INFO DE LOS PACIENTES No 16

El fraude en la medicina

De: Documentación SPK II

Cómo ha de entenderse la siguiente contradicción: por un lado, el cada vez más creciente progreso de la ciencia y la tecnología (el hombre en la Luna, trasplantes de corazón, cada vez mayor automatización en todos los ámbitos de la vida, etc.) y por otro lado, la creciente tasa de enfermedades y dolencias. Las clínicas están cada vez más abarrotadas, los pacientes tienen que ser colocados en los pasillos y dados de alta cuanto antes, largos tiempos de espera;.los consultorios de especialistas y médicos generales, a punto de reventar. Casi todos los ciudadanos están fastidiados con algún síntoma de enfermedad: dolores de cabeza, dificultades para trabajar y de concentración, estreñimiento, flatulencias y otros trastornos gastrointestinales, fatiga, palpitaciones, mareos, presión arterial baja o alta, tos irritativa, ansiedad, insomnio y alteraciones del apetito, perturbaciones cíclicas y de potencia, etc. Por no hablar de las más frecuentes y manifiestas enfermedades, tales como: presión arterial alta, ataques cardiacos, úlceras de estómago, cáncer y otros tumores, hepatopatías, cálculos, inflamaciones, depresiones, etc. Cada ciudadano necesita de algún medicamento..En los estados industrializados occidentales, aunque haya menos hambre y epidemias, no obstante, hay un número creciente de personas que enferman psíquica y orgánicamente.

Esto se explica así: cada síntoma, cada enfermedad o trastorno patológico es una expresión de un proceso de desgaste, que se debe al trabajo diario para ganarse el sustento y a las tensiones entre las personas causadas ​​por este trabajo..También las enfermedades y defectos congénitos son consecuencia de este proceso de desgaste: la mujer embarazada con una sola vez que durante alguna determinada fase del desarrollo del embrión esté expuesta a estrés, ansiedad, cansancio excesivo o agotamiento, del que ni siquiera es consciente, entonces luego el niño viene al mundo con alguna malformación (defecto cardíaco, defecto cerebral, etc.). O el proceso de desgaste afecta a las glándulas sexuales y las secuelas son todos los daños de los cromosomas o sea defectos genéticos (= debido a daños del núcleo celular) en el recién nacido. Los accidentes de tráfico son igualmente una expresión de este desgaste (falta de concentración, fatiga excesiva, irritabilidad, etc.). Este desgaste no es de ninguna manera un proceso pasivo, natural, puesto que el desgaste pasivo es equiparable con el envejecimiento. Más bien, es un producto que manifiesta al mismo tiempo protesta e inhibición de esa protesta (= contradicción de la enfermedad). Las exigencias de los instintos y las necesidades, suprimidas y por tanto insatisfechas por el trabajo forzoso y el plus-trabajo protestan, el trabajador está obligado a inhibir esta protesta, a fin de no entrar en conflicto con el entorno. Esta inhibición requiere esfuerzo, energía. Y eso es precisamente desgaste = la enfermedad como producto.

No obstante, este desgaste ya no es necesario con el estado actual de las fuerzas productivas. Las condiciones económicas permitirían hoy que cada uno tuviera que trabajar sólo 2 a 3 horas al día para cubrir sus gastos de subsistencia. En lugar de ello, uno está expuesto a la obligación y a la presión de tener que trabajar por lo menos 8 horas al día (con lo cual prácticamente todo el día está absorbido por el trabajo. Por la noche uno está tan cansado que se queda dormido frente a su TV). Uno es recompensado sólo por 3 horas de trabajo al día. Con el valor de las restantes 5 horas de trabajo se queda el empresario = plusvalía que incluye la ganancia. Estas 5 horas no remuneradas, producen el desgaste mencionado. A uno le corresponde a lo sumo 4 semanas de vacaciones al año (aunque con las condiciones económicas actuales cada uno podría tener medio año de vacaciones). Además, al menos 1/3 del salario se retiene para impuestos sobre el salario, seguro para la vejez, seguro de vida y de enfermedad. Por no hablar de las retenciones adicionales como el impuesto de circulación y el seguro de coche, impuestos sobre el uso de la televisión y la radio, alquiler, etc. Uno debe pagar impuestos sobre prácticamente cualquier cosa que consuma y disfrute. Si uno quiere adquirir un piso decente o una casa, uno debe trabajar y ahorrar durante muchos años (es decir, renunciar a todo disfrute) o pedir un préstamo (pero el crédito lo obtiene únicamente el que tiene ya una cierta fortuna y puede demostrarlo). Y finalmente tiene 40 o 50 años y, en consecuencia, ya está agobiado y desfallece por una dolencia grave (infarto o derrame cerebral, cáncer, etc.). Por el contrario, todos podrían hoy a la edad de 20 años, o incluso menos, tener una vivienda adecuada (adecuada quiere decir a diferencia de la mayoría de viviendas que en el fondo son inadmisibles, puesto que uno puede escuchar en el cuarto piso lo que en el primer piso el marido susurra a su esposa en la cama).

Todo esto no tendría que ser así, no está dado por naturaleza, pero se debe a que una pequeña minoría de la población (en la Alemania Occidental, 2.7%) posee y administra el 95% de la renta nacional. Esta minoría que son los millonarios = jefes de grandes empresas, directores de hospitales, etc., está interesada en el incremento continuo de su capital = maximización de ganancias.

Para garantizar esto, aquella minoría debe ponerse con todos los medios a su disposición a encubrir lo más perfectamente posible esta injusticia en la distribución del capital. De lo contrario, los asalariados caerían en que son engañados a diario y no se tragarían esto por más tiempo. Para ocultar esta contradicción (= que todos contribuyen a la creación de la renta nacional, pero la mayor parte sólo embolsan unos pocos), esta minoría se sirve de una ideología conveniente, mediada y trasmitida por la televisión, la prensa, la escuela, la administración y otras instituciones. Se hace creer a la gente que esta distribución desigual de la renta nacional es justa, porque los empresarios al fin y al cabo ponen los medios de producción (maquinaria, instalaciones, locales, capital, etc.) a disposición y tienen la responsabilidad de todo el proceso de producción. No obstante, los medios de producción pertenecen a todos, ya que sólo podían ser producidos por el trabajo de todos. La propiedad sobre los medios de producción justamente no es un derecho natural, como se nos ha inculcado ideológicamente. El cuento chino de la responsabilidad del empresario se desenmascara al instante en tiempos de crisis. Los empresarios desde hace mucho tiempo tienen su dinero en Suiza y se marchan a su casa de retiro bien preparada, mientras que los trabajadores y empleados asalariados se quedan en la calle. (Véase: crisis del Ruhr). La consecuencia de esta ideología es el aislamiento de estos asalariados lo que se muestra claramente en la siguiente frase: "Siempre ha sido así, nosotros como individuos aislados no podemos cambiar nada." La cooperación solidaria en contra de esta opresión es, según esta ideología, apenas imaginable. Esta ideología se ha interiorizado tan fuertemente en cada persona que por ejemplo ya no puede imaginarse una vida con seis meses de vacaciones.

El encubrimiento, el engaño producido mediante esta ideología aún no se ha completado. Señales de esta situación precaria y penosa se filtran en forma de cada vez más crecientes enfermedades. La enfermedad es, como se ha dicho antes, la expresión del proceso de desgaste en el trabajo que incluye al mismo tiempo la protesta inconsciente contra la opresión y explotación cotidianas. La minoría administradora ha detectado el peligro que entraña para ella la enfermedad e impide a través del sistema de salud organizada por ella (hospitales, manicomios, sanatorios, departamentos de Sanidad, Servicios de Higiene Pública, etcétera) que los enfermos caigan en la cuenta de las verdaderas causas de su enfermedad. Esto ocurre debido a que a cada individuo singular y aislado la enfermedad le parece un destino personal y una debilidad individual por culpa propia. Se hace todo para que el enfermo no reconozca las causas sociales de su enfermedad.

El secreto profesional médico, que se considera comúnmente como una protección, implica claramente que la enfermedad es algo por lo que uno debería avergonzarse y que uno debería ocultar como una vergüenza. Por no hablar del punto de vista del negocio lucrativo en el sistema de salud a expensas de los pacientes (millones de ingresos de los profesores de las clínicas, contribuciones y cargas sociales que en gran parte no favorecen a los enfermos, sino que son invertidas en otras áreas, por ejemplo, en la industria de armamento, lo que a su vez contribuye a la maximización de ganancias de los jefes de la industria y sólo puede ser cargado sobre la espalda de los pacientes).

Al estallar finalmente el desgaste de una manera manifiesta, por lo que el afectado debe ir al hospital o a tratamiento médico, entonces sólo pueden ser tratados los síntomas respectivos de su enfermedad y no sus causas, es decir, las condiciones económicas existentes antes mencionadas. Esto significa lo siguiente: al enfermo mediante la medicina existente sólo se le capacita para trabajar de nuevo, pero de ningún modo se le cura. Ya que después de un tratamiento médico es nuevamente expuesto al mismo desgaste que había producido su enfermedad, y por lo tanto volverá necesariamente a ponerse enfermo. Hay un sinnúmero de ejemplos. Baste pensar sólo en las recaídas siempre recurrentes de cálculos renales y biliares, úlceras gástricas y duodenales, amigdalitis, ataques de migraña, estados de ansiedad, depresiones, dolores de espalda, etc.

El Colectivo Socialista de Pacientes (SPK), que actualmente todavía es parte de la Universidad de Heidelberg, ha detectado la relación entre la enfermedad y el proceso de trabajo que se ha mencionado anteriormente y en consecuencia, en contradicción con el sistema de salud, ha desarrollado una práctica correspondiente cuyo centro es el ser humano y sus necesidades y no los aspectos económicos. En la actualidad el SPK incluye casi 400 pacientes (febrero 1970: unos 50). No hay tiempos o listas de espera. La tasa de crecimiento diario es de 3 a 6 pacientes. Esto pone la miseria masiva real en evidencia; esa miseria masiva que es encubierta a la fuerza por las instituciones dominantes (en este caso, por la cúpula universitaria y su Facultad de Medicina). El psiquiatra social Prof. Haefner recibe 45 millones de marcos alemanes para su proyecto en Mannheim. Por supuesto, estos 45 millones provienen de los impuestos y las cotizaciones sociales de los asalariados. "Al disfrute" de este proyecto, sin embargo, sólo pueden acudir a lo sumo 240 elegidos. Debido a que nuestra práctica se opone al sistema de salud y con ello a los intereses de la clase dominante, entonces somos atacados y hostigados por el Ministerio de Cultura y Educación, la Facultad de Medicina y la cúpula de la Universidad. Las medidas de la burocracia del Ministerio de Cultura y Educación, la Facultad de Medicina y la cúpula de la Universidad están entonces dirigidas no sólo contra los hasta ahora más o menos 400 pacientes organizados, sino al mismo tiempo contra toda la población.

Porque el SPK defiende y representa los verdaderos intereses de la abrumadora mayoría de la población al oponerse consecuentemente a que la investigación, la enseñanza y la producción se realicen a favor de una pequeña minoría y a expensas de esta abrumadora mayoría (a saber, los enfermos).

2.2.1971

COLECTIVO SOCIALISTA DE PACIENTES

en la Universidad de Heidelberg

Traducción:
PF/SPK EMF Colombia, PF/SPK EMF Espa

 

Frente de Pacientes / Colectivo Socialista de Pacientes, PF/SPK(H), 02.07.2014