ESTE TEXTO SÓLO ES UN COMIENZO ...
VII Parte Documental
37. Sobre la economía política de la identidad suicidio = asesinato
1. Informaciones de los pacientes – número 35
Nuevo espejo universitario – número 6
SUICIDIO = ASESINATO = SUICIDIO = ASESINATO = SUICIDIO
La miseria material es en el sentido de que produce un potencial revolucionario un hecho progresivo. Como se sabe, Marx emplea este momento (factor subjetivo) para el proletariado (industrial). Sin embargo, la proscripción social [soziale Aechtung] caracteriza al "lumpenproletariado" (parados, enfermos, criminales = "por culpa propia"). Según la ideología dominante éste está excluido tanto del proceso social como del movimiento revolucionario. Su título honorífico varía entre asocial y anarquista .... "No es ninguna deshonra ser pobre" .... "perdido el dinero, mucho perdido / perdida la honra, todo perdido" ...., y de este tipo hay muchos otros dichos (espíritu objetivo = objektiver Geist, véase Hegel).
A través de la explotación el capitalismo produce el pauperismo material (momento dialéctico, según Hegel, Filosofía del derecho: El capitalismo es demasiado pobre para abolir la pobreza producida por él mismo).
A través del desarrollo personal el capitalismo produce el miedo a la proscripción social [soziale Aechtung], respectivamente el miedo a causa de y por la proscripción social (proceso histórico personal en el cual la conciencia está programada fundamentalmente de tal modo que evita la proscripción social). Los dos factores – miseria material y proscripción social – son mortales, son instrumentos homicidas de la sociedad capitalista a través de los cuales esta sociedad hace sufrir hasta que esta sociedad misma es triturada entre sus propias piedras de molino. La facultad de Medicina, el Sr. Rendtorff y el ministro de Cultura (el Sr. Hahn) se sirven de estas piedras de molino con distinta suerte, como se sabe, hasta que han conseguido asesinar a un miembro del SPK. La exclusión [Aussperrung], el despido, la prohibición de acceso a las clínicas universitarias tendían tanto a la destrucción física como a la discriminación social (difamación pública).
Desde el primer día de su llegada al SPK el asesinado miembro del SPK estaba confrontado quizás más directamente que la mayor parte de los demás pacientes con estos dos instrumentos homicidas. Expresó espontáneamente su deseo de cooperar en el SPK. Pero salvo el subsidio de enfermedad, no tenía dinero y los médicos y los seguros de Heidelberg rechazaron su baja por enfermedad si no volvía a Colonia de donde venía. Agobiada hasta el punto de inferioridad total por la etiqueta de "esquizofrénica" se vio ahora expuesta a la discriminación política por su permanencia en el SPK la cual no podía mencionar ante los seguros. Temía con razón que su pertenencia al SPK fuera registrada por estar de baja por enfermedad lo que le perjudicaría todavía más (negativas con respecto a sus demandas de empleo, hospitalización forzosa en un hospital provincial si hubiese insistido en el subsidio de enfermedad el que le correspondía según la ley). Este temor lo relacionaba expresamente con el hecho de que al SPK fue detentada hasta entonces por parte de Hahn la legitimación como una institución universitaria. Como es conocido, la evitación de la discriminación política tenía por consecuencia la agravación de su situación material precaria. También su intento de asumir el estigma de la proscripción social ("esquizofrénica") y de operar con éste – así por ejemplo en la policlínica médica – no podía nada más que agravar el fracaso relativo a la seguridad de su base material ("a los esquizofrénicos no les doy de baja" – así un médico ayudante de la policlínica médica universitaria).
Cuando el asesinado miembro del SPK intentó espontáneamente por segunda vez empezar un empleo, fue alabada por su aptitud en un examen laboral. Sintiendo su inferioridad social, desesperaba de las expectaciones, puestas en ella. La situación material del SPK, causada primordialmente por los Señores Rendtorff y Hahn, pues, no ofrece ninguna oportunidad de sobrevivir, ni mucho menos la posibilidad de una "rehabilitación" gradual. ¡Nos reservamos expresamente el derecho de cambiar esta situación!
La destrucción física, llevada a cabo por parte de nuestros adversarios, se manifiesta en la última carta del asesinado miembro del SPK en las palabras "Yo estoy muerta". El miedo a la proscripción social la que va más allá de la muerte se manifiesta así: "No quiero ser enterrada con Marx y Lenin." "No he entendido nada", lo que significa: Me doy totalmente cuenta de que no puedo hacer absolutamente nada contra las armas mortales que son el hambre y la miseria, solamente así mi comportamiento es comprensible y tiene sentido. Si el ministro de Cultura, Hahn, el rector Rendtorff y los médicos de secreción profecal (Schweinepflichtaerzte, en lugar de "Schweigepflicht" = "secreto profesional") de la facultad Médica creen que pueden lavarse sus manos en inocencia, entonces se trata de una enorme ilusión perceptiva. (Véase la Fenomenología del Espíritu de Hegel, capítulo II)
Asesinato es asesinato. Pero los asesinos detrás del escritorio [Schreibtischmoerder] no son como los asesinos comunes, son peores. Son desvalijadores de cadáveres, son vampiros sórdidos. Quien lo experimenta en carne propia (SPK), sabe lo que es.
Pero los asesinatos, perpetrados por la pandilla de los asesinos detrás del escritorio, los señores Hahn, Rendtorff y los médicos de secreción profecal, caerán sobre ellos mismos según el principio de la dialéctica inherente al capitalismo.
Colectivo Socialista de Pacientes |
16 de abril 1971 |
2. Informaciones de los
pacientes – Número 37
Nuevo espejo universitario – Número 8
SOBRE LA ECONOMÍA POLÍTICA DEL ASESINATO
"Un crimen puede ser excluido" así se lee en la "Noticia acerca de un suicidio" del 10 de abril de 1971 en la prensa de Heidelberg. El periódico como productor de la ideología capitalista al igual que la ciencia burguesa tiene que excluir el crimen, es decir la destrucción permanente del hombre por el sistema capitalista de explotación.
La libertad de prensa es la libertad de los dominantes de ocultar el fondo y los contextos.
Después de nuestra primera declaración "Suicidio = Asesinato", a muchos lectores de esa octavilla les ha entrado apetito de saber más detalles. Pero ni pensar que estos lectores hayan obligado por ejemplo a la prensa a hacer un reportaje coherente o que estos lectores corrijan activamente la mierda asesina como ésta que no es nada más que una variación ya analizada al máximo desde hace muchos decenios. Oyendo la palabra "asesinato", a los lectores les acusa, como es debido, su mala conciencia. Luego están alimentando esta conciencia con la opinión pseudocrítica que les es inculcada, para después poder seguir durmiendo todavía más tranquilamente. Entender relaciones y contextos es fácil, describirlos se puede aprender, pero actuar consecuentemente resulta difícil para los que todavía se creen estar con salud y tener algo que perder; de todos modos los explotados no poseen objetivamente nada que no esté bajo el control de los dominantes. Mucho antes de que uno nazca, ya han decidido sobre sus sentimientos, pensamientos y funciones físicos. Uno tiene aquel cuerpo el que le imponen las relaciones capitalistas de producción. ¿Qué entonces puede perder el explotado, si en todo caso y desde el principio todo le ha sido quitado?
Volvamos sobre los productores
oficiales de las opiniones.
Estando sometidos ellos mismos a la coacción de la acumulación – éstos tienen
que publicar anuncios y consecuentemente deben loar a aquellos anunciantes cuyo
pan comen – el trabajo de encargo de estos productores de las opiniones no
consiste en nada más que quedarse pegado a las apariencias y los códigos de la
ciencia dominante. El deber de informar significa: Tirar al lector del
periódico, al omnívoro y al omnitragante unos pedazos prefabricados [gefuckte
(facts) Brocken] – sexo y edad del "culpable", lugar y hora del crimen etc.
Unos ingredientes apetitosos y referencias a "comuna" y medicamentos-venenos
contribuyen al reportaje, y el lector se imagina la "historia" perteneciente
(¿perteneciente, sujeto a quién?), un producto ajustado perfectamente a la
ideología dominante y sin contexto histórico. El pretendido sentido común sano
(sin sentido) es el más fiel colaborador del capitalismo (= crimen).
Del "suicidio" quedará un cuento [Geruecht], es decir sin efecto, en tanto que los efectos mortales de las condiciones dominantes son registrados estereotípicamente y sin darse cuenta de lo que pasa realmente. La falta de conciencia impide la comprensión de las condiciones dominantes (suicidio = asesinato) y con eso también todas las consecuencias que tienen que resultar de esta comprensión. Sólo junto con su contexto histórico consciente este suicidio = asesinato es trascendental y sobresaliente, es decir peligroso para la "estabilidad" de la moneda, se convierte [umschlagen] en asesinato, pero ya no en asesinato contra seres humanos, sino en asesinato contra el capitalismo y sus agentes.
A través del proceso capitalista de desvalorización y de desgaste la asesinada M. había llegado a ser algo sin valor para la burocracia (sector de distribución). Sin embargo se vio forzada a venderse para no morir de hambre, directamente o por medio de la deshonra social. La muerte es la continuación consecuente del homicidio sistemático en masa en el capitalismo. Antes de venir al SPK, M. se había considerado como "rota", como una "ruina". ¡Esto no es sorprendente! El veneno de las pastillas, los electrochoques perjudicando al cuerpo, en general todas las formas de tratamientos especiales ejecutados en grandes cantidades contra ella habían marcado su conciencia de ninguna manera esquizofrénica, hasta que comprendía totalmente la realidad. A causa de la negación permanente de la sociedad de darle lo que necesitaba para poder vivir, se sintió con razón determinada y abandonada. M. se encontraba en una situación permanente de peligro de muerte que para millones de hombres en nuestra sociedad es tan cotidiana que no son capaces de comprender su situación de un modo adecuado a la realidad, ni mucho menos de hacer algo contra esta situación. Una otra paciente dijo una vez que solamente circunstancias especiales le posibilitaban sobrevivir en una situación semejante. Pero estos "casos fortuitos" los produce la burocracia capitalista de tan mala gana como tan escasamente. Con M. fue algo distinto, es decir más verdadero: perdió su cabeza por el miedo que le daba la selva burocrática.
¡Pero esto no cuenta! Tan sólo una última comida le fue concedida por el Estado y el rectorado.
A pesar de la capitulación impuesta a ella a la fuerza por su situación de apuro material, M. podía volver a respirar temporalmente a causa de las condiciones de trabajo realizadas sólo en el SPK. Siempre sabía y decía que desde su pertenencia al SPK tenía, a pesar de todas las dificultades externas, por primera vez el sentimiento de vivir verdaderamente y ser ella misma en relación con otros pacientes. Aún unos pocos días antes de su asesinato, M. declaró durante una discusión que tomaba totalmente el partido del SPK que para ella representaba la única posibilidad de realizarse y actuar. A través de una declaración de la madre (después de la muerte) sabemos que en todas sus cartas M. había manifestado repetidamente que el tiempo en el SPK fue su "más feliz". La estabilización de su identidad política en el SPK – porque sólo esta forma de identidad es la única posible dentro del capitalismo que es un sistema esquizofrénico él mismo – esta identidad política que M. había buscado antes en vano en una organización juvenil comunista, podía solamente ser rota por la extrema tensión externa (bloqueo de hambre – Hungerblockade). No solamente se veía cargada con la etiqueta "esquizofrénica", sino tenía que soportar durante años los reproches de parte de la gente y de médicos de cabecera de que "arruinase a su familia" con su enfermedad. Aunque había comprendido la situación desconsoladora del mercado laboral como mecanismos específicos capitalistas, M. transfirió sus sentimientos de culpabilidad, que le habían inculcado, a sus empleadores de los cuales esperaba el castigo por estar enferma. Temía que su pertenencia al SPK le perjudicara. Del hecho de que denegasen al SPK todavía la legitimación como institución universitaria por decreto del ministerio de Cultura en colaboración con la facultad de Medicina y el rectorado, resulta irremisiblemente para cada miembro del SPK la indefensión total contra la violencia estatal y la proscripción social que suponía ésta. M. no sólo tenía que contar con negativas durante su demanda de trabajo, sino que se hallaba ante la alternativa despiadada: o solicitar por mediación del doctor Kretz (¡!) el subsidio de enfermedad que le correspondió de derecho (así recomendado por médicos y médicos jefes de la policlínica médica), y con esto correr el riesgo de tener que someterse a un reconocimiento para ser internada por fuerza en un hospital psiquiátrico y así ser separada del SPK o quedarse en el SPK que se había convertido en su base de sobrevivir, y así ser expuesta a la creciente miseria material. Incluso las afirmaciones y promesas de que una hospitalización por fuerza según puntos de vista psiquiátricos y neurológicos no era de suponer y consecuentemente podría ser impedida o anulada por la solidaridad activa del SPK, no podía quitarle su perspicacia respecto a la absurdidad de este procedimiento. Objetivamente "todos los bailes a paso de tortuga" [Schneckentaenze] y todas las tergiversaciones que tenían lugar por parte de la psiquiatría desde sus orígenes sobre las espaldas y a costa de los explotados, desde el vaniloquio psicoanalítico y existencialanalítico [daseinsanalytisch] hasta el de la genética ( = "ciencia"), no han reducido el número de suicidios (suicidio = "autoasesinato") en las clínicas e instituciones psiquiátricas, y mucho menos lo han abolido. Más bien el ramo "progresivo" de la psiquiatría se distingue últimamente por el conocimiento de que la única ayuda para los "candidatos al suicidio" consiste en matarles, conforme a las reglas del arte médico, en clínicas especialmente erigidas con el dinero de la explotación la cual les impulsa a la muerte (compárese "Frankfurter Rundschau" del 10 de febrero de 1971 "Estaríamos obligados a elegir verdugos"). El viraje progresivo de la psiquiatría, es decir su abolición practicada aquí y ahora, es una experiencia que se vive desde hace más de un año en el SPK. Para nuestra práctica el asesinato de M. significa que luchamos aún más decididamente contra la maquinaria de la destrucción, y sobre todo contra sus portadores de funciones burocráticas (facultad Médica, rectorado, ministerio de Cultura). Porque aquí y ahora se trata de una lucha a muerte, no podemos y no debemos esperar que quizás algún día lejano la propiedad privada de los medios de producción termine por sí misma.
Por su pertenencia al SPK M. estaba expuesta desde el principio a todas las coerciones contra las cuales el SPK tenía que luchar desde su fundación: Ningunos medios financieros – la llamada cuenta de donativos [Spendenkonto] a favor del SPK también es bloqueada por la universidad. La posibilidad de que a los pacientes les sean recetados medicamentos, conforme a su derecho adquirido mediante los impuestos obligatorios y pagados de antemano, es impedida activamente por el director de la clínica universitaria, v. Baeyer, y el rectorado; sólo cinco habitaciones están disponibles para 450 pacientes (1 - 3 entradas cada día); amenaza permanente contra el trabajo a causa de la demanda de desahucio interpuesta contra el SPK por el rectorado; ninguna posibilidad de asistencia permanente en una de las casas prometidas al SPK por el consejo de administración de la universidad. Estas condiciones son un constante bloqueo por hambre [Aushungerung] contra el SPK y son además el reflejo del homicidio en masa en el capitalismo. Pero el peligro de suicidio es "un riesgo aceptable" ["ueberschaubares Risiko"], opinaron el profesor Haefner y el doctor Kretz de la policlínica y el psiquiatra forense, profesor Leferenz, en el senado de la universidad del día 24 de noviembre de 1970 con respecto al SPK. El Sr. Rendtorff, el consejo de administración, el senado etc. están dando constantemente las pruebas de que los que, por su posición en el proceso social de producción, pueden tomar decisiones a favor o en contra de las condiciones mortíferas, están reproduciendo ciegamente las contradicciones inherentes al capitalismo y lo hacen deliberadamente y riéndose de toda historia lo que significa que son culpables y responsables. El re(a)ctor de Heidelberg, en lugar de subrayar el lado científico del SPK ante el senado y con esto posibilitar el trabajo científico del SPK a través de una institucionalización en la universidad, reacciona con la cobardía típica de los funcionarios a las instrucciones de arriba (decreto del ministerio de Cultura). Abandonaba la escena a favor del muy conocido no-miembro del senado, Haefner, especialista en eutanasia social (suicidio = beneficio) donde luego éste fomentaba la liquidación del SPK en el interés de su proyecto de 45 millones de marcos. En aquella época se trataba de 250 pacientes. ¿Debe uno preguntarse si el riesgo, sea cual sea, se ha reducido desde que los responsables se han quitado la máscara, y el número de los pacientes del SPK se ha acercado a medio millar?
La abolición [Aufhebung] de estas condiciones es posible. Otros lo han demostrado ya antes de nosotros. La autoorganización de los pacientes sobre la base marxista corresponde a la consecuencia radical y crítica que desde los tiempos de Ernesto Che Guevara (asmático, pero que usaba sus conocimientos médicos contra la selva capitalista) sirve de modelo para nosotros.
Como inhibición, enfermedad es un arma del capitalismo. Depende de los explotados entregar algún día ésta y otras armas al vertedero de la historia. Sólo para el capitalismo y sus agentes enfermedad es un divertimiento mortal.
¡LUCHAD CONTRA LOS CRIMINALES, ASÍ OS
PROTEGEIS
NO SOLAMENTE CONTRA CÁLCULOS RENALES,
SINO CONTRA ASESINATO POLÍTICO!
COLECTIVO SOCIALISTA DE PACIENTES |
Heidelberg, 30.4.1971 |
38. Autoorganización de los pacientes y centralismo democrático
1. Necesidades subjetivas [Subjektive Notwendigkeiten]
Históricamente nos encontramos en una fase de transición entre el campo de concentración nazi y el campo de trabajo al estilo de la gran coalición. La agravación de las contradicciones del capitalismo tardío [Spaetkapitalismus] – manifestándose económicamente en la acumulación de crisis económicas y, con respecto a la conciencia, en la disminución de una perspectiva para el futuro tanto existencial como social – induce a los dominantes, para superar la crisis, a una serie de medidas preventivas las que son tanto eficaces como inadvertidas de la opinión pública. Como tales imponen la ley de opio contra los flipados [Ausgeflippte], registro central de los llamados enfermos mentales, campos de trabajo para los flipados políticos, y finalmente prisión perpetua a plazos para aquellos cuya resistencia contra la criminalidad capitalista no se limita a la simple visita de círculos de discusiones. Bajo estas condiciones no se puede decir que fracasen las organizaciones existentes de la asistencia al enfermo ( = explotación de la enfermedad). Por lo contrario, funcionan muy bien en el sentido de las medidas mencionadas anteriormente. Los portadores de funciones de la Sanidad, organizada jerárquicamente y en forma de los seguros de enfermedad, las asociaciones de médicos, las conferencias de médicos asistentes [Assistentenkonferenzen], y finalmente, en concurso ideal con aquellas instituciones, la burocracia del ministerio de Cultura en su función de administradora y ejecutora de la ciencia de parte del capitalismo, intentan ocultar a la opinión pública la contradicción, concerniendo indirectamente a ellos y a los enfermos directamente, entre la convicción subjetiva y la función objetiva. Esos portadores de funciones de la Sanidad tratan de ocultar esta contradicción tras sofisticados parloteos sobre la libertad de la ciencia y las medidas que presuntamente son necesarias "para el bien del enfermo", y así intentan al mismo tiempo inculcar en la conciencia de los afectados su dependencia de (igual: estar entregado a) una así llamada ayuda que les llega de arriba. Corrompidos por privilegios materiales o por la esperanza de obtenerlos, aboban a la opinión pública en gran escala. Todos se refieren al bien de los enfermos, pero trabajan objetivamente a favor del capitalismo y con esto necesariamente contra los enfermos, y finalmente contra sí mismos, no confesadamente por cierto, pero tampoco no inadvertidamente.
Bajo estas condiciones sólo los afectados mismos pueden apropiarse del saber necesario y crear a través de la propaganda una opinión contraria pública y activa.
La enfermedad es un reflejo, adecuado a la realidad, de la contradicción fundamental (producción colectiva – apropiación individual): Por un lado producción colectiva de enfermedad, y por otro lado administración y explotación [Verwertung] de los enfermos como personas aisladas.
2. Obstáculos objetivos
a saber por qué los enfermos tienen que tomar
sus necesidades en sus propias manos:
En el proceso de valorización capitalista el proceso de producción y la enfermedad están condicionándose dialécticamente, es decir que la enfermedad es simultáneamente condición y resultado del proceso de valorización capitalista. Dicho proceso presupone la mutilación del obrero; el mantenimiento del proceso de valorización capitalista implica la reproducción del obrero como mutilado social. Por eso la consumción de la fuerza de trabajo en el proceso de producción significa producción de la enfermedad. Porque ésta se realiza "bajo circunstancias en las cuales no es decisiva la salud de los obreros, sino la fabricación facilitada del producto" (Marx, El Capital, Tomo III, capítulo 5). Todos los intentos de velar este hecho por parte de los dominantes "prueban que matar no es asesinato cuando suceda por motivo del beneficio [Profit]" (Marx, ibídem). La enfermedad es el punto cardinal de la contención de crisis en el capitalismo tardío [Spaetkapitalismus]. Esto se desprende de los siguientes aspectos: Así llamadas cargas sociales de un 35% del sueldo neto son pagadas al Estado. Este dinero está constantemente a la disposición del capital colectivo organizado, llamado Estado, para controlar la coyuntura mediante la prevención de crisis y contención de crisis. De este modo los que han ganado este dinero a fuerza de trabajo, no pueden disponer de él. Sólo una pequeña parte es destinada a la maquinaria de salud y es utilizada para la reparación de la fuerza de trabajo defectuosa. La función de estabilizar la coyuntura consiste en segundo lugar en el mantenimiento de la capacidad de consumo de las máquinas de trabajo defectuosas (= enfermos) y de las máquinas de trabajo puestas fuera de función (= parados) y de las máquinas de trabajo agotadas (= pensionistas). La enfermedad es utilizada especialmente en el interés del capitalismo para reestructurar cuantitativa y cualitativamente el paro: En vez de despidos en masa de los obreros éstos son expulsados poco a poco del proceso de producción y en apariencia sin relación con la explotación. Esto sucede por vía administrativa en forma de bajas por enfermedad y de internamientos en instituciones de custodia por los agentes del aparato sanitario.
Subjetivamente la enfermedad es vivida como fracaso debido al destino o incluso como fracaso por culpa propia. En contraposición al parado, para el enfermo le resulta muy difícil conocer el vínculo entre la miseria individual y el proceso de valorización capitalista. Este contexto de enmascaramiento objetivo y subjetivo también está favoreciendo la tendencia de grupos políticos izquierdistas de producir nada más que principios abstractos. Los obreros son expuestos a un considerable sufrimiento subjetivo (miseria masiva). Pero el "bienestar" objetivo no va acompañado de ninguna conciencia de la responsabilidad, y mucho menos de la comprensión de las vinculaciones entre este "bienestar" y la acumulación de sufrimientos con respecto al tercer mundo y a los enfermos (imperialismo hacia el interior). Por falta de comprensión de la congruencia de las propias necesidades con las de los obreros industriales, la izquierda centralista democrática apela a un proletariado abstracto en lugar de tomar en consideración las condiciones concretas de vida de cada uno que está afectado por la miseria mental y material.
3. A propósito del estatus sin derechos de los enfermos
A pesar de las cargas sociales que le son quitadas a la fuerza, el enfermo no tiene derecho al tratamiento de su enfermedad. Al contrario, el derecho al tratamiento incumbe al aparato sanitario institucionalizado. Tanto según su estructura como según su función, este aparato obedece al principio de maximizar los beneficios, y este principio también está determinando los criterios del si y del cómo de un tratamiento. En estas condiciones a las que el enfermo está expuesto, la supresión de sus derechos fundamentales y de sus derechos humanos es condición y resultado de su tratamiento y de su manipulación. El aparato sanitario que está cimentado legalmente, se sirve de la "jurisprudencia" ["Rechtspflege"] y viceversa. Por la entrada en un registro central, la modernización actual de la legislación penal encierra a los enfermos en el ghetto de la asocialidad perpetua que de todos modos ya llevan consigo, es decir dentro de sí mismos, como prisión (en forma de la inhibición). La legislación universitaria del Land Baden-Wuerttemberg por ejemplo excluye a personas del estudio si éstas son consideradas por alguien como enfermas. Literalmente dice esta ley: "La matrícula puede ser negada cuando el solicitante padezca de una enfermedad por la cual la salud de los demás estudiantes sea puesta seriamente en peligro o el curso reglamentario de los estudios sea perjudicado gravemente o cuando el estado de salud del solicitante impida un estudio reglamentario; para la comprobación del estado de salud la presentación de un certificado del médico oficial puede ser exigida" (HSchG § 43,2). Las mismas razones pueden provocar la exmatrícula.
El hecho de que a los pacientes se les priven de sus derechos, se basa en su aislamiento. La única salida de este papel de objeto de los pacientes aislados es su autoorganización. Pero en el sistema dominante ésta no está prevista. Consecuentemente la autoorganización de los pacientes tiene una función de poner en vigor su derecho propio basado sobre la enfermedad y derivado de ella [rechtsetzend], y, a lo más, puede referirse a los derechos fundamentales. Estos derechos fundamentales por su parte son limitados por leyes que – como se dice – "reglamentan los pormenores". En tanto que con esta cláusula no se puede evitar suficientemente una utilización progresiva de los derechos fundamentales, el poder estatal se ve obligado a negar los derechos fundamentales a los pacientes que se organizan activamente en la nueva calidad de la autoorganización, a saber el Estado se ve obligado a tomar medidas para eliminar esta organización. La consecuencia para los explotados y para los que no tienen derechos tiene que ser entonces el cambio radical de los fundamentos materiales de este poder estatal.
4. La implicación política de la autoorganización
Los fundamentos más importantes de la autoorganización de los pacientes son los siguientes: Por no tener derechos, los pacientes son la clase explotada por antonomasia. Como en todas partes, el derecho de utilizar el orden jurídico "liberal-democrático" ["freiheitlich-demokratische" Rechtsordnung] existe únicamente para los que disponen de mucho capital. Además, el enfermo no tiene absolutamente ningunos derechos. Con respecto a la psiquiatría esta calidad de pertenecer a la clase explotada abarca a diez millones de enfermos manifiestos en la R.F.A. La cantidad de los que están afectados por una enfermedad, sin embargo, es mucho mayor en su totalidad. Un criterio para el poder de la enfermedad como fuerza productiva es el hecho de que el presupuesto del seguro de enfermedad y de la seguridad social corresponde al volumen del presupuesto del gobierno.
De la relación con la producción resulta el otro fundamento esencial de la autoorganización de los pacientes: El sistema económico capitalista saca de la enfermedad – como hemos expuesto anteriormente – en forma de las cargas sociales, la capacidad ilimitada de amortiguar LAS CRISIS ECONÓMICAS INMANENTES AL SISTEMA CAPITALISTA. Es decir, que solamente bajo la determinación esencial de la enfermedad [unter der Wesensbestimmung Krankheit] y únicamente bajo esta determinación, el proletariado es – según el criterio que le es atribuido en el Manifiesto Comunista de Marx – una categoría subjetiva y objetivamente revolucionaria en el sistema altamente desarrollado del capitalismo tardío. Subjetivamente a causa de la posibilidad de comprender [begreifen] y manejar la enfermedad como protesta, objetivamente porque la plusvalía solamente puede ser producida por medio de la explotación de la fuerza humana de trabajo. Pero esto da lugar a la miseria masiva creciente y a una intensificación de la enfermedad. La miseria masiva y la intensificación de la enfermedad forman la barrera interior del capitalismo. "Si prescindimos de las influencias impuestas por la competitividad – caída tendencial de la tasa de beneficios [Profitrate] –, la producción capitalista economiza extremamente el trabajo realizado, materializado en mercancías. Por otra parte, la producción capitalista aventaja cualquier otro modo de producción en el desperdicio de hombres y de trabajo vivo; no sólo desperdicia carne y sangre, sino también nervios y cerebro. Es precisamente por el más monstruoso despilfarro del desarrollo individual por el cual el desarrollo de la humanidad es asegurado y llevado a cabo en la época histórica que precede inmediatamente a la reconstitución consciente de la sociedad humana." (Marx, El Capital, III, capítulo 5). Con esto Marx da a la enfermedad una determinación esencial como barrera interior del capitalismo, abstrayendo explícitamente de la caída tendencial de la tasa de beneficios [Profitrate], a la cual contraría de todas maneras un aumento del grado de explotación de la fuerza de trabajo, es decir una intensificación de la enfermedad. Enfermedad como barrera exterior del capitalismo es caracterizada por un número creciente de enfermos que en su totalidad desaparecen del proceso capitalista de producción (así llamadas psicosis incurables, incremento de los dañados por drogas y medicamentos).
Por la determinación esencial de la enfermedad de ser el amortiguador número 1 de las crisis de la economía capitalista, y así automáticamente estabilizando este sistema, la enfermedad tiene ciertamente también un momento objetivamente contrarrevolucionario. En el sector de la industria y la administración este contexto de explotación no puede ser roto. En ambos sectores predomina el factor de la determinación contrarrevolucionaria de la enfermedad como amortiguador de crisis. El momento progresivo del estatus sin derechos de los enfermos es velado por sindicatos, tribunales sociales y otras instituciones semejantes aparentemente favorables a los obreros. De esta violencia, caracterizada como doble explotación, resulta para los pacientes como sujetos revolucionarios la necesidad de unirse en organizaciones de pacientes. Doble explotación significa: El enfermo es el producto del proceso de producción que produce plusvalía. La plusvalía se reparte en el beneficio y en la capacidad de amortiguar las crisis. Como paciente el enfermo es funcionalizado por la Sanidad como medio de producción y amortiguador de crisis.
5. Dialéctica del centralism o y descentralismo = Expansionismo multifocal (EMF)
Antes de abordar la forma organizadora de la autoorganización de los pacientes y sus demás perspectivas, aquí algunas anotaciones fundamentales acerca del centralismo democrático. El elemento democrático del centralismo democrático son las decisiones mayoritarias, es decir que todas las cualidades se basan en la categoría de la cantidad, al igual que en el proceso de valorización del capital en el cual toda cualidad se reduce a la cantidad tiempo de trabajo. El elemento centralista se manifiesta en forma de una organización piramidal con competencias graduadas, a saber en una jerarquía. Las actividades de cada uno son organizadas antes de que puedan manifestarse y surtir efecto; otra vez un sistema rígido, correspondiente al proceso de valorización capitalista que produce las necesidades a las cuales las actividades de cada uno tienen que sujetarse (el hombre está al servicio de la economía y no al revés), en lugar de organizar las actividades según las necesidades respectivas que se orientan por la causa, es decir que la organización se transforma con ésta y sólo existe tanto tiempo como exige el trabajo sobre un asunto determinado. La dialéctica sujeto-objeto (en la polaridad dirigente – los demás), determinismo – espontaneidad (espontaneidad como momento constitutivo de la organización; también se puede pensar en la fuerza productiva revolucionaria del así llamado "instinto revolucionario" de Lukács), ser producido – producir (materializada como contradicción entre pasividad y actividad); todas estas contradicciones dialécticas no se despliegan en el centralismo democrático; tampoco la dialéctica entre las necesidades y la producción.
Del trabajo sobre las necesidades en cada uno y en pequeños grupos que cooperan y se controlan recíprocamente resulta el principio del EMF como la característica de la organización. La unidad entre las necesidades y la lucha política tiene que ser desarrollada en todos en forma de la identidad política de las conciencias. En una organización descentralizada cada productividad y cada iniciativa de cada uno tiene inmediatamente consecuencias organizadoras mediante el trabajo constante y colectivo sobre esta misma productividad. Cada uno puede y debe manifestarse y determina así el trabajo, y así nadie puede sustraerse a las consecuencias de este trabajo porque éstas resultan de las necesidades de cada uno. La forma de organización multifocal-expansiva imposibilita al enemigo de clase que destruya una tal organización. Para la coordinación de estas actividades que son desarrolladas de esta manera, el momento centralista, dentro de esta dialéctica, se materializa en una memoria colectiva. Esta memoria colectiva es utilizada por cada uno para sus fines y no utiliza de su parte a las masas. En una tal organización el centralismo es abolido dialécticamente [aufgehoben].
6. Historia y perspectiva de la
autoorganización de los pacientes
[Geschichte und Perspektive der Patientenselbstorganisation]
Esta abolición [Aufhebung] dialéctica del centralismo también se refleja en la historia del SPK. Existen varias fases.
La primera de estas fases consistía en la preparación de la autoorganización de los pacientes bajo las condiciones del centralismo capitalista-jerárquico. Solamente porque el SPK partía del nivel de la medicina universitaria, podía ser analizada y aclarada prácticamente la contradicción, caracterizada anteriormente, como explotación doble. "Es imposible para los obreros insistir en lo que es teóricamente, desde el punto de vista sanitario, su primer derecho: El derecho a que el trabajo, por el cual el empresario reúne a los obreros, debe ser libre, a expensas del empresario, de todos los factores que son sin necesidad perjudiciales a la salud; y que mientras los obreros mismos efectivamente no son capaces de obtener por fuerza esta justicia sanitaria, no pueden tampoco – a pesar de la presumible intención del legislador – esperar ningún apoyo eficaz de los funcionarios que tienen que aplicar las ‘leyes para la abolición de inconvenientes públicos’." (El Capital, III, MEW 25, pág. 106, citado). Esta contradicción de la doble explotación se manifestó al comienzo del SPK en la confrontación de los obreros como pacientes con los "funcionarios": A pesar de la explotación y de las cargas sociales los pacientes no tienen ningún derecho a tratamiento médico. Lo mismo da si fuese concedido o retenido, este tratamiento médico tiene la función de continuar y perfeccionar la explotación. Sólo el exponente de la universidad (por ejemplo el médico asistente que es funcionario interino [Beamter auf Widerruf], encargado de "subsanar inconvenientes públicos") que se halla enfrente del enfermo puede y tiene que transmitir a la masa de los pacientes los privilegios específicos de la universidad los que están a su disposición. Así llega a reunir las masas con la universidad y hace destacar la contradicción entre la pretensión de la universidad como institución de realizar el derecho fundamental a la libertad de la ciencia y la función de la universidad como fábrica abastecedora para la explotación, como fábrica de valorización e instancia de legitimación a favor del capitalismo. Así el funcionario médico de la universidad hace descubrir y comprender los antagonismos de clases, por ejemplo creando colectivamente con los pacientes la ciencia que éstos necesitan, y al mismo tiempo eliminando el poder de disposición sobre la enfermedad el cual es protegido por la ciencia de los dominantes, la cual se orienta de acuerdo con los intereses del capitalismo.
Empleándose a fondo y totalmente para asuntos básicos, el funcionario médico de la universidad tiene que producir una situación que desde la perspectiva del enfermo corresponda a la abolición [Aufhebung] del papel de objeto al cual todos los enfermos son condenados por el sistema. El enfermo que de este modo se ha concienciado, consecuentemente obrará contra la explotación. Pero en tanto que la organización, la administración y la custodia de la enfermedad funcionan de una manera capitalista-centralista, la crisis se concretará solamente en forma de una no violencia aparentemente sin rumbo fijo. Ejemplar para esto, en gran escala, es el sistema de amortiguador de crisis, y en pequeño la huelga de hambre se presenta así para nuestros adversarios. El resultado tranquilo de una tal no violencia aparentemente sin rumbo fijo es el compromiso cuyo desarrollo y realización condujeron a una repetida polarización en una segunda fase. Esta polarización ya no tuvo lugar al nivel de la medicina universitaria, sino se presenta como confrontación de la ciencia – directamente representada por los pacientes – y el poder – directamente representado por la universidad. En la tercera fase sucede la descentralización adentro a través de la socialización de las funciones terapéuticas en forma del autocontrol recíproco mediante la agitación personal y en grupos; hacia fuera sucedió la descentralización a través de la fundación espontánea de otros colectivos de pacientes, estimulada por el trabajo del SPK. La descentralización es apoyada por la autoobjetivación continua [staendige Selbstobjektivierung] que tiene lugar esencialmente en los círculos de trabajo. Del proceso de descentralización y autoobjetivación resulta la identidad política como la fórmula [Begriff] de la identidad de las necesidades y la lucha política.
En forma de ataques de la reacción mediante la maquinaria judicial (sentencia de desahucio – prohibición de trabajos científicos por privación de los medios de producción institucionales y materiales) sólo se efectúa en la fase cuatro la depravación material y jurídica de los pacientes.
El resultado de este desarrollo, expuesto en cuatro fases, es en la fase cinco el estallido de la violencia del centralismo capitalista-jerárquico atada en forma de enfermedad administrada lo que se manifiesta en forma de una separación total de poderes: El capital mediante el aparato estatal actúa de asesino perfecto en masa de sus productos más vulnerables que reflejan de la manera más adecuada lo que es la fuerza destructiva capitalista. El capital y el aparato estatal se ven, durante el proceso de la destrucción de pacientes, confrontados directamente con la enfermedad como su producto esencial, – por consiguiente están confrontados consigo mismos.
En la fase seis la autoorganización se divide en un momento militante y en un sector propagandístico
*. El primero con el fin de una autodefensa eficaz contra la reacción en forma del capitalismo y del aparato estatal neofascista; el último como ofensiva productiva contra la izquierda revisionista en la R.F.A., especialmente para socializar las experiencias del SPK en materia de la organización y la agitación.Mientras que en la fase seis el momento propagandístico, el partido, es decir la unidad de la memoria colectiva y de la coordinación, tiene una significación progresiva respecto al ensanche de la base de masa, en la fase perspectivista siete que es el despliegue práctico de los antagonismos de clases en la guerra popular, el "partido" no tiene nada más que la tarea de enfrentarse con la reacción porque al sector propagandístico es inherente su relación al pasado. Su forma anticipada y al mismo tiempo su apogeo es la identidad política, conseguida en el proceso de descentralización, de expansión y de autoobjetivación. Solamente a causa de la violencia contra la autoorganización de los pacientes esta división funcional en el momento militante y en el momento propagandístico llega a ser una cuestión de supervivencia.
COLECTIVO SOCIALISTA DE PACIENTES
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Heidelberg, 12.6.1971 |
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Suplemento del 27 de febrero de 1995:
Véase también: La separación entre el polo militante y el
polo propagandístico significa y significaba: separación respecto al
tiempo pero nunca en la materia, así pues ninguna escisión. Tenga presente
también la diferencia entre la lucha militante y la lucha militar. En la
estrategia de la enfermedad (patopráctica) no hay militarismo. Sobre la lucha
militante en la cárcel, véase también ‘Der
Begriff Einzelhaft’ (El concepto del
aislamiento celular), en: PATIENTENFRONT: SPK IV,
págs. 115 sig., especialmente los métodos de la resistencia de los pacientes
en la cárcel; véase también aquí en este libro, pág. XLII: el 6
de noviembre de 1975: huelga de hambre incondicional e ilimitada del
SPK/PF(H) – no con el fin de que fueran puestos en libertad, sino con el fin
de la confrontación contra los médicos que son los responsables de la prisión
y de la tortura.
Otra vez: El SPK era propaganda (propaganda y lucha militante, "ingenuo y militante", en la jerga estudiantil). Propaganda es impulso en cadena y propagación, así pues también transmisión y no sólo el así llamado channeling. Estas son las características y las señales distintivas que son comunes a una especie que merece verdaderamente la denominación organismo humano, mejor: cuerpos humanos, no dicho en el sentido del racismo, sino del saber efectivo diapático [diapathisches Wirkwissen], "ciencia" diapática, que está por consiguiente más cerca al Marxismo original que cualquier otra clase de ciencia tecnológica (inclusive por supuesto las "ciencias humanas", y todas las demás), porque toda ciencia no es más que seudociencia normésica y iatrárquica. Frente a la "ciencia", a la "lógica" existente se necesita urgentemente una epoche también en el sentido de E. Husserl, es decir basando de nuevo todo también en una situación prehistórica en que todavía no funcionaban los mecanismos desarrollados de la economía del dinero [Geldwirtschaft], pero por supuesto no recurriendo a la mitología de aquellos tiempos remotos porque se trata hoy en día y en el porvenir de cambiar activamente las enfermedades singulares de los seres humanos en acontecimientos de la especie humana, y exactamente por eso necesitamos la diapática en vez de la "ciencia" y de la tecnología, reivindicando éstas en cuanto persisten como herramientas irrenunciables todavía, por consiguiente reivindicándolas tanto más estrictamente bajo el control de la diapática. ¿Cómo les parece esto a ustedes que lo están leyendo? Está probado y recomendado por nosotros y es necesario urgentemente porque el mal estado del mundo presente en que vivimos lo exige, más para ustedes que para nosotros.
La lucha militante como patopráctica es la confrontación directa, buscada por los Pacientes de Frente, contra los médicos. La situación prototípica en estado puro puede ser encontrada ejemplarmente en la enfermería de la cárcel donde coinciden directamente bajo la responsabilidad médica por un lado la tortura por aislamiento celular, invisible y sin dejar rastros, y por otro lado los instrumentos de la tortura (instrumentos del tratamiento), visibles y perceptibles. También en esta lucha militante está incluido el momento propagandístico (dialéctica, no: ¡diapática!). En el Frente de Pacientes hubo además otras dos confrontaciones en tal situación prototípica: la huelga de hambre de otro Paciente de Frente (G. S.) en la enfermería de la cárcel de Wittlich en el año 1977. De esta confrontación resultó que el médico responsable se dejó declarar loco y el Paciente de Frente fue puesto en libertad. La otra confrontación fue la huelga de hambre de otro Paciente de Frente (T. T.) en el año 1978: un año más tarde el médico responsable de la cárcel de Hohenasperg fue desenmascarado por el Paciente de Frente y por su defensor en una vista pública, al ser (el médico) anteriormente un participante temporal del SPK y con eso un "gángster". Como consecuencia el médico dimitió de su cargo. Puede ser que esto suene extraño, pero así hay que hacerlo. Cualquier otra cosa puede ser correcta o falsa, mejor o peor, pero en todo caso no era y no es SPK/PF(H).