin ser roto. Por el contrario, arresto es asunto
de los que contribuyen y colaboran material e ideológicamente en
la continuación de esta institución, y la persona singular,
prototípicamente la que está en aislamiento celular -objetivamente
como cosa, como mónada sin ventana, exactamente por esa característica
de la cosificación, incluso únicamente por ello- no está
separado de nada ni de nadie. Por consiguiente puede delimitarse contra
lo que a uno le importuna como "comunidad" y penetra a uno de parte a parte
-como hay que llamarlo- a la larga sólo a través de un comportamiento
extremamente negativista, más negativista que "esquizofrénico",
por decirlo así, porque es selectivamente negativista. El contacto
con otros prisioneros, en cuanto se puede hablar de esto después
de todo (gracias a la "comunidad"), valora y sanciona el aparato como "exclusión
de la comunidad", también con los políticamente nada sospechosos,
en caso contrario naturalmente de un modo explícito como "conspiración",
y el aparato trata de obstruir esta relación con todos los medios
y vejaciones. El tener amistad con cada prisionero es, en el interés
de este negativismo experimental y desde la perspectiva del aislamiento
celular, al menos tan importante como el boicoteo activo y el sabotaje
de todo llevarse bien con el aparato y de toda clase de tratamiento médico.
Ya sólo la firma después de la "declaración del auto de prisión" significa no sólo el haberla oído (gehört), percibido, comprendido sino que más bien es idéntico a estar sujeto (Höriger sein), a pertenecer a ellos (denen gehören), a dar su consentimiento a la deportación, a ser despojado de todo, a que a uno le echen de comer, a estar incomunicado de todo y de todos, a la privación de todo; todo esto sigue, pueden hacerlo totalmente sin firma, dan prueba de ello despreocupadamente ("¡Sí, sí, así son las cosas, esta sociedad es represiva!". Ésta es la cita literal de un polizonte durante la deportación forzosa al ser arrastrado, cogido por los brazos y las piernas bajo resistencia pasiva, por el suelo de los pasillos en el talego de Rastatt -en el verano de 1972 con el pretexto del interrogatorio de un testigo).
De una manera análoga
el tratamiento
médico. También a éste por un lado se le ejecuta totalmente
en base a la violencia, y por otro lado en base a ser objeto. Es decir,
el papel del prisionero en relación con la ley que por ejemplo concede
durante la "prisión preventiva" el derecho a la elección
libre del médico, a saber cuando uno es médico el derecho
al autotratamiento, y lo mismo se aplica a la relación médico-paciente
-con todo esto, el que está estigmatizado por el aislamiento celular,
no tiene que contar en absoluto. Recetas particulares para uso propio (ad.
us. prop.) son sencillamente eliminadas sin comentario alguno y sin
sustitución (sept. 1972), en lugar de ello se ordena, debido a una
denuncia (Denunziation), un "baño individual forzoso", por
supuesto sin inspección alguna de afuera, por no hablar de un reconocimiento
médico. Sí, realmente, aislamiento celular es pura cultura
de la cultura y la comunidad más arcaica, porque uno siempre está
acechado de arquiatría (oficialmente: "En el sector médico
hacemos siempre todo lo que podemos", ¡verdaderamente, y qué
modestia!). Y es de todos modos acertado sacar a esta "comunidad" de su
latencia siempre que sea posible, pero nunca tocando el timbre, nunca a
través de contactos verbales, de solicitudes y vales a modo de moneda
(las contradicciones en el ámbito cultural se solucionan por el
experimento). ¿De qué otra manera podría uno conservar,
bajo las condiciones del aislamiento celular, "la conciencia clara, plenamente
orientada con respecto al espacio, al tiempo y a la persona", como lo postula
todo estatus sin manifestaciones psiquiátricas?
Se ha comparado el aislamiento celular
con cuarentena. Pero en el aislamiento celular se exacerba la cuarentena
en una epidemia endémica y eso manifiestamente sólo cuando
la medicina está obligada a entrar en un estado virulento, entre
otras cosas porque el aislamiento celular practicado hasta aquel entonces
durante más de dos años y medio todavía no ha hecho
del afectado un caso clínicamente definible. Así un médico
del talego, de nombre Pfahler, recogió en enero de 1974 los frutos
del negativismo practicado conscientemente por el afectado, al pasar estratégicamente
por alto el, desde el punto de vista epidémico-higiénico,
resultado negativo de dos años y medio de, digamos, criptocuarentena
y al decretar, tras una fuerte protección policial y delante de
la puerta de la celda: aquí de ahora en adelante cuarentena. Esto
significa: la puerta siempre cerrada, echando de comer a través
del postigo de la puerta, platos extra pequeños para que cupieran
por el postigo, ningún libro, ninguna revista y cosas por el estilo
del servicio de préstamo, etcétera. Todo esto se convirtió
en tres meses de cuarentena, y ¡vaya una cuarentena!: las basuras,
la ropa y el resto del vestuario fueron llevadas, tocadas con las manos
sin guantes, controladas, transportadas y entregadas por las mismas personas
que prepararon y entregaron la comida para todos los prisioneros del alrededor.
El resultado del experimento: La "comunidad" es, donde quiera que actúe, un aparato totalmente estúpido y su cultura es tan pura como capitalistamente corrupta; la contradicción pendiente de solución, manifestándose como aislamiento celular, es solamente el proton pseudos, un pedazo de núcleo duro en el estiércol que se pudre.
Hay que añadir que la ruptura con contrato y tratamiento médico, con la arquiatría en forma de la psiquiatría ha dejado resultados tangibles en forma de algunos documentos, que se pueden leer en extractos en el Kursbuch 32, en los cuales consta que esta columna sustentadora del la cultura capitalista ha iniciado, en el caso singular, esta política de tortura en colaboración con máximos criminalistas del Ministerio de Justicia. La para tal fin añadida posteriormente oferta amable de una celda acolchada en el manicomio de Emmendingen ha fracasado sólo por los intereses de carrera de un juez especial de la Audiencia de Protección del Estado (Sonderrichter für Staatsschutz).
Lo que caracteriza a este aislamiento celular inequívocamente como justicia criminal, es el hecho de que con la duración de cuatro años ha violado el máximo legalmente permitido de tres años, por consiguiente ha violado una ley. Como es sabido, coincide la distinción entre crimen y delito con la decisión si el "delito" está "amenazado" con menos de o con más de un año, por tanto ni equivocación ni delito, sino crimen y por consiguiente justicia criminal, la esencia como fenómeno.
De una "equivocación" no se podía haber tratado nunca por el solo hecho de que después de haber alcanzado el máximo, otros prisioneros presentaron repetidas veces solicitudes para ser encerrados junto con el aislado para tomar clases y cosas semejantes al menos por horas, y siempre con el mismo resultado negativo refiriéndose siempre, a saber, en Bruchsal no de forma distinta a Ludwigsburg -y esto es importante- a una decisión del Ministerio de Justicia que nadie nunca había visto. (Hay que añadir que se practica el aislamiento celular desde diciembre de 1974 incluso en una "celda extra de seguridad". Pero más de uno es, como ya se ha dicho, demasiado para la "comunidad".) Esta circunstancia caracteriza a esta justicia además como justicia política. Su criminalidad es crimen político; después de que la característica aislamiento celular representaba la única constante, el organicuspunctus (Orgelpunkt) en una fuga polifónica de movimientos de fuga en el concierto de los justos del servicio, desde el guardián hasta el juez constitucional (verdugo de la Constitución), todo podía haber transcurrido también en un retrete un poco más grande de un cuartel, de un manicomio o de un monasterio. Hasta aquí sobre lo atmosférico. El resto, es decir: la realidad, en español: "todo el tinglado" es una mezcla de etiquetas engañosas, de asechanzas y del oficio monstruoso de la tortura en proporciones cambiantes, a saber diferentes según la situatión. Sobre esto algo reciente (fresquito desde el 3.12.74):
Unos 5 x 3 x 3 pasos. Accesible a través
de una pasarela estrecha, más o menos de 1 m. de ancho, parapeto
de hierro, detrás de ello redes de salto.
La puerta: Por fuera de madera, cerradura,
cerradura de seguridad, cerrojo, cerrojo (al cerrarlo: crrrac, crac-crac
- zzas, zas). Por dentro de acero, claveteado de arabescos de cabezas de
remache del tamaño de nueces y avellanas. Y las bisagras: elefantásticas.
En la parte superior de la puerta, situada en el centro, una abolladura:
unos 10 x 10 cm., en el centro de ella un agujero: unos 1,5 cm.: la mirilla
de vidrio, cuya abertura exterior está cerrada por soldadura. ¿Eh,
por qué esto, acaso tienen vergüenza? No en absoluto: la mirilla
podría ser destrozada por fuerza desde dentro, el vidrio podría
ser empujado hacia afuera y de esta manera podría resultar un agujero
en el sistema y podrían establecerse "contactos ilícitos".
Por consiguiente hay además una mirilla verdadera. Se la encuentra
diagonalmente por encima de la mirilla mencionada, pequeñísima,
apenas visible, mirilla camuflada, truco, evidentemente para horrorizar
y para asustar permanentemente al prisionero ideológicamente no
muy firme de antemano; no se puede forzar esta mirilla sin herramienta
especial. Ni siquiera para "contactos ilícitos" podría ser
rota.
La "ventana":
Colocada a una altura de más o
menos 1,80 m., aproximadamente 1 x 1 m., se puede abrir totalmente la hoja.
Pero esto no sirve para nada, tampoco romperla. Es una trampa, porque detrás
hay:
Contra el aire fresco no protege la celda de seguridad sino "de una manera insuficiente" en días particularmente tempestuosos. Entonces bajo el techo abovedado cerca de la ventana algo se pone en movimiento. Pero en total, gracias a la densidad superior y al peso del nitrógeno, de los óxidos nítricos, de los monóxidos de carbono, de los dióxidos de carbono junto con varios "gases raros" ("Edelgase"), sigue manteniéndose el efecto no específico de una cámara de gas, un efecto de gran dispersión: el micrometabolismo y las actividades de los fermentos de todas las células en la celda de seguridad comprobarían todo esto una y otra vez in vitro (p.ej. con un aparato de Warburg). Por el contrario debería caer sin más ni más un premio Dinamita.
La luz viene de una barra fluorescente ("radón y criptón"), con este procedimiento sólo un dos por ciento de la energía total es luz visible. El resto entra, como es sabido, en el ojo, lo destruye a la larga (Der Rest geht bekanntlich ins Auge, zerstört es auf Dauer.). Y la mayor parte de ella no permanece allí: reaparece después de mucho tiempo y a satisfacción especial de radiólogos y oftalmólogos como cáncer de piel más o menos inocuo y como opticusatrofia (nervio óptico atrofiado) -así opina la ciencia (los primeros trastornos de la vista correspondientes surgen en el plazo de semanas, el punto máximo y el estadio de encegamiento paulatino, a partir de aproximadamente cuatro años; esto es el estándard).
Una estupidez semejante a la de la mirilla es la de la llave de la luz. La de la barra fluorescente es en efecto sólo para apagar. La de más allá de la puerta de seguridad es la llave de encendido de la llave de apagado y encendido del interior. Si se enciende, entoces está apagado, pero si está encendido, entonces esto se convierte en apagado. Todo lo que se lee y se escribe se convierte en crucigramas permanentes.
Todo lo demás en la celda de seguridad, p.ej. lo que se necesita para, digamos, dirigirse hacia el objetivo -no todos consideran desviación y distracción como complicidad lícita- forma parte, bajo el pretexto de la seguridad, de la libertad universal de ser retirado en cada momento, por consiguiente no hace falta conseguirlo; lo que hay además: water, lavabo etcétera, véase bajo "gases raros" ("Edelgase").
Lo que en todo momento está asegurado en la celda de seguridad es solamente la base vital como cámara de gas y como cámara encegadora. Desde aquí uno, quien quiera, puede hacer la carrera hacia el dios de prótesis: gafas, dentadura, peluquín, catéter, bypass ... todo está previsto de alguna manera en el Estado social del bienestar y de la derecha. El médico de servicio ("Usted tiene que saber que estoy haciendo todo esto sólo por idealismo") haría, particularmente entre "colegas", de tripas corazón -en cuanto esto no dañe su "salud", se sobreentiende- y la vista gorda, por lo que al fin y al cabo la "comunidad" le mantiene en cualquier caso.
El suelo y el aire en el patio ya son por consiguiente "facilidades" y "privilegios". El patio es, y esto hay que saberlo, el patio de la "comunidad", el patio en comunidad. No es que se necesite para ello ya un vale, una así llamada lista de cosas deseadas o un parte. Más bien al revés. Quien no se prepara de antemano para romper con la "comunidad" (comunidad de los señoritos polizontes) de forma tan amplia como sea posible también en este sector, es decir preferir la seguridad de la cámara de gas y la cámara encegadora 24 horas al día y continuamente durante semanas, a éste los guardianes le empapelan desde fuera la puerta de la celda, cada trimestre, con su surtido de pancartas de letras gigantescas con fondo rojo. Y en ellas está escrito: Privación de todas las facilidades y privilegios. Según las experiencias esto continúa siempre así con bastante exactitud durante cuatro semanas enteras. También después, no es que haya de repente "facilidades". Ni mucho menos: Sólo se quitan las bonitas pancartas.
Esto con las pancartas naturalmente está prohibido, por la discriminación, etcétera. En materia del patio existe incluso un reglamento, que ir al patio "es la obligación del prisionero en el interés por su salud", o cosas por el estilo. Y este reglamento, me han dicho, debe haber entrado incluso alguna que otra vez en acción. A saber cuando el jefe de los carceleros (el director de la prisión) dijo a uno de los muchos que todavía tiene contacto (rapportieren) con él: "Usted se queda en la celda", éste dijo: "Entonces me doy de baja por enfermo". Cuando en tal caso el médico (arquiatra) no estaba dispuesto a certificar, con diagnóstico a distancia y por la mirada, suficiente "salud" para quedarse en la celda -hacer de sus tripas corazón, por lo que, etcétera (véase arriba)-, entonces incluso el jefe de los carceleros tenía que ceder y conceder de común acuerdo el patio supuestamente mucho más bueno para la "salud", el patio que es el de la "comunidad" -se sobreentiende. Suponiendo el veto de los médicos, etcétera, véase arriba.
Ya un poco más complicado es la cosa con la tele semanal. Está permitido también sin vale y sin autorización (eso es lo último que queda que te dan sin, además del patio), pero allí hay solamente prisioneros. ¿Entonces no es una concesión o un privilegio, es algo seguro a donde uno pueda ir aún cuando la caja suene durante cinco horas sin interrupción y ésta sea lo único en el montón de quince hombres que no explote en cualquier momento? Está equivocado: es suficiente que un prisionero diga al kapo de los carceleros que también yo quiero ver la tele. "¡Imposible, la decisión del director de la prisión tiene que estar ya por aquí!" Esto pasó el 10.7. "¿Decisión del director?" Ésta falta hasta hoy día sin explicación alguna. Pero con seguridad no tendría que estar en un apuro por mucho tiempo por esta "decisión" en caso de necesidad. Se trata del mismo kapo de los carceleros (¿Schweizerhof?) que se encarga de que desde mayo de 1975 la "correspondencia" con el abogado está elevada al rango de un privilegio y que la imposibilita activa y totalmente. Y para la correspondiente "decisión del director" necesitaba sospechosamente mucho tiempo para tenerla a mano. Es el mismo kapo de los carceleros, si no me equivoco (pero en principio es comprobable), que como en aquel entonces todavía lugarteniente, en ocasión de mi deportación a Bruchsal el día 3 del 12 de 1974, me recibió allí quitándome el título de doctor [ diciendo a carceleros de Bruchsal, y echando una mirada al exterior de la puerta de la celda:"¡Qué leo allí, Doctor (¡!), qué cosas, esto tiene que terminar!" -según el derecho civil, el título forma parte del nombre, como el nombre de pila. ¡Según el derecho penal doblemente! (¡¡Reinserción!!). Como no consiguen acabar con la identidad revolucionaria, lo intentan con la burguesa; pero vienen 15 años demasiado tarde] , y con esto él lo logró en lo que el tribunal especial, la universidad y el Colegio Médico habían fracasado una vez para siempre, después de que la ilegalidad de mi despido (por parte del director administrativo) de la Universidad y del funcionariado estuviera confirmada por un juicio. Y el mismo kapo de los carceleros me quitó también mi nombre de pila -en cada puerta de las otras celdas está escrito al menos el nombre de pila y el apellido: una diferencia además sobre la cual me llamaron la atención otros prisioneros, pero que no podía pasar por alto después de haber recibido una y otra vez el correo de otros prisioneros con el mismo apellido. Y es el mismo kapo de los carceleros el que ha saboteado hasta hoy día una llamada con el abogado y que ha convertido la recepción de paquetes postales con libros en un "privilegio" para cuya "concesión" es obligatorio un bono especial y el que se encargó de que me encerraran en la dichosa celda de seguridad desprovisto de todo, menos de lo que llevaba al cuerpo. Estas condiciones continuaban tal cual y habrían continuado como tales aún cuando hubiera rellenado listas y formularios de solicitudes -¡dada la mentalidad rapiñera de los polizontes! Después de la última visita del abogado fue este kapo el que me interceptó delante de la puerta de la celda: "Tenemos que hacer -por orden de la dirección- un cacheo". Cuando no se cumplió su esperanza de una colaboración mía, dijo: "Sea usted también un ser humano y ponga buena voluntad".
¿Un poco de mucha plenipotencia
para un único mísero servidor policial? ¡Despacio!
¡Vamos por partes! Estará untado por el Ministerio de Justicia
[por lo demás, cada deportación estaba flanqueada por la
presencia personal de polizontes del LKA (Servicio de la Policía
de investigación criminal del Land; aquí: BIC); esto no fue
el caso en la última deportación o más bien mejor
camuflado]. Ya desde hace mucho su director carcelario ha confirmado por
escrito que él mismo hace solamente el papeleo, pero que todo lo
demás en mi caso parte del Ministerio de Justicia, o dicho sin rodeos,
de los polizontes del LKA, de los mismos que a principios de los
70 han maquinado y estipulado, con la Facultad de Medicina de la universidad
y los médicos especializados, todas las patrañas y mentiras
que han circulado mientras tanto y todavía siguen circulando. ¿Manía
sistematizada mía? Quien opine esto, que lea los detalles en las
actas y los autos de los polizontes, sobre todo en los de las batas blancas
de aquel entonces. Pero ni siquiera pretendo exigirle la obligación
de aprender él mismo durante seis años a dominar al dedillo
la psiquiatría y la neurología.
Desde el aspecto psicopatológico
aquí no hay ninguna "alteración de la fisionomía",
ni una "privación del pensar", ningún "trema", ninguna "percepción
maníaca", ni "ideas maníacas", ningún "oneiroid",
ni "inhibición vital" y ni mucho menos una propensión especial
a "seguir voces ajenas, en el sentido psiquiátrico, y determinación
ajena". Si lo último fuera el caso, entonces comunicaría
sumisamente con el aparato, obedeciendo a "ideas insinuadas por influencias
ajenas" y "voces imperativas", colaboraría en forma de trabajo en
la celda, dejaría censurar cartas y visitas, etcétera, porque:
"A través de su participación en el trabajo y de su integración
en la "comunidad", el preso confirma que ha aceptado su condena, y que
toma el camino de la penitencia y que quiere subsanar el mal que ha causado
a la sociedad" [declaración del así llamado ministro de justicia
personalmente en la radio después del advenimiento al gobierno de
la CDU (partido conservador de la derecha) en 1972].
¿Qué ha precedido?
15 meses de tortura por aislamiento en
Rastatt (pantalla para privar a uno de la vista, ladrillos vidriados, puerta
de acero con junta de goma, es decir deprivación sensorial acústica
y óptica, desde julio de 1971 hasta noviembre de 1972 -en comparación
con la de por ejemplo, las prisiones en Irlanda del Norte donde la duración
de una fase nunca supera más de 90 días: más que excesiva).
Interrumpida por el Tribunal especial de la Cámara para la Protección
del Estado (Staatsschutzkammer; tribunales especiales están
prohibidos en la Constitución) sólo por motivos de cosmética
respecto al proceso. Continuado así hasta Marzo de 1973, "naturalmente"
perdurando el aislamiento celular.
Después todo fue revocado por el
juez especial: patio especial (en Stammheim hasta Enero de 1974: patio
en la jaula del tejado de cemento, sólo o con dos o hasta tres prisioneros
"escogidos", pero ninguna deprivación sensorial bien calculada,
a pesar de la tela metálica, en cambio las primeras vejaciones de
control y saqueo y sabotaje por parte de los polizontes de las llamadas
con abogados -es decir: Las condiciones en Stammheim se pueden claramente
distinguir de Rastatt, a pesar de que según las apariencias se trata
del mismo estado preventivo).
Huelgas de hambre: En Rastatt desde junio
hasta noviembre de 1972: al principio 12 días continuadamente, después
con interrupciones de 2-3 días respectivamente.
En Stammheim: durante 49 días ininterrumpidamente
-ninguna intervención médica ni en Rastatt ni en Stammheim.
Boicot de la censura desde noviembre de 1973: ninguna visita y ninguna
carta desde entonces.
Así llamada prisión menor
(Strafhaft) desde diciembre de 1973, es decir: más de lo
mismo, más controles intensificados, una especie de prisión
preventiva paradójica.
Bruchsal (enero 1974): 3 meses de tortura
por aislamiento (véase: "cuarentena"), con todo esto y p.ej. en
ocasión de visitas del abogado había a continuación,
y prácticamente con cada paso fuera de la celda, cacheo (entre otras
cosas: echado al suelo para el control del contenido de los zapatos).
Saqueo de todo sin restitución,
menos los utensilios de aseo, sellos, un boli y 50 hojas de papel, es decir
que hay una diferencia en comparación con el saqueo total sin restitución
en Ludwigsburg (allí me quitaron la máquina de escribir,
los libros, el tabaco y toda clase de utensilios y el transistor estropeado,
no obstante saqueando el Estado con la cuota mensual obligatoria de radio).
Los libros que me mandaban no me fueron entregados, con excepción
de los que me mandaron por carta.
Desde enero de 1974 prohibición
de comprar (pretexto: supuestamente por el rechazo mío del trabajo
forzoso, pero a pesar del paro generalizado en la trena, no había
ninguna modificación respecto a esta vejación, por lo que
se trata de chantaje). De 9 paquetes, con ocasión de días
festivos, tal y como los recibe cada preso, he recibido sólo uno
mediante entrega directa (por mi madre); todos los demás paquetes
fueron remitidos al remitente con la nota: "¡Rehusado!", en lugar
de ¡"se ha negado a firmar"! (Otros envíos postales funcionan
también sin firma). Al menos 2 paquetes "se perdieron", uno de ellos
llevaba el remitente mío, por consiguiente tendría que haber
sido entregado tanto más sin firma.
Deportaciones forzosas: Talego de Heidelberg, talego de Karlsruhe-Rastatt. Rastatt-Karlsruhe, Karlsruhe-Rastatt. Rastatt-Karlsruhe-Rastatt-Stammheim-Bruchsal-Ludwigsburg. Deportación forzosa dentro del talego: una vez en Stammheim, una vez en Bruchsal. Así llamados "castigos internos": En Ludwigsburg durante 4 semanas: "prohibición de visitas por escupir" a un jefe de polizontes (¡boicot de la censura!). Dos veces en cada caso durante 4 semanas tortura por aislamiento -la última vez en Pentecostés (ocasión, pretexto: véase arriba).
Para el dominio colonial, el psiquiatra
Frantz Fanon ("Los condenados de la Tierra") ha analizado quién
"mantiene el contacto con el colonizado, sin mediación alguna, a
través de la intervención directa y continuada": "El agente
(refiriéndose al gendarme y soldado) no facilita la opresión
y no enmascara la dominación. La expone a la vista, la ostenta,
la manifiesta con la buena conciencia de las fuerzas del orden. El agente
lleva la violencia al interior de las casas y de los cerebros de los colonizados".
Si Fanon hubiera analizado las condiciones
en las metrópolis, difícilmente le resultaría evitable
el destacar al médico -todavía antes y por encima de la guardia
civil y del militar- como portador de la violencia ostentada desvergonzadamente
que penetra continuadamente y sin mediación alguna en las casas
y en los cerebros, y como buena conciencia de las fuerzas del orden.
Pero así su observación,
que el pueblo en la primera fase del levantamiento no mata a muchos médicos
tan sólo por el hecho de que éstos están siempre quitándose
de en medio cuando se les necesita realmente en un momento dado -así
que esta observación de Fanon sigue siendo algo casual, un aperçu.
Al médico metropolitano Gaglio ("Medicina
y lucro") le llamó de todos modos la atención que la medicina,
empléese o no, es por su efecto una violencia desencadenada que
le abre a uno las carnes hasta llegar a las entrañas, una violencia
inmediata y por estas características es única dentro del
sistema de violencia capitalistamente estructurado -una calidad que la
eleva en el foco estratégico de los procesos revolucionarios.
Habría que añadir que lo
último es solamente el caso, si esta arquiatría (tratamiento
médico) es forzada, desde la ofensiva permanente, a la defensa.