Si los pacientes se convierten en partisanos (partidarios) de la enfermedad , entonces es esto no sólo el primer y más fiable remedio contra la "medicina", sino también contra la capitalización de la enfermedad, contra la enfermedad misma en toda la extensión de su capitalización según criterios del (plus)valor y de la medicina (militar), de más y más medicina y defensa del valor [Kapitalisierung nach Mehr(Wert) und (Wehr)Medizin, nach Mehrmedizin und Wertwehr].
Anotaciones a los elementos fundamentales
de la historia de la medicina
Durante los estudios de medicina, la historia de la misma sólo aparece casualmente. Como relleno en especialidades pequeñas, siempre y cuando sea el hobby de alguno de los señores profesores catedráticos. En la clínica oftalmológica se trataba de muchas diapositivas de iglesias. Curaciones milagrosas, "los ciegos vuelven a ver", por lo que no tenía nada que ver con la profesión médica, con la medicina en el sentido estricto. En la clínica otorrinolaringológica la principal preocupación era cómo esa especialidad había conseguido su independencia, y cómo ésta se está consolidando y defendiendo. Muy impresionante en este sentido el recurso a las habituales peleas entre colegas, con el fin de conseguir la exclusividad del tratamiento junto a la cabecera del enfermo, así como las descripciones de la lucha por el honorario también en la relación médico-paciente, enriquecidas con anécdotas de la propia experiencia del profesor, es decir, con respecto a sus dificultades con pacientes no dispuestos a pagarle. Y dirigiéndose al auditorio: "Ustedes futuros médicos deben aprender de esto, ¡¿para qué le sirve al médico, que el paciente esté curado pero el médico mismo quede arruinado?!"
Como especialidad de examen la "historia de la medicina" no está prevista, por lo que es sólo un hobby, incluso para los estudiantes. Si el estudiante tiene la oportunidad de asistir a clases, conferencias y seminarios relacionados con el tema, así pues, con el fin de comprender con sagacidad el significado de expresiones como las siguientes: Si el médico es al mismo tiempo filósofo, llega a igualarse a dios (iatros gar Philosophos isotheos, más o menos). En cuanto al director de ese seminario, profesor de medicina y doctorado en filosofía, ni la más mínima señal de igualdad con Dios. Ni siquiera ha cumplido con lo mínimo que, según Nietzsche, es el deber supremo de cualquier Dios medianamente decente, que es morirse de risa de sí mismo o de lo que sea, y mucho menos que se muera por compasión hacia el hombre.
Sólo el asombro que, como es sabido, es el origen de toda filosofía, parece haberle, por amor a su especialidad, hecho polvo. Desde el Colectivo Socialista de Pacientes (SPK), para él los cimientos de su edificio doctrinal se han ido deshaciendo a pedazos (Schipperges, posiblemente publicado en Kisker, "Medizin in der Kritik").
Si la medicina, en primer lugar, da
tan poca importancia a su historia, en segundo lugar no impresiona en absoluto,
y en tercer lugar lo mismo que antes, entonces esto será debido al hecho de que
no es ni medicina ni historia, sino sólo una variación, una repetición de
siempre lo mismo bajo condiciones y demandas cambiantes; es, brevemente, y a lo
sumo, una medicina del como-sí.
Es cierto que un ex-izquierdista, hoy profesor en sociología médica de nombre
Deppe, ha desenterrado recientemente a Bernadino Ramazzini que en paz descanse
(siglo XVII) y a Johann Peter Frank (siglo XVIII), por así decirlo, como
testigos estrella contra las condiciones laborales y las condiciones de vida en
relación con la enfermedad. Para que a su disciplina se le conceda más
subvenciones.
Lo que se hace pasar por medicina, y
eso en condiciones mucho más destructivas que todos los deterioros que lo vivo
nunca haya afrentado jamás, puede, en tanto medicina y conforme a su esencia,
ser solamente parte de la enfermedad que pretende tratar.
La historia de la medicina debe ser comprendida, si fuera historia, entonces
sólo como historia de la alienación. Y sólo bajo este respecto le está asegurada
aún más "progreso". Dondequiera que, a lo largo de miles de años, haya
descubierto "tierra virgen", la medicina les ha llevado una grandísima ventaja a
los exponentes de la represión social y la reacción política.
Siglos antes de Griesinger y Kraepelin, que son considerados como los fundadores de una psiquiatría autónoma, la medicina ha cosificado a los seres humanos en locos (en alemán llamados: "Spinner", los así llamados enfermos mentales, "Spinner" por lo demás: hilandero), es decir, esos seres humanos que al parecer podían convertirse en rentables sólo bajo condiciones de trabajo forzoso en la rueca y el telar, rentables para reyezuelos (los altos caciques de los pequeños estados) y similares, que aún no podían permitirse el lujo de casas de corrección y manicomios (Paul Lüth, Medicina Crítica, 1972). De ahí la conocida fórmula: "Es un loco" (en alemán: "Der spinnt", literalmente: Éste hila).
También la transición de la horca,
como una máquina simple, a la infinitamente complicada "máquina hombre" ("L'homme
machine", La Mettrie), fue un trabajo pionero de la medicina, eminentemente
heroico además, y por su propia cuenta, ya que quien fuera pillado –robando
ahorcados para la investigación– a aquel le esperaban comparativamente simples
fuerzas de la palanca.
En un doble sentido, por tanto, la medicina tuvo que superar la barrera muerte,
que en muchos casos las condiciones dominantes habían establecido por su propia
plenipotencia, donde la trabosa vida voluminosa y resistente se ha resistido a
dejarse transformar en una mera pieza de maquinaria.
Allí donde las condiciones prevén al
hilandero y al loco (Spinner) como motor de la rueca, la medicina ya ha
llegado a la esencia, a saber al hilandero y al loco cargados con el estigma de
estar socialmente muertos, y para la medicina el físicamente muerto no es aún
suficientemente muerto -descolgar de la horca, y si no, acabar con la horca (hic
gaudet mors succurrere vitae!), así pues, en anticipación, en cierta
medida de la "medicina preventiva" al auto-verdugo perfecto, al hombre máquina,
un órgano intercambiable al por mayor y al detalle, un órgano trasplantable (Organon,
organismo, en griego: herramienta, medio).
No es de extrañar que Descartes en su búsqueda de la medicina como único medio
científico "para mejorar al ser humano", con perspicacia filosófica
inquebrantable, por mucho que lo intentó, no pudo llegar más allá de la
constatación de que en este sentido andaba completamente a tientas ("Discours
de la méthode").
Su alumno, La Mettrie, ha compensado ese destello de lucidez, y como médico ha
frankensteinizado al hombre máquina.
En cambio, en el Estado médico de la Alejandría antigua -la medicina era religión del Estado, el bastón de Esculapio como emblema nacional y cuño de las monedas -, el verdugo tenía que ceder el paso al médico, con el propósito de la vivisección.
También esta "historia de la
medicina" todavía no ha acabado, ya que hermenéuticamente, como un atavismo
históricamente eficaz, se extiende en cierto modo hasta nuestros días.
Así sucede, por ejemplo, cuando los médicos, en tanto miembros de las comisiones
de derechos humanos y de la Asociación Médica Mundial, se ponen en acción para
evitar lege artis percances y rastros, así como en general planean e
inducen a la máxima eficiencia de las prácticas de tortura, pero en cualquier
caso, más dirigiéndolas y supervisándolas ejecutándolas (cf. Gaglio, "Medicina y
ganancias"); o, más rudimentariamente, cuando, como en el caso de uno de los
históricamente primeros revolucionarios (Babeuf 1793), los médicos protegen la
guillotina contra el intento de sabotaje intencional, entregando a dicho
revolucionario -que intentó dejarle a esa máquina nada más que su desprecio,
nada más que su cadáver después de su suicidio casi conseguido-, remendado, en
la fecha prevista al verdugo para su ejecución.
O la "historia" de la lucha contra la
enfermedad en el contexto del delirio
racista nazi .
Con el pretexto de enfermedad hereditaria, la medicina, experimento elevado a la
potencia de cuatro contra el ser humano, en primer lugar ha mutilado la vida
dañada (vivisección, todavía). Pero la enfermedad hereditaria medicina todavía
sigue siendo lo que siempre ha sido, más precisamente: una vez más lleva
muchísima ventaja a los demás exponentes de la represión social y la reacción
política: el número de todos aquellos cuya vida, con la ayuda de los manicomios,
es crónicamente despedazada, dividida, disminuida y reducida sistemáticamente
durante décadas de minucioso trabajo, por lo que sólo en contadísimas ocasiones
sería posible localizar las huellas de la enfermedad entre esos pedazos
–siguiendo el supuesto médico de que ésta haya estado realmente entre esos
pedazos, como pretexto para el internamiento- este número debe calcularse en
cantidades mientras tanto elevadas a la quinta potencia por día fijado
contable, y todos aquellos son "dados de alta" como muertos, igual que los
"sólo" 30-60.000 por cada 5 años de medicina del delirio de la enfermedad
hereditaria, ejecutada y practicada abiertamente (los números según
declaraciones oficiales, citados de "Spiegel", "Frankfurter Rundschau").
De alguna manera esta medicina huele
a guerra, en todo caso, a una guerra civil llevada a cabo desde arriba.
Este olor se vuelve penetrante en el ámbito de la medicina militar. Así, desde
el punto de vista de los psiquiatras militares de Estados Unidos, la guerra de
Vietnam era todo-en-uno la causa, la característica de identificación de la
enfermedad (Diagnostikum) y el agente terapéutico para todo con lo que
los psiquiatras allí trataban. Cuando un "caso de agotamiento nervioso" o de
cualquier otra etiqueta les era remitido, ellos, en la medida de lo posible, se
abstenían de aplicar cualquier cosa de la que, por su profesión, sabían, no
importaba si la sintomatología se parecía a una "rebelión de Panteras Negras" o
a una "psicosis", a drogadicción o un simulación. A la primera ocasión que se
ofreciera y asegurándose de ser escuchados por el "caso", ordenaban el servicio
en el frente. En cuestión de horas o días, decían, el medicamento guerra surtía
efectos: no era raro que los afectados mismos se volvieran "espontáneamente"
voluntarios; en todo caso, prácticamente la totalidad de ellos ha regresado,
dicen, al frente de batalla tan apta para el servicio militar como cuando había
sido reclutada (informes y exámenes sobre la "evolución" detallada y después no
se realizaban -por cualquier razón. Posiblemente por consideración del derecho
de representación exclusiva de los asesinos múltiples de la masacre de My-Lai).
Así que, en este caso ejemplar, la
guerra es la condición para abstenerse por completo de posibilidad, necesidad y
libertad, de "medicina" e "historia" (en tanto historia de la medicina).
Ya se había puesto de manifiesto en la Primera Guerra Mundial, y otra vez en la
Segunda Guerra Mundial, que los soldados así llamados traumatizados por la
guerra (en alemán: Kriegszitterer, en inglés war-tremblers,
soldados padeciendo de temblores involuntarios nerviosos) resultaban menos de la
guerra en sí que del hecho de que la medicina, especialmente la psiquiatría
clásica, está superponiéndose a la guerra y está asociada con ella. Mucho antes
de los estados de shock causados por las explosiones de granadas (en inglés
shell-shocks) características de la guerra, por ser sepultado, etc., los
electrochoques, más tarde los shocks causados por la administración médica de
cardiazol e insulina pertenecían a la vida cotidiana en los manicomios. Casi tan
pronto como conducían a una recuperación también conducían a una recaída. Por
tanto, prácticamente se hizo evidente para la psiquiatría (militar), crecida y
desarrollada durante el intervalo (bélico), rendir las armas ante los shocks de
guerra, internar y hospitalizar estos "temblores de guerra", lejos del frente
sacarlos de la circulación; no sólo porque estos "temblores de guerra",
dondequiera que fueran visibles, ciertamente no levantaban la moral de la tropa,
pero, además, en tanto casos marginados al internamiento de por vida en los
manicomios, representaban un potencial disuasorio que no debe subestimarse, para
intimidar a imitadores en las guerras futuras.
Este cálculo ha salido en gran parte bien. Al menos cualitativamente. Ya en la Segunda Guerra Mundial, los "temblores de guerra", habían pasado de moda como quien dice. La iniciativa había pasado a los internistas. Agruparon entre otros los llamados batallones de estómago, es decir fuerzas especiales que entraban en acción en zonas menos cercanas al frente de batalla, una colección de todo lo que había sido registrado ya de antemano por las técnicas de selección de la medicina militar, y que abarcaban todas las disciplinas médicas, desde la tartamudez hasta los pies planos, y por supuesto de todo de lo que los hospitales de sangre tenían que deshacerse como los llamados síntomas psicosomáticos, desde enfermedades gástricas hasta traumas de búnker.
De esta manera, entonces, la medicina llevó a cabo su guerra desigual contra el enemigo del sistema que minaba la moral del ejército, siempre desde diferentes posiciones en diferentes áreas de retaguardia - pero siempre con métodos aparentemente civiles de zona de retaguardia. Su orientación con arreglo a las necesidades del frente de guerra, en especial de la próxima guerra correspondiente, podría imponer inevitablemente a todos los que todavía no han tropezado con el isomorfismo estructural de la medicina y lo militar la conclusión, por cierto muy sospechosa de esquizofrenia, de que, con respecto al salto "histórico" de los temblores musculares al batallón de estómago, se tratara de una cuestión inexplorada e inexplorable, pero en cualquier caso de un cambio de síntomas, un cambio autóctonamente específico de la enfermedad, o de un tipo de control para-o-telefuturológico del "otro" polo de la enfermedad, precisamente de la medicina, simplemente hecho a propósito y una confabulación llevada a cabo por una fuente oculta o, en caso de duda y entre ilustrados: por una fuente brotando de la psicología profunda.
Y, de hecho, fue precisamente la medicina de los EE.UU. la que se ha dejado engañar por este error ante todo tan fatal para ella misma. En lugar de proceder de manera estrictamente médica, y esto siempre significa: comprender la guerra como contenido del archē medicina, y aún más: liberar el caos destructivo de la guerra como archē puro que rompe las formas, deshacerse de ello por la vía más directa y darles, monacalmente humilde, por no decir terapéuticamente (therapeutes = monje), vacaciones a la mano y al cerebro, en lugar de ello los médicos militares se vieron obligados a dirigir sus técnicas individuales y sociales freudianas, que se habían vuelto tan familiares en el Nuevo Mundo por adiestramiento y la moda, exactamente al ambiente de las guerras de liberación revolucionarias.
Se dice que, aparte de un montón de gasto de trabajo y una comparativamente gran cosecha de material analítico, esta medicina ha producido, a lo sumo, inválidos de guerra adaptados. Comprensible, este esfuerzo, porque lo militar, disfrazado de instinto de agresión y pulsión de muerte, de "obstáculo para la cultura" que crea el caos, de militarismo que condiciona todo, cuya fuerza y eficacia en último lugar insuperable han sido señaladas, dicen, en toda su absurdidad práctica especialmente por el mandamiento cultural del amor al prójimo, esta esencia militar es enteramente inmanente a Freud y a todas las prácticas que ese nombre abarca. Comprensible también, porque estas técnicas, por falta de otras, se imponían con bastante soltura en el caso de los prisioneros que han aprendido a pensar, alias "víctimas del lavado comunista de cerebro".
No obstante, tampoco esta medicina de Corea, en comparación con los resultados de la que la había reemplazado sin sustituirla en Vietnam, fue medicina alguna, o, para decirlo de una manera positiva, fue autonegación pura. Pues el verdadero enemigo de esta así llamada medicina no es la enfermedad. Porque, entonces, estaría en contra del capitalismo y lo privado (Privatismus) en general. En todos los tiempos fue sólo un pretexto el que fuera así. De lo que se trata única y exclusivamente es de obligar por cualquier medio al enemigo, es decir al paciente, a capitular.
De los mecanismos de la alienación y la explotación se habla aquí sólo de forma implícita, mecanismos, para los que el intercambio de equivalentes y el antagonismo de clases han allanado el camino. En cualquier caso, no contribuyen nada específico a la comprensión de la enfermedad medicina, nada específico a la comprensión de las reglas de una enemistad íntima que va mucho más allá de todo lo que se refleja en el combate cuerpo a cuerpo en la guerra de trincheras, y a la pregunta adónde conduce cuando el Socialismo se limita a curar el sistema de salud -una pregunta para los disidentes. Continuación de la enfermedad por otros medios, por consiguiente guerra. Tan clásica como Clausewitz, la psiquiatría en la guerra de Vietnam, por lo tanto, ha de considerarse sólo como el prototipo de la medicina como tal. Así sólo ha recuperado su origen pre-"histórico", su principio nunca convertido en historia, y se ha convertido en arcaica, arche-iátrica, médica en el sentido propio. Sobre esta medicina como base principal de todos los actos de agresión (cada sector de las cambiantes líneas del frente y los principales puestos de primeros auxilios tenían que estar al alcance de un máximo de 10 minutos en helicóptero –esa fue la promesa hecha a todos los soldados americanos) todo un subcontinente fue bombardeado hasta devolverlo a "la Edad de Piedra".
Hay, por así decirlo, verdaderas culturas de la Edad de Piedra que perduran hasta el presente, en el que los 'Bannfuehrer'*, generalmente llamados chamanes, o sea, una clase de médicos-sacerdotes, brevemente: terapeutas, por principio y por último apartan la enfermedad, o lo que se considera como tal, de la tribu sólo proscribiéndole y anatemizándole a un exponente de esta propiedad numinosa, después de lo cual éste se muere dentro de pocas horas de la llamada reacción de Cannon (reacción de estrés agudo) (ejemplos en Lévi-Strauss: "Antropología estructural").
Bannfuehrer = el titular del poder de desterrar a gente de un territorio (compárese el inglés/alemán antiguo: Bannan = someter, comandar, prohibir, maldecir), el jefe del bando que pronuncia el bando, la proscripción, el anatema; compárese también el intento de los nazis de revivirlo en la estructura jerárquica de sus organizaciones de masas, mediante la designación de rangos con el atributo de 'Bannfuehrer' (Nota de los traductores).*
Se buscará en vano una diferencia fundamental (cualitativa) con la medicina moderna que, por regla general, obliga al paciente sólo a la capitulación -y ya sea por medio de un sofá y años de análisis.
Pero también está claro que la
referencia a la categoría de Edad de Piedra
contribuye poco a aclarar el origen histórico de la esencia de la medicina y el
militarismo. En cuanto a la deducción fenomenológico-estructuralista de esta
esencia, por ejemplo C. Polack ha hecho exposiciones detalladas en su libro "La
Medicina del capital".
Veánse también artículos en la prensa: "¿Co-carcinógenos como detonantes del
cáncer?" ... "La similitud es sorprendente: un proyectil de artillería ... no es
peligroso, si no se añade pólvora ... un detonante ... en sí mismo inofensivo
... sólo si se añade pólvora ... letal" (Frankfurter Rundschau, 19.8.1975). Y al
siguiente día, titular: "Tácticas defensivas de la célula viva ... si,
por tanto, no hubiere la capacidad de diferenciar ... (se refiere a estructuras
"extrañas" o "ajenas", es decir, antígenos, o sea enemigos), el organismo no
sería capaz de hacer frente a sus propios ataques inmunológicos".
Al menos con eso se afirma y se
admite, aunque sólo sea de paso, que el enemigo antígeno es intercambiable con
el enemigo sistema de defensa (otra palabra para referirse al paciente, pero
también -según su modo de verse a sí mismos - a la medicina y lo militar).
Sin embargo sería osado de ver en esto una dialéctica o incluso un indicio de un
bandazo histórico de la medicina (maniqueísmo mezclado con
aristotelismo-cartesianismo, en caso de duda).
Para hallar el lado genealógico de
esta unidad esencial habrá que buscárselo en los respectivos tránsitos, en las
costuras correspondientes entre el comunismo primigenio y la propiedad privada.
Sólo en las formas sociales con una división avanzada entre cerebro y mano
(división del trabajo), existen las condiciones previas para esas formas
primigenias de intercambio donde las cosas llegan a moverse y a circular por sí
mismas, convirtiéndose en propiedad privada -es decir- propiedad robada, por el
hecho de que la vida pegada a ellas está separada de las mismas al matarla
(Alfred Sohn-Rethel, "Trabajo
intelectual y manual"). Este comercio prístino, sistematizado y organizado
de parte a parte, se llama en un caso guerra y en otro, tratamiento. El vehículo
de transporte: lo militar en el primer caso, la medicina en el otro. Todavía
durante el helenismo tardío la palabra manus es la palabra para el
ejército (compárese: manípulo y para las manos sanadoras, bendecidoras y
procreadoras del médico- sacerdote (compárese: manipulación). No es sino hasta
la etapa de la propiedad privada la que posibilita a la enfermedad, a saber,
como característica, una peculiaridad, aislable, de cuerpos singulares y
aislados en contraste con el bando/la proscripción en general, pero también como
propiedad reclamada por el "Bannfuehrer". El poder curativo de los dioses
tiene como condición previa que éstos estén enfermos (Esculapio, Quirón;
compárese con "Sólo la lanza que hirió, cura la herida" (Parsifal, equivalente
sustitutivo mítico).
El tratamiento, en analogía con el ejemplo la Edad de Piedra, se concreta
matando al paciente, así como el comercio primitivo en el asesinato del enemigo.
Aún no existe el dinero por ninguna parte, y el sacrificio a modo de sustituto
mediante masacres, quemas, mediante el abandono u ofrendas de animales, niños y
otros víveres y preciosidades, también sólo viene después, y es una clase de
pieza de contacto entre el bando/la proscripción como un sintético social
universal por un lado, y el dinero por el otro, el dinero precisamente como
trabajo muerto, pasado y matado que era una vez vida.
No existe ni siquiera la soldada, el salario militar en esta etapa,
respectivamente todavía tiene la forma de matar "verdaderamente". [Tal vez la
famosa frase: "La soldada del pecado es la muerte, mas el don de Dios es la vida
eterna" es un eco a-histórico, porque la enfermedad y la medicina son en gran
medida aún clasificadas bajo el título de pecado (Suende en alemán que
deriva de Sund = brazo de mar que separa, destierra una isla del
continente)].
El bando, la proscripción, por lo
tanto, sería simplemente una forma previa de la ley del valor, del principio de
equivalencia, de lo que se manifiesta, después y desde la introducción del
dinero como pensar y locura, sostenidos por la forma valor, complementario a la
absurdidad del valor que, aparte de ser "productividad" mutilada, no existe de
ningún otro modo que como pensamiento mutilado (falsa conciencia), pero que
posee valor sólo en forma de dinero, la cosa en la cual por otra parte se ha
dislocado -esta forma valor, pre-constituyente de todo pensamiento y toda
invención, tiene en común con el bando-prospcipción, su origen en la propiedad
privada.
Y el propósito de la medicina de hoy, tal como entonces, es el de estabilizar
este contexto, -ella es, por su parte, la locura solidificada en forma de
estrategia de rendición y fetichismo del valor. La verdadera medicina supera los
esquematismos del valor y del arte clásico de la guerra en la guerra de
guerrillas de los pacientes.
En cuanto a las condiciones en contextos revolucionarios, empezando por la República Popular de China, hay que constatar que la medicina y la historia como historia de la medicina se han convertido sólo en este siglo en una realidad social de la vida. Donde, durante miles de años, en todas sus variantes, aquellas habían sido solamente la expresión de la propiedad privada en su "auto"movimiento, siguiendo la lógica de la vida descartada y excluida - este primer, es decir histórico, el verdadero "non datur" que ni siquiera refleja la lógica mercantil del principio de equivalencia, como el "tertium non datur" - allí, mientras tanto, entre cientos de millones de seres humanos, prácticamente cada uno es capaz de mantener en jaque y bajo control a la enfermedad ex-hereditaria medicina, allí, "el dinero del espíritu" (Marx), la dialéctica, está socializado hasta tal punto que el dolor y el desgarramiento ya no tienen realidad alguna ante el individuo social, que les "reduce" a una mera "señal" (Zeichen) (de su dominio sobre la historia) [Hegel].
Y he aquí la medicina la que de hecho
lleva una gran ventaja a todas las condiciones que apuntan a la liberación y a
la revolución.
La vivisección en seres humanos, para recurrir sólo a este ejemplo, es una
medicina tan cotidiana que hasta ahora ninguno de los críticos recién llegados
parece haber pensado en denunciarla como tal.
Y, sin embargo, se opera mientras el paciente está totalmente consciente, sin
anestesia, sin hipnosis ni sugestión, sin medicación química previa. Incluso el
uso de agujas de acupuntura se vuelve más y más prescindible (compárese: Alain
Peyrefitte: "Cuando China despierte ..."). La plena conciencia (no) es
(otra cosa que) el ser humano social como afecto, que ya no es dolor, ni
desgarramiento ni afección, sino acción a base de la idea plenamente
correspondiente [Spinoza; Spinoza entiende el afecto como una unidad
psicosomática (identidad), afecto que se supera al ocupar su lugar otro afecto
más fuerte. El primero resulta de cadenas causales externas y es un estado de
sufrimiento. El último resulta del conocimiento de este contexto y de esta
relación, conocimiento que es actividad y se demuestra en la eliminación
de las afecciones y sus causas. Compárese: Mao con respecto a las causas
"externas" / "internas". Al fin y al cabo no se trata de causalidades, sino de
la dialéctica de A = non A, donde A es vivisección].
El cerebro (del paciente) y la mano (del cirujano) están atribuidos uno al otro,
ya no tienen la alienación y el límite entre ellos, sino que actúan como
momentos de su superación que anticipa el desarrollo y el desenvolvimiento de la
sociedad en su conjunto.
Buscando el (mínimo) común
denominador de esta medicina y la guerra de guerrillas, de la que ha surgido,
uno da con: "alfilerazos". Incluso aquellos en carne propia: el único tipo de
guerra que no conduce más que de derrota en derrota a la victoria, por el otro
lado la acupuntura que se sobrevive en el afecto que es acción. Lo que importa
en esta práctica de "alfilerazos" es poner en movimiento y mantener en
movimiento la dialéctica que es inmanente a todos y todo.
Pero la relación entre el numerador y el denominador se llama línea
fraccionaria. Y con toda razón. La raíz teórica de esta medicina se remonta
hasta las experiencias de la Gran Marcha. Es una práctica enteramente social
desde la Revolución Cultural. Y en cuanto a la línea fraccionaria, la medicina
de los dominantes ya la había trazado hace mucho tiempo, y por tanto las masas
no se veían precisadas de tener esa medicina por medicina.
La unidad medicina ya existía así de dividida en dos -en militarismo y
"medicina"-, por lo que la práctica revolucionaria como Revolución Cultural,
uniendo estos dos momentos y saltándolos por encima, sólo tenía que retomarlos y
continuarlos, lo que las condiciones comunistas habían rudimentariamente (como
retales de raíces) desarrollado y preservado.
En el sistema del capitalismo desarrollado y del imperialismo no existe ningún refugio y escondrijo seguros de la vida social, en el que todo el complejo del militarismo médico no sea en última instancia el elemento dominante. La procreación y la convicción procreadora (Zeugung und Ueberzeugung) están organizadas a fondo por los estrictos criterios de la propiedad privada y la higiene de la misma. Allí donde antaño el comercio y el tratamiento, en tanto guerras tribales, no podían prescindir de la matanza, en la actualidad los detalles están regulados por la "medicina".
En ningún otro tiempo las operaciones
militares y paramilitares estaban camufladas mejor. En ningún tiempo, no
obstante, se habían vuelto más directa y duraderamente vulnerables.
La respuesta de esta "medicina" contra el arma enfermedad se llamó tanques de
guerra (así el colegio médico con respecto al SPK, 1972), su respuesta a la
enfermedad en forma de huelga de hambre
fueron y siguen siendo a modo de bando, proscripción, asedio, simulacros de
combate (alimentación forzosa hipocalórica), cortes de agua y el matar de hambre
(1974-1975).
Cualquier acción de este tipo tiene
que ser considerada como prehistoria de la medicina de hecho. Porque, por un
lado da a luz la esencia de la "medicina", su momento militar que la domina, y,
por otro lado, en estas actividades de guerrilla, la "medicina", junto con su
núcleo militar que la domina, se rompe.
En lugar de su concepto secreto de lo que es para ella su enemigo, el paciente,
a la misma medicina se le imponen y se arrancan compromisos y capitulaciones.
Si los pacientes se convierten en partisanos (partidarios) de la
enfermedad , entonces es esto no sólo el primer y más fiable remedio contra la
"medicina", sino también contra la capitalización de la enfermedad, contra la
enfermedad misma en toda la extensión de su capitalización según criterios del
(plus)valor y de la medicina (militar), de más y más medicina y defensa del
valor [Kapitalisierung nach Mehr (Wert) und (Wehr) Medizin, nach Mehrmedizin
und Wertwehr].
Aquí ya no existe una medicina popular autóctona a cuyos rudimentos todavía se pudiera recurrir. Sino que lo que sí existe es la anticipación de la dialéctica en tanto raíz negativa al valor del afecto que es acción y que asume e incorpora, en tanto guerra de guerrillas, el Ser de lo existente (das Sein des Da) en la continuidad del devenir de una historia de la medicina que se corresponde con su concepto, precisamente el mismo concepto, que es tanto peor para la así llamada historia de la medicina, ya que está irrumpiendo en un mundo político de cosas (realidad), en el que una iatrocracia moderna se ve obligada una y otra vez a buscar su salvación en apelaciones al desarrollo masivo de la "conciencia de la salud".
De: SPK-Documentación 3, 1ª edición 1977
Traducción:
PF/SPK EMF Colombia, PF/SPK EMF Espa
Redacción final: Huber
KRANKHEIT IM RECHT
30.07.2015